Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
“Medicina Amarga”, dijo el dictador casi finalizando su apología de supuestos logros durante la ceremonia en la que celebró junto a sus cómplices y las decenas de cientos de sencillas almas asistentes de la secta, el pasado 1º de junio, cuando debió de acuerdo con la ley, traspasado el cargo a su sucesor democráticamente electo, como realizado la debida rendición, objetiva, de cuentas a la nación.
Nada hizo y sí una suerte de diatribas discursivas, con las que comprometió a los asistentes, deslindando sus responsabilidades en estos, que sorprendidos solo atinaron a asentir.
Tampoco su encuentro personal con el ejecutivo argentino, con esa conversación que solo supone una verdadera apología al sinsentido, por lo accidentado de sus argumentaciones, que nos dejó solo el sinsabor de esa deriva argumentativa, porque solo supuso una ridícula cavilación improvisada, realizada para matar el tiempo de la escena entre ambos.
Una vez concluidos los formalismos de ese evento protocolario e ilegal, toca ahora hacer las consideraciones de lo que sí debemos tomarnos en serio.
Por ejemplo; los pasados 5 años pasaron, pero no pasaron.
Pasaron porque transcurrieron formalmente, agotándose en el tiempo, pero no pasaron porque además de la aparente seguridad de la que supuestamente gozamos, nada hizo el régimen.
Tampoco se rindieron cuentas, ni cómo, cuándo y de qué suerte, esos 11 billones de dólares en empréstitos contratados por el régimen fueran usados, constituyéndose un muy claro ejemplo de lo que no se debe hacer: adquirir deuda para derrochar en propósitos inútiles tanto para la hacienda pública como para los intereses del soberano.
¿Cómo se usaron esos recursos?
Pues es una buena pregunta, y aunque por ahora ellos gobiernan a través de este ilegal régimen, ciertamente tarde o temprano terminará, y aunque ya se pagan, entonces confirmaremos lo que ya se sabe: quién, y cuánto desvió de esos dineros para su provecho particular, así como cuánto tiempo deberemos inútilmente los ciudadanos pagarlo para ese beneficio gratuito.
Entonces, alguien debe pagar esos dineros mal invertidos.
La solución está siempre en quienes respaldaron este mamotreto: la masa sectaria que validó en primer lugar la elección de esta propuesta política insustentable que se ha mostrado inviable e incapaz, y que ahora refrendan con sus vítores en esta segunda etapa ilegal y atentatoria.
Esos pocos, cada vez menos incondicionales, justificarán aplaudiendo el aumento vejatorio y amoral en el primer órgano de estado, del IVA, hasta un 15%, bajo el vacío argumento de que “así se democratiza” la carga impositiva necesaria para la subsistencia del estado salvadoreño.
Otra falacia del régimen que solo urgirá la partida obligada e ilegal, de las mayorías empobrecidas, por los caminos de la migratoria también ilegal, en busca de un terruño que les permita lo que aquí se les ha negado.
Para evadir los de siempre por intermedio de su influjo en el poder, su responsabilidad derivada de este descarnado enriquecimiento ilegal e ilegítimo, a costa de esos mismos que seguirán partiendo.
La misma historia.
Que los mismos olvidaron.