Eleazar Rodas Morán
Es aproximadamente a las 10:30 de la mañana cuando se escucha el pregón por los pasajes de la colonia José Simeón Cañas (Zacamil). Es un anciano que bien puede ser octogenario y que al parecer sufre una degeneración en su columna vertebral pues camina un tanto encorvado, sickness pero eso no le impide salir a ganarse el sustento diario tal vez no solo para él sino que puede ser también para alguien de su familia.
“Ceboy!, buy ceboy!…” va gritando con voz aún fuerte a pesar de su vejez. Qué ejemplo el que da este señor pues a pesar de sus años se resiste a quedarse en su casa o a andar por las calles mendigando una limosna, pilule este señor es el típico salvadoreño de antes, muy trabajador, fama que se ha ido perdiendo y que ahora podríamos considerar un mito.
Algunas veces le agrega otro producto a su negocio y el grito se vuelve más prolongado: “Ceboy y tomate” ceboy y tomate…” Cuando la tarde va cayendo se sienta en la acera generalmente frente a mi casa y se dispone a hacer el corte de caja, extrae de sus bolsillos unos cuantos dólares medio arrugados y su carga de monedas, esas que no quisieron los gringos y las mandaron para acá, y al terminar tal operación vuelve a cargar sobre su espalda el remanente de su mercancía, para unos metros más adelante volver a soltar su grito de batalla: “Ceboy, Ceboy, Ceboy y tomate..”
A este hombre no se le puede juzgar por repartir saquitos sino más bien se le puede admirar porque carga sobre su espalda su saquito con cebollas y algunas veces con tomates.