Por: Oscar Martínez
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Con apenas tres años de jubilación, que parecieran años de tormento, William D. Martínez quiere finalizar el año con su primera “Trabazón” recordando su más de 30 años de servicio y 60 años de calamidades, su último día de trabajo llegó el 31 de diciembre 2019, con un entumecimiento sobre la espalda y endeudado hasta la coronilla, D. Martínez al preguntarle sobre el significado de jubilarse en El Salvador, responde así: lo que te voy a decir no lo he inventado ahora, es la cruda REALIDAD del país que nunca jamás debió haber sucedido en el país, y reto a cualquiera para que evidencie lo contrario, principalmente aquellos que de primera a primera descalifican a sus adversarios sin ningún argumento más que el rumor. En fin, hablemos del gobierno actual, los que trafican con el poder, la influencia, el ocultismo, amiguismo, compadrazgo, nepotismo, a los que utilizan el puesto o su dinero para inducir a unos desechos de personas llamados ministros, diputados, diplomáticos, gerentes, rectores, directores, asesores, coordinadores, troles, sujetos que con oír llamarse funcionarios se sienten halagados y se transforman en residuos que integran un gobierno que aspira anticonstitucionalmente a gobernar por más de cinco años. Más no saben que su periodo se les terminará de una u otra forma y tendrán que rendir cuentas a la sociedad que ya comienza a dar muestras de cansancio de su forma de gobernar, pues los saqueos del dinero público y la no trasparencia están a la orden del día. Al final, apestan con el abuso concedido de sus amos, pues no son más que capataces serviles, listos para ejecutar cualquier orden, calumnia y/o atentado contra el prójimo (el pueblo).
La responsabilidad de D. Martínez, lo mantuvo en la oficina hasta el último día, para cumplir con el trabajo encomendado. “Por ahí dejé un pequeño aporte que algunos se encargaron inmediatamente de descalificar, pero otros, con gusto retomaron”. Me jubilo con la convicción que el sistema (INPEP, AFP’s) nos jode y nos seguirá jodiendo aun con la, dizque reforma que viene en el 2023, pues la pensión jodió a nuestros abuelos, padres y continuará jodiendo a nuestros hijos, nietos, si no se cambia el sistema de raíces. Vivimos bajo un sistema que jode sólo al trabajador pobre, al asalariado, al vendedor callejero, al pequeño comerciante. Este sistema no se destruye, solamente se adapta a nuevas realidades y sigue ahí, quizás más fuerte que antes y los trabajadores asalariados cada vez más débiles. Cuando se enferma el sistema inventan guerras pandemias y se inyectan la medicina que después el pueblo paga. Cuando ven países progresistas cambiando las reglas del juego, caso de algunos países latinoamericanos como es el caso de Perú y Bolivia, que se desarrollan independientemente, acuden a golpes de estados hoy muy bien disfrazados, todo con tal de que no existan alternativas populares en contra del sistema imperante. La generación decapitada mentalmente, o sea, los jóvenes salvadoreños de hoy parecieran nacer inteligentes, pero no, aun con tan excelente tecnología en sus manos para poder informarse correctamente son engañados fácilmente y no ven el futuro como algo que les pueda abordar desde ya, por lo que viven el presente fantaseando, delinquiendo o maldiciendo haber nacido en el peor de los tiempos. La mayoría ni hijos quieren tener. Y es que la sociedad es cruel con ellos, los trae al mundo, los utiliza y una vez no le son útiles se deshace de ellos como porquería descompuesta. Ese es el sistema que alaban los capitalistas, millonarios y el grupo económico político encabezado por Nayib en defensa de sus intereses oligarca-burgueses; sin importarles que hunde a la sociedad y condena a los pobres en miserias y enajenaciones.
D. Martínez inicia así, lo que él llama: su verano patriarcal con una paupérrima pensión que el INPEP le dio como si fuese una limosna que un mendigo espera con los ojos trabados en confusas contingencias. “De aquí en adelante no trazaré futuro alguno, pues una pequeña cosa puede dar al traste con lo planificado y el desaire sea peor. Todavía tengo plena claridad de mis convicciones y no me quedaré con los brazos cruzados para oponerme a lo que crea injusto. He vivido he luchado y hoy medito en cómo ayer sucedieron las cosas y como serán mañana, sabiendo de antemano que el mañana nadie lo conoce, ni dios que se hace del ojo pacho cuando graves problemas afectan a ese montón de desgraciados malnacidos salvadoreños que creen en él, esos seres malparidos que viven regados por todo el mundo y que de lejos cualquier analfabeto mundano le reconoce donde quiera estén”. ¿Y cómo se reconoce a un guanaco en el exterior? ¡Ah!, distinguir un salvadoreño en el exterior es fácil, Roque lo sintetiza muy bien en su Poema de amor, el cual, yo abuso sintetizándolo más, para no escribir el poema completo: somos “los comemierda”. Sí, eso somos. Ya los gringos lo validaron cuando dijeron que para ellos éramos un hoyo de mierda y no valemos más de $5.00, como si su peluquín de espantapájaros fuera hecho de ricitos de platino y el maje cagara en escusados de oro.
