San José/AFP
Marco Sibaja
La segunda ronda de elecciones presidenciales en Costa Rica, en las que un predicador evangélico aparece con posibilidades de vencer, despertó temores de un retroceso en materia de derechos humanos, en el país que se considera el más progresista de Centroamérica.
El predicador y exdiputado Fabricio Alvarado pelea codo a codo la victoria en el balotaje del 1 de abril con el periodista y politólogo Carlos Alvarado, un exministro de Trabajo postulado por el oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC, centroizquierda).
Pese a compartir apellido, los candidatos no son familia.
Fabricio Alvarado, un periodista de 43 años, fue postulado por el conservador Restauración Nacional (RN), un partido surgido de las iglesias neopentecostales que han proliferado en Costa Rica en las últimas décadas.
El aspirante de RN se convirtió en un candidato viable en la primera ronda electoral después de que anunció, el 10 de enero, su intención de retirar a Costa Rica de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH), que un día antes se había pronunciado a favor del matrimonio homosexual.
La difusión que tuvo con su propuesta lo disparó en las encuestas, en las que no pasaba de 4% de las intenciones de voto, hasta convertirse en el candidato más votado en la primera ronda electoral, el 4 de febrero, con 24,9% de sufragios frente a 21,6% de Carlos Alvarado.
Según una reciente encuesta de la Universidad de Costa Rica, el predicador evangélico tiene 43% de apoyo frente a 42% de su contrincante, entre las personas decididas a votar.
– ¿Avance o dogma y exclusión? –
Fabricio Alvarado ha dicho que pretende revertir las directrices de educación sexual, transformar el Instituto Nacional de la Mujer en un organismo para la familia, y anular un decreto que veda la discriminación contra personas sexualmente diversas en instituciones públicas.
También ha defendido la práctica de las iglesias evangélicas de ofrecer tratamientos de «cura» para el homosexualidad, y ha atacado al Tribunal Supremo Electoral por restringir el proselitismo político en las iglesias.
«En esta elección no se están jugando cosas pequeñas. En esta elección se está jugando la democracia, se está jugando la educación, la cultura, y sobre todo se están jugando los derechos humanos», advirtió recientemente el economista Leonardo Garnier, un exministro de Educación, durante el cierre de campaña de Carlos Alvarado.
Garnier integra un sector del socialdemócrata Partido Liberación Nacional, el más grande y tradicional del país, que dio la adhesión a Carlos Alvarado. Otros dirigentes de esa bancada respaldaron a Fabricio Alvarado.
En el mismo sentido, la exdefensora de los habitantes Montserrat Solano, quien renunció en marzo a su cargo, advirtió también sobre un retroceso.
«A 200 años de independencia, debemos decidir si continuamos el trabajo de nuestros ancestros de perfeccionar, con ciencia y razón, una república democrática y el estado de derecho (…) o perdemos nuestra herencia frente al dogma y la exclusión», publicó Solano en su cuenta de Twitter.
Alertó sobre la gravedad de las manifestaciones de Fabricio Alvarado contra el TSE y la CorteIDH.
– Avance o retroceso –
«En Costa Rica no podemos permitir atropellos contra los derechos humanos, ni amenazas de retiro de los marcos legales internacionales en que nos apoyamos», dijo la diplomática costarricense Cristiana Figueres, negociadora del Acuerdo de París sobre cambio climático.
«Estoy muy preocupada que algunas personas han escogido enfocar esta elección en el derecho personal de escoger a quién amar», agregó.
No obstante, el candidato evangélico se ha desmarcado públicamente de cualquier enfoque religioso en su campaña, y ha señalado que en los equipos de trabajo que ha presentado en materia de economía, deportes e infraestructura «no hay ningún religioso».
Consultado sobre su defensa de la «restauración» de homosexuales, en una entrevista con el diario español El País, Fabricio Alvarado respondió que «lo que hablé fue en un contexto de iglesia, no en un contexto político».
«Mi fe la baso en una biblia que establece el tema, pero no vengo a imponerlo a la política diciendo que vamos a establecer desde el gobierno espacios para restaurar a esas personas (homosexuales)», agregó.
Aún así, muchos de sus simpatizantes lo ven como alguien que acercará al país a la religiosidad.
«Este país se ha alejado mucho de la fe, gracias a Dios tenemos a Fabricio, él nos va a volver a acercar a Dios», comentó Elizabeth López, una ama de casa que fue a ver al candidato a un acto de cierre de campaña en la comunidad popular de Río Grande de Pavas, en el oeste de San José.