José María Barrera Lemus
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El pasado año, será recordado por el año del destape a la corrupción en El Salvador; así lo afirman muchos analistas nacionales y extranjeros y lo reconfirman a diario los diversos medios de prensa radial, televisiva y escrita. Y no es para menos, pues para nadie es desconocido el enjuiciamiento de tres Expresidentes y varios de sus funcionarios de los últimos tres períodos y el juicio que se le sigue además, a otras figuras políticas y privadas involucradas. Aunque los juicios ya hayan generado la desaparición del expresidente Francisco Flores, aún continúan los procesos en contra de los demás imputados.
Estos casos dejan evidencia de que por primera vez en la historia de El Salvador, se está haciendo justicia y recuperando lo que por derecho le pertenece al pueblo. Hasta hace poco hablar de corrupción, se había convertido en un tema tabú; sin embargo, por la apertura y popularidad del caso, han permitido descubrir como a través de los diferentes gobiernos instaurados en el país, la corrupción siempre estuvo a la orden del día y dedicarse a esclarecerlos implicaría la creación de una instancia exclusiva, lo cual resultaría casi imposible.
Alrededor de este tema tan espinoso y penoso para los involucrados, se plantean muchas hipótesis; la primera, que a falta de una Comisión Investigadora de Casos de Corrupción, como sucedió en Guatemala con la CICIG, en donde juntaron fuerzas nacionales y extranjeras, en el país, le ha correspondido a la Sala de lo Constitucional y a la Fiscalía, asumir tal responsabilidad, amparada en el apoyo norteamericano y en la supuesta autonomía de dichas instancias.
Otra hipótesis consiste en el papel oculto que ha jugado el Poder Económico en el país y los medios de comunicación, incluyendo la tecnología, los cuales han contribuido a desbaratar toda acción tendiente a descubrir aquellos casos que desde su perspectiva, deben ser estudiados a fin de conservar el Status quo. Este tema será objeto de análisis en el siguiente artículo.
Los casos mencionados y otros que continúan apareciendo, han generado mucha reacción y expectativa en la población, tanto a favor como en contra, según la tendencia ideológica o religiosa que mantengan. Las reacciones de los que se manifiestan, tanto en contra, como a favor, están conduciendo a las grandes mayorías a tomar decisiones radicales, que trascienden hasta pensar en NO IR A VOTAR, en las próximas elecciones, como si esta decisión fuera la solucionó de todos los males.
Desde el punto de vista popular, y que se puede percibir en las opiniones que se manifiestan en los diferentes medios, ningún partido se encuentra apto para ganar; sea de derecha, de izquierda o de lo poco que queda de conservadores. Todos se encuentran en la mira de la corrupción; unos más otros menos pero todos tienen algo que devolverle al pueblo.
El término “corrupción”, proviene del latín corruptio-onis, que traducido al castellano puede significar “Vicio o abuso introducido en las cosas materiales y no materiales; no obstante en la actual coyuntura salvadoreña y por la índole de la información que difunden los medios de prensa, se evidencia más la primera. Sin embargo, al hablar de corrupción, es importante aclarar sus múltiples disfraces; el analfabetismo, el desempleo, la pobreza, el hambre, la prostitución, el belicismo y tráfico de armas, el tráfico de drogas, el contrabando, el crimen organizado y la contaminación, entre otros males.
La corrupción en todas sus modalidades ha sido considerada por muchos analistas, como una peste mucho más destructiva que el SIDA o la terrible enfermedad llamada lepra. En otros artículos iré exponiendo cómo influye la corrupción en cada uno de estos.
Sobre este tema, la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, aprobó el 31 de octubre del año 2003, una Convención contra la corrupción, en donde señala en su preámbulo como es de importante e imprescindible “La participación de los Estados por la gravedad de los problemas y las amenazas que plantea la corrupción para la estabilidad y seguridad de las sociedades al socavar las instituciones y los valores de la democracia, la ética y la justicia y al comprometer el desarrollo sostenible y el imperio de la ley”.
Los casos mas sonados en materia de corrupción, deben hacernos reflexionar sobre el espíritu de la Convención, a partir de la cual, todos los Gobiernos, partidos políticos e instituciones responsables, lo pongan en práctica en beneficio del bien común.
La corrupción desde el punto de vista de analistas políticos, en los últimos diez años, ha coincidido con el arribo de gobiernos socialistas al poder, los cuales por su característica de ser representantes populares y de provenir de lugares, en su mayoría modestos, evidencian mayormente su vulnerabilidad a la codicia y al egocentrismo y a la evidencia de su virtual riqueza acumulada; logrando obtenerla de cualquier forma y a cualquier precio. No obstante, es necesario frenarla desde las distintas esferas en que se suceda.
Para garantizar elecciones limpias y transparentes, es necesario un giro de ciento ochenta grados en materia política; el surgimiento de una nueva clase política, con alta capacidad y ética y tecnócrata, en la que se pueda confiar; lamentablemente en nuestro país y en muchos otros, esa búsqueda aún se encuentra lejos de alcanzarse; en todo caso, si así pudiera sucederse en el país, sería de mandarlos a hacer a Ilobasco, o como quien dice, que pasen por una escuela en donde se les instruya para gobernar y en donde no sea necesario pertenecer a ningún partido político para poder ser elegido.
Que Dios bendiga a El Salvador
¡No a la Corrupción…!
¡Si a la Transparencia…!