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Elecciones El Salvador 2024 y martinato 1932

César Ramírez

@caralvasalvador

Vivimos un momento histórico en 2023 que parece de ciencia ficción, en consecuencia debemos construir la realidad entre posibilidades concretas, además con hechos visibles.

El resultado de la destitución de magistrados de la Corte Suprema en 2021 tiene por consecuencia una serie de imposiciones que en otros tiempos eran disparates de seres alucinógenos, pero el más sorprendente es el pronunciamiento sobre la reelección presidencial, evento conocido en 1932 a partir de la legalización del Golpe de Estado del General Martínez y su reelección indefinida… parece que la dictadura resucita con todos sus horrores.

Elecciones generales 2024

Es un evento surrealista, si todo avanza sin contratiempos para el ejercicio democrático considerado la máxima expresión popular, resulta que nos enfrentamos a una ilegalidad manifiesta por su inconstitucionalidad, un delito contra la Carta Magna, de tal forma que la elección contará con un candidato extraño (Nayib Bukele presidente electo depositario de su gobierno 6 meses antes del evento electoral) a pesar que su período legal no hubo vencido, una verdadera extravagancia en la vida política nacional, pero en fin, es el escenario visible.

La participación de los partidos políticos en la elección presidencial, es un acontecimiento digno de reseñarse: ¿se valida la reelección? ¿sirve para apoyar al presidente Bukele? ¿participar o rechazar el evento político a quién beneficia? ¿tendrán capacidad los partidos políticos de verificar la transparencia de los votos? Etc. de nuevo la historia acude a nuestra ayuda, si partimos de la dictadura del martinato con ciudadanos sometidos, el martinato ganó con facilidad a sus opositores, todas las elecciones en consecuencia concluyeron en reelección indefinida;  en los años setenta y ochenta del siglo pasado las elecciones no sirvieron más que para denuncias de fraudes electorales, trinquetes constitucionales, un festín de sustitución de votos con la participación de la policía, ejército y funcionarios, en esas décadas se naufragó en el avance democrático,  entonces el panorama no es alentador o ¿es posible que la oposición (des)unida logre imponerse como adalid de la democracia? la historia dice: ¡no!

En los años treinta el horizonte era desigual entre un jefe de gobierno (Maximiliano H. Martínez) versus opositores singulares, el resultado no fue favorable ni a la democracia, ni a los opositores; en el caso de 1932 con la participación del Partido Comunista para alcaldes y diputados, esa listas de candidatos sirvieron para la encarcelar y perseguir a sus miembros, posteriormente ejecutados en combates ficticios; similar procedimiento aconteció con demócratas, ciudadanos o miembros de la sociedad civil en los años setenta, ochenta y principios de noventa, a pesar de múltiples denuncias de Derechos Humanos.

El beneficio de participar es la denuncia política en todas sus expresiones, pero si la ciudadanía no cambia de opinión a favor de un partido opositor, ni vota, la acción será estéril. Si el objetivo es obtener un rédito de acceso a una alcaldía o un curul legislativo, entonces es posible algún peregrino triunfo, pero no las principales alcaldías ni mayoría legislativa, menos la presidencia.

El dilema no es participar o no en un proceso democrático, la cuestión objetiva es si el proceso electoral funciona para revertir el actual modelo autoritario e inconstitucional, si las elecciones son el fin del camino o se abandona la confianza para llegar al punto escéptico del siglo pasado, así se inicia otro proceso anti-electoral y anti-político.

El elemento catalizador del siglo pasado fue la Guerra Fría Estados Unidos-URSS, los partidos tradicionales ARENA y FMLN fueron creados bajo esa influencia, no obstante, la URSS desapareció en 1989, pero no esas estructuras, partidos transformados en años posteriores en gobierno, sus múltiples escisiones y viejos militantes posteriormente formaron Nuevas Ideas, ahora son gobierno; pero aquellos avances de alternancia democrática ahora terminaron con el anuncio de la reelección presidencial.

Poco queda de la democracia de principios del Siglo XXI con el régimen de excepción prolongado durante un año, capturas a discreción aproximadamente 68,000, muerte de inocentes, torturas etc… ¿es el fin de la democracia? La historia de 1931 con el golpe de estado y posterior reelección dice que sí, por lo tanto 2024 en adelante conoceremos nuestro pasado.

En consecuencia: (aunque votemos) participar con un partido político o varios, de poco servirá ante la estructura blindada del actual gobierno, un cambio social para restaurar la Constitución se construirá en décadas, quizás posible a largo plazo.  La única forma de credibilidad de la siguiente elección presidencial es cumplir con la Constitución y no reelección.

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