Bueno, ¿qué tiene que ver lo escrito con jubilarse en El Salvador? ¡TODO!, pues somos un pueblo deshonrado, burlado, humillado, vilipendiado y sobre todo traicionado, pero, ante TODO, somos millones y millones dispuestos a TODO, aunque las guerras las hayamos ganado luchando en el terreno y luego perdido en las urnas porque ya no seguimos luchando, sino que nos conformamos con administrar un sistema caduco. Sin embargo, aún no estamos dispuestos a tirar la toalla. Si he dicho que he vivido y he luchado, aquí lo sostengo, diciendo: sobreviví ayer y seguiré luchando hasta el último latido del corazón. El sistema hace oído sordo al clamor de los pensionados, sin embargo, los que sirven al sistema, los mismos empleados que se portan petulante ante la clase asalariada en las AFP e INPEP, son los mismos miserables que sólo sirven para lustrar zapatos, analfabetos mentales, idiotas que se venden por unos dólares más y que temprano o tarde maldecirán haber servido treinta o más años a los que también a ellos joderán. Por eso se dice que TODO, pues aparte de unos pocos parias vendepatrias, la mayoría está consciente que la maldita limosna que dan estos malparidos pensionaros no alcanza para que el pueblo tenga un digno retiro.
En el caso particular de D. Martínez, la jubilación esta consumada, su lucha continuará contra este infame sistema por medio de sus mensajes que gritará a miles de hombres que diariamente asientan en el parque Libertad. D. Martínez mantiene la esperanza que su mensaje serán oídas por unos y releídas por los que pasen por allí, aunque no les interese el tema, pero luego no pueden negar que jamás lo leyeron o escucharon. Los cambios radicales en una sociedad no todo el tiempo tienen que ser a través de la lucha armada.
El Salvador ya tuvo dicha oportunidad y ganó. ¡Vaya manera estúpida de desaprovecharla!, dejando servido en bandeja de plata al gobierno actual algo que por diez años tuvo: hacer todas aquellas transformaciones sociales que tanto anhelaba el pueblo y que fue el sustento que los llevó a hacer un gran partido. No obstante, nunca se desprendieron de sus intereses personales, grupales e ideológico a su interior y chocaron con un sistema que no estaba dispuesto a darles más concepciones que las que hasta las elecciones del 2009 y luego 2014 habían conquistado. El sistema se encargó de aprovechar los errores de conducción de los dos gobiernos dizque de izquierda para debilitarlos y sacarlos poco a poco de la palestra política y, lo que no pudo hacer con las armas, lo hizo con las artimañas que viven con el gobierno actual: pudrición mental, corrupción, nepotismo, es parte de lo mismo, lo que históricamente han hecho con tal de continuar con el modelo neoliberal y que el partido de izquierda no pudo, mejor dicho, no quiso confrontar.
William D. Martínez se compromete a seguir con su “Trabazón” de mensajes con objetividad, para la construcción colectiva de alternativas a problemas que no se necesitan de tanques de pensamiento, ni gran maestría para resolverlos, como es el caso de las pensiones, pues la única salida “es eliminar las AFP´s y fortalecer el INPEP como sistema único de pensiones que realmente responda a la clase trabajadora, sin necesidad de instancias mediadoras que ya de por si están, una enriquecida y la otra obsoleta. Este sistema único de pensiones debe administrarse por personas seleccionadas por un staff de profesionales probos que no tengan ningún vínculo con el gobierno actual. ¡UTOPIA! Cierto, pero si no comenzamos a confiar en nosotros mismos y damos el primer paso no habrá nada que nos puede sacar de este hoyo de mierda al que nos tienen metido, no de hoy, sino desde hace mucho tiempo.
Aprovechamos el espacio de Diario Colatino para invitarle a la presentación del libro: “Obituario de un médico” escrito por William D. Martínez, que se presentará en el lugar Ataneo de El Salvador, ubicado en la 13 calle poniente, costado norte del Palacio de los Deportes, Centro de Gobierno en San Salvador. El sábado 17 de diciembre a las 3:00 p.m. favor confirmar asistencia al teléfono: 79042444
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