El Zancudo Culuazul

 

Melvin López

Biólogo y algo más..

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El estudio de la biología es maravilloso, los biólogos estudian los diferentes ecosistemas del planeta que nos ocupa, andan por ahí en las montañas, en los ríos, en los mares, escudriñando, tratando de descubrir los nichos, para determinar cómo están las especies en su hábitat natural. Y cuando pueden, los identifican y contabilizan o, a veces, los rastrean mediante dispositivos sofisticados y específicos, ejemplo de ello, las tortugas marinas, aves migratorias, murciélagos, entre otros. Pero no solo eso, a los biólogos también se les da de escribir, se empapan de variadas lecturas, algunos procuran tocar instrumentos, escribir poesía, pintar cuadros, en fin, toda una intromisión positiva en el mundo de la cultura. Quizá para afinar el gusto y la sensibilidad, muy necesaria para el estudio de las especies silvestres.

Bueno pues, en una de esas andanzas de biólogos me topé con un zancudo de cuerpo virtuoso y prolongado; presentaba una brillantez plateada como si hubiese sido pintado con un soplete mecánico, de unas patotas enormes y peludas; y curiosamente con un culo azul. El dato resulta inusual, tanto que nuestro cuentista por excelencia del siglo XX Salarrué  lo describió de la siguiente manera en su cuento “Semos malos”, dice él: “… al crepúsculo, Goyo y su hijo se internaban en la montaña; limpiaban un puestecito al pie «diún palo» y pasaban allí la noche, oyendo cantar los «chiquirines», oyendo zumbar los zancudos «culuazul», enormes como arañas, y sin atreverse a resollar, temblando de frío y de miedo…”., ¡vaya que observador! ¡Y que descripción más precisa! Yo me enteré de este animalito por inducción de nuestro entomólogo salvadoreño Don Rutilio Quezada, el nonagenario que lo sacaron en guinda en los 80´s y sigue con un dolor de patria allá en la USA, – lo digo así, en alusión a sus obras más leídas- pero que desde la lejanía sigue motivando e inspirando a generaciones con su mente lúcida y fresca.

Pero volvamos a nuestro zancudo Culuazul, en efecto, son zancudos gigantes si les compara con los que conocemos comúnmente, esos diminutos zancudos que nos molestan eventualmente con sus zumbidos por las noches, atrevidos e incomodos y que con suerte los sorprendemos y machacamos con una palmada sobre su gloriosa intrusión en nuestra piel. Pues en contraste, los culiazules son enormes como arañas que si te dejas picar te imaginas que te van a hacer un cateterismo porque se les observa una probóscide (sifón) enorme, como trompa de elefante -guardando las proporciones; con sobresalientes extremidades anteriores y posteriores (más o menos 2 cm) y dos pronunciadas antenas en la frente que parecen plumeros. Por ello, en algunas regiones del planeta se le conoce como zancudo elefantes o zancudo plateado. En su clasificación taxonómica los científicos dicen que pertenece a la clase Insecta, de la familia Culicidae, -(la misma familia de los vectores, Aedes y Anopheles), del género Toxorhynchites, y que hay más de 98 especies de este género.

Bueno, resulta que este gigante de los zancudos, no es hematófago, es decir, que por más que se le ponga enfrente la tentación de una piel suave como durazno y unos vasos sanguíneos hinchado de sangre no los va a succionar, y no lo va hacer porque sus hábitos y patrones alimenticios no están hechos para tal propósito. Están adaptados para un fin diferente y su ciclo de vida no depende de la sangre exógena de ningún tipo.  Su diseño está orientado para alimentarse principalmente del néctar de las plantas.

El punto es que este espécimen, maravilloso en su compleja metamorfosis, pasa inevitablemente por el proceso de larva, pupa, y adulto; y mientras es larva, o sea un gran gusanón, éste se suspende en la parte superior de los cuerpos de agua y desde ahí observa a sus presas, a las larvas de otros zancudos, para luego con unos tenaces latigazos de su cuerpo alongado las caza y devora como ave rapaz a ratón en plena llanura. Esto es casi como presenciar la película de Hanibal. Pero en la ecología existe naturalmente esta interacción biológica del canibalismo y no solo esa sino otras como el parasitismo, comensalismo, mutualismo por poner unos ejemplos.

Basados en las descripciones anteriores es importante destacar lo siguiente, y es que desde el punto de vista antropocéntrico este zancudo es un amigo del ser humano. Todos hemos sido testigos y a veces víctimas de las enfermedades como el Dengue, la Chinkungunya transmitidas por los bichos de menor tamaño que sirven como vector. Para suerte nuestra esos vectores representan todo un festín para el Toxorhynchites, que al encontrárselos en sus andares fortuitos se los devora como churro español. Los estudios indican que la proporción de depredación es de 1:20, en 24 horas. O sea, 1 larva de Toxorhynchites devora a 20 de otras especies ya sea Aedes o Anopheles et al en tiempo aproximado de 24 horas. Tienen nichos similares, por lo que ahí donde encuentren un cuerpo de agua no tratada seguramente van a estar coexistiendo ambos. Tiene una distribución cosmopolita como sus similares lo cual lo vuelve muy efectivo para nuestros propósitos. Curiosamente el Toxorhynchites está coadyuvando de alguna manera al equilibrio de los ecosistemas en el planeta. Así como los grandes; discreta y silenciosamente, en ese universo “minúsculo” de los insectos, se permite esta interacción biológicamente impresionante. Solo visible para unos pocos como Salarrué, como Don Rutilio.

No puedo dejar de contar que este insecto me dejó una gran enseñanza la vez que me lo encontré Resulta que mi profesor de investigación cualitativa me sorprendió mientras observaba la larva grande del Toxorhynchites en acción. Ésta se encontraba suspendida en el agua que había dispuesto cuidadosamente en un vial de 25 ml. Yo observaba la larva a un ángulo de 45 grados, por sobre mis ojos, tratando de entender su comportamiento y de describir sus características morfológicas. Pues en eso estaba cuando me dice el maestro: Melvin no olvides que esa larva también te observa y pueda que también te esté estudiando. Esa expresión fue como un balde de agua fría para mí, pues no era la primera vez que observaba una larva de zancudo, pero jamás se me había cruzado por la cabeza que ellas también me observaban de una manera subjetiva. Para mí eran nada más larvas puestas ahí para estudiarlas. Ahora cuando me interno en un bosque recuerdo esa frase. Estás siendo observado: respétales inclusive en el silencio. Ellas tienen su protocolo de interacción y hay que entenderlas.

Bueno pues, que el culiazul nos motive a comprender mejor a la naturaleza, a tratar de mantener la armonía entre sí  y de ser más empáticos con las otras formas de vida, que ejercen un trabajo valioso y que, en la mayoría de las ocasiones, no advertimos. Así que
recuerda, ¡Puede que él otro te esté observando también y anotando en su libreta!

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Amaneceres de temblores y colores. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil. Sábado,16 noviembre 2024