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Elecciones en la Unión Europea

Iosu Perales

Entre los días 22 al 25 de mayo tendrán lugar en los 28 estados de la Unión Europea las elecciones al Parlamento, online eligiéndose a 715 diputados y diputadas, sovaldi cuyo número por país se determina por su población. Por primera vez, discount será el parlamento, a propuesta del Consejo Europeo (integrado por los 28 jefes de Estado o de Gobierno) quien nombre al Presidente o Presidenta de la UE por el período 2014-2019. Como en anteriores comicios se teme una gran abstención, en torno al 55%, como resultado de la gran desafección ciudadana hacia la política en general y la UE en particular.

En realidad estamos viviendo una crisis de legitimación de las instituciones de la UE que pone en peligro la credibilidad de la idea misma de integración. No se trata sólo del fracaso de la unión económica sino también del fracaso de la unión política. Se está tambaleando el sueño de la Europa unida. Así lo ponen de relieve el alza de los populismos y de la extrema derecha, el avance alarmante del racismo y de la xenofobia que se extienden por el territorio europeo.

Cualquier retroceso o cesión en la defensa de los derechos fundamentales por parte de los estados europeos y subsidiariamente por parte de las instituciones europeas, por mínimas que sean, no hacen sino envalentonar el discurso radical anti europeísta de la extrema derecha, y así vemos como se cae un peldaño más en el proceso de degradación democrática. Transcurrido más de medio siglo desde su fundación, asistimos a un evidente enfriamiento de la Europa Unida.

El más grave problema de la UE que explica su falta de sintonía con la ciudadanía estriba en que sigue siendo una estructura opaca. Es fuerte decirlo pero su actividad no se rige principalmente por las reglas de la democracia sino por la lógica de la tecnocracia. Una nomenclatura alejada de la gente decide por los ciudadanos. Y cuando fallan sus políticas aplicadas por “expertos”, y sus errores provocan consecuencias graves sobre una inmensa cantidad de población, nadie resulta responsable. Precisamente, en la actualidad, estamos viviendo en los países sureños, Portugal, Grecia y España, enormes recortes sociales dictados por Bruselas que nuestros gobiernos aplican al pie de la letra, siendo como son golpes mortales al Estado del Bienestar.

Siempre pongo el mismo ejemplo, por lo que desvela: una encuesta entre la ciudadanía de los 28 países, pondría en evidencia que el 95% no sabe nombrar a dos miembros del gobierno europeo (la Comisión) y más del 75% ni siquiera a uno sólo. Dicho de otro modo: los cuarteles generales de la UE son realidades ocultas, invisibilizadas, a los pueblos europeos. En contraste, más de 2.500 lobbies con cerca de 30.000 profesionales se concentran en Bruselas, para tratar de influir sobre normas y dictados emanados de las estructuras de la Unión, cifra sólo superada en Washington. La pregunta es obvia: ¿de dónde fluyen las influencias principales, de las empresas o de la ciudadanía?

Personalmente me considero europeísta. Pero no deseo una Unión de los mercaderes. Lo cierto es que la promesa de una Europa políticamente unida ha resultado ser un fraude. En una Europa dominada por el mundo de los grandes negocios los líderes europeos son reticentes a reforzarla políticamente. El caos provocado por la crisis económica en la UE y la desastrosa gestión de la misma por parte de los responsables políticos europeos pone de manifiesto el delicado momento que atraviesa el proceso de integración.

En la actual desafección que reina entre la ciudadanía hacia la UE es posible que pese el relevo generacional que ha llevado al olvido la terrible tragedia de dos guerras mundiales que asolaron Europa el pasado siglo XX. Es triste, pero es así. Como lo es la ceguera y la demagogia de los líderes europeos actuales, incapaces de asumir que la consolidación de un espacio pacífico, próspero y democrático, con entidad para jugar un papel relevante en el mundo, es una prioridad mucho mayor que la representada por los intereses particulares..

La UE no enamora, no es atractiva para la mayoría social europea. No resulta un incentivo elegir a 715 representantes que en bastantes casos tienen como objetivo general cobijarse en una especie de retiro con Visa. De ahí una prevista abstención de la que no me alegro. Al contrario somos muchos los que queremos Más Europa, pero una Unión con vocación social, levantando las banderas de la igualdad, de la inclusión, de los valores de ciudadanía, que haga de una UE refundada una potencia mundial de la paz y de la lucha por un mundo mucho más justo. Y para lograrlo hará falta mucha movilización social, más de la que hemos sido capaces de organizar hasta el momento.

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