Iosu Perales
Pensar sobre cómo pensamos no es una práctica extendida. En realidad, la actividad de pensar es muchas veces espontánea. Con frecuencia nuestro pensar está interferido por prejuicios, ideas preconcebidas y la propia ideología que se cuela en los hechos adaptándolos a lo que en cada momento nos puede interesar.
Por su parte el pensamiento crítico tiene pasión por la verdad y en cada momento se acerca a la realidad objeto de estudio de una manera libre y desde el rigor. He aquí algunas pautas para mejorar nuestra forma de pensar:
-El pensamiento crítico nos interpela a estar siempre atentos a desconfiar de aquellas ideas que no logramos transmitir con orden. Seguir reflexionando y estudiando hasta conseguirlo es una buena idea.
-Contra la autosatisfacción. Cultivar siempre la actitud de ir un poco más lejos. No debemos instalarnos en un confort espiritual, ni sentirnos cómodos en el mundo.
-Hay que imaginar y luchar por un mundo en el que nos podamos sentirnos mejores, lo que significa inconformismo, no quedarnos instalados en la seguridad de “verdades” establecidas como dogmas.
-Considerar la realidad problemáticamente. No hay realidades estables. Aplicado a lo social y a la política supone explorar siempre en nuestras propias afirmaciones, cuestionarlas si es necesario, y actualizarlas.
-Cuando llegamos a una conclusión hay que preguntarse, ¿y si realmente es lo contrario? ¿si el otro tiene razón?
-Un criterio metodológico: no dar ningún criterio como intocable, someterlo siempre a examen.
Es una lástima que el pensamiento crítico no esté muy extendido en las izquierdas. Entre otras cosas porque genera perturbación, duda, y es más rentable ubicarse en un espacio políticamente seguro.
Asumir y practicar el pensamiento crítico es un modo de vivir y estar en el mundo y, como con secuencia, también en la vida y en la lucha social y en la política. Mi punto de vista sitúa el pensamiento crítico en algunas de estas funciones:
1. Su primera función es asegurar una visión realista del mundo sobre el que se desea actuar y de nosotros mismos. Esto significa no falsificar la realidad para someterla a una idea ya preconcebida.
2. El pensamiento crítico es un pensamiento que huye de la seguridad intelectual dogmática y de cuadros explicativos ideológicos, y se abre camino por la profundización permanente del conocimiento. La persona revolucionaria parte de los datos, de los hechos. Lenin dijo, reproduciendo a Goethe: la teoría es gris, pero por fortuna verde es el árbol de la vida.
3. En tercer lugar el pensamiento crítico no teme conocer la verdad. La verdad es revolucionaria dijo nuestro Che. Ello supone ser receptivos y aceptar las malas noticias, lo que no nos gusta. Para ello nada mejor que la crítica y la autocrítica.
4. La distorsión de la realidad para presentar al rival peor de lo que es, no es buena idea. De la misma manera hay que tener cuidado con embellecer lo propio. El pensamiento crítico no confunde la teoría con la propaganda.
5. Es un pensamiento para la acción, para la movilización.
6. Cuando llegamos a una conclusión hay que preguntare por el camino seguido para llegar a ella. Todo camino es de elección y rechazo. Hay que preguntarse si hemos dejado algo valioso en el camino.
7. ¡Sapere aude! Era el lema de Kant, es decir, ¡atrévete a pensar! Lo que llevado a la práctica significa dejar de lado las ideas troqueladas y comprometerse con la verdad por dura que sea.
Abrazar el pensamiento crítico supone estar dispuestos a reconocer realidades que no nos gustan. Uno de los problemas del pensamiento crítico es que, con frecuencia, es demasiado inquietante porque ciertas cosas no deben decirse en público ya que nos puede perjudicar. Se dice que las malas noticias no ayudan a la causa. Pero, en esos casos, cuando callamos y transigimos para no airear nuestras debilidades podemos llegar a colaborar con la deformación de la realidad y con la permanencia de la injusticia. Ocultar la verdad termina por perjudicarnos. Nos mentimos a nosotros mismos.
No todas las personas de izquierda están en disposición de asumir el pensamiento crítico. Digamos de paso que en las izquierdas hay personas y sectores conservadores, conformistas, no todas las personas que se definen de izquierda son revolucionarias. No son dos conceptos sinónimos. De hecho, hay quienes se sienten y consideran intelectualmente de izquierda y son conservadores y conformistas en numerosos asuntos de la vida: cuestión nacional, relaciones de género, opciones sexuales, aborto, eutanasia, medio ambiente y cambio climático, migración, desarrollo, cuestión moral, tradiciones, etc. Así, por ejemplo, el marxismo oficial soviético era conservador en su concepción desarrollista y también en cuestiones morales. No hay más que ver el tratamiento de la homosexualidad en la URSS y en los países del Este, algunos de los cuales como Hungría, Chequia y Polonia son en pleno siglo XXI mayoritariamente retrógrados en este punto.
En cambio, el desarrollo del pensamiento crítico es inseparable de la creatividad, de vivir removiendo las aguas, las propias también. Es actitud de combate para someterlo todo a revisión, a profundización, y también a saber más de todo aquello en lo que la izquierda está implicada. Che Guevara dijo que exponer a los oprimidos a la verdad de su situación, equivale a abrirles La vía de la revolución. El amor a la verdad, por fea que ésta sea, no decepciona, sino que anima a pertrecharnos mejor en lo intelectual y en la conciencia.