Ciudad del Vaticano/AFP
El venezolano Arturo Sosa fue elegido el viernes superior general de los jesuitas, el popularmente llamado “papa negro”, anunció la orden, a la que también pertenece el papa Francisco.
Sosa, nacido en Caracas y que cumplirá 68 años en noviembre, será el 31º superior de la Compañía de Jesús, fundada en 1540 por San Ignacio de Loyola, y el primer latinoamericano.
Es la primera vez en casi cinco siglos de historia de los jesuitas que su líder no es europeo, señaló el Osservatore Romano, el diario del Vaticano.
El nuevo “papa negro” -como se conoce popularmente al superior general debido al color de su hábito y al poder oculto que la historia le ha atribuido a la sombra del pontífice- sucede en el cargo al español Adolfo Nicolás.
“Los dos, el papa “BLANCO” y el papa “NEGRO” son de América Latina”, escribió en Twitter el cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier, de la orden de los franciscanos, recordando que el actual sumo pontífice es el argentino Jorge Bergoglio.
Arturo Sosa era Consejero General de su predecesor, quien renunció a principios de octubre.
Licenciado en Filosofía y doctor en Ciencias Políticas, Arturo Sosa se desempeñaba también delegado para la Curia y las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús en Roma.
El nuevo líder de los jesuitas, que habla español, italiano, inglés y entiende francés, cuenta con una larga trayectoria en la docencia y la investigación, y ha publicado varias obras, algunas sobre historia y política venezolana.
A imagen de la iglesia católica en su conjunto, los jesuitas están perdiendo fuerza en Europa y reclutan ahora mayoritariamente a sus nuevos miembros en Asia, en América Latina y en África.
Un total de 212 electores de más de 60 países participaron en la elección del nuevo jefe de los jesuitas en la sede mundial de la orden, muy cerca de la plaza de San Pedro.
Como la última congregación se remontaba a 2008, los participantes que llegaron a finales de septiembre no se conocían forzosamente al principio de la reunión y la regla instaurada por San Ignacio, que temía cualquier forma de ambición, prohibía declararse candidato y hacer campaña.
Para elegir a su líder, los delegados jesuitas llevaron a cabo cuatro días de murmuraciones, es decir reuniones en voz baja de dos en dos para examinar la situación, destinadas a evitar el efecto pernicioso de los grupos de presión.
Después de estas sesiones de oración y conversación, el viernes celebraron la votación secreta para designar a su superior general, elegido teóricamente de por vida, aunque sus predecesores inmediatos renunciaron por motivos de salud.
La Compañía de Jesús, la principal orden religiosa masculina de la Iglesia Católica, cuenta hoy en día con cerca de 17.000 miembros, casi la mitad de los 34.000 que tenía en 1964.
Además de los tradicionales votos de pobreza, castidad y obediencia, los jesuitas agregan un cuarto voto de obediencia incondicional al papa (“perinde ac cadaver”, como un cadáver, ciegamente). Esto no les ha impedido tener relaciones complicadas con el papado a través de los siglos.
Los jesuitas fueron los primeros religiosos que se quitaron la sotana y se mezclaron con las personas de todas las razas y las creencias.
Pasaron a la historia por sus proezas en China o sus misiones en Paraguay durante la época colonial, recreadas en la película “La misión”.
En la historia más reciente, los jesuitas estuvieron en alma y corazón al lado de los pobres y contra las dictaduras en América del Sur y Centroamérica o el racismo en Estados Unidos.