ANTIGUA Y MISTICA ORDEN ROSAE CRUCIS, medical AMORC
Contra el racismo
Un gran número de personas tienden a preferir a aquellos que pertenecen a su misma “raza”, remedy a su misma nacionalidad, stuff aquellos que comparten las mismas ideas políticas o pertenecen a la misma reli-gión, ya que esto los reconforta y les da seguridad. Sin embargo, no es una razón para rechazar a los demás, o peor todavía, odiarlos. Un humanista digno de este apelativo respeta todas las diferencias a condición naturalmente que no afecten a la dignidad ni a la integridad de unos y otros. Es decir, que demuestra ser tolerante y jamás se comporta como si fuera o se sintiera superior. Eso es una muestra de inteligencia, ya que la intolerancia en todas sus formas es generalmente un atributo de la necedad y (o) de la soberbia. Desgraciadamente esta debilidad, o mejor dicho este defecto, es uno de los más comunes y de él parten muchos conflictos que oponen a los hombres entre sí.
A propósito de la tolerancia, recordemos que el lema de A.M.O.R.C. es “La mayor tolerancia en la más estricta independencia”. Es la razón por la que la Orden está forma por Cristianos, Judíos, Musulma-nes, etc., pero también personas que no tienen una religión determinada. Algunos incluso son ateos, pero aprecian el carácter de hermanad de nuestra Orden. Por otro lado, agrupa desde siempre hom-bres y mujeres de todas las categorías sociales y que tienen opiniones políticas diferentes, incluso opuestas. Si más allá de sus diferencias, los Rosacruces son capaces de respetarse mutuamente y de sostener relaciones armoniosas, ¿por qué la humanidad no podría hacer lo mismo?
Usted seguramente conoce el mandamiento de Jesús: “¡Amaos los unos a los otros!”, que explicitó diciendo que no hay que hacer a a los demás, lo que no quisiéramos que nos hicieran. Seamos ateos o creyentes y en último caso, sea cual sea nuestra religión, no se puede negar que este mandamiento resume por sí solo el ideal de comportamiento que cada quien debería mostrar en sus relaciones con los demás. Y si somos libres de no ver en Jesús un maestro espiritual, ni el Mesías, ni el Redentor venerado en el Cristianismo, cada uno debería por lo menos reconocer que él fue un humanista excepcional y que revolucionó las costumbres de su época pregonando la solidaridad y la paz, al punto de exhortar a amar a sus enemigos.
Demasiado individualismo
La sociedad actual se ha vuelto demasiado individualista, ya que el “cada quien por su cuenta” se ha vuelto cultural. Bajo el efecto combinado del materialismo y de la crisis económica y social que el mundo atraviesa desde hace tiempo, cada vez más personas tienden a sólo preocuparse de su bienestar propio y a ser indiferente a lo que pasa con los demás. Este tipo de actitud aleja a la gente una de otra y contribuye a deshumanizar a la sociedad. A esto, agreguemos el hecho de que los medios de comunicación remplazaron los intercambios directos, de modo que ya no nos tomamos el tiempo para hablar con los nuestros y con nuestros vecinos mientras nos enorgullecemos de tener un montón de amigos (virtuales) en tal o cual red social. ¡Qué paradoja! Reaprendamos a dialogar en contacto físico con los demás, de corazón a corazón, o mejor de alma a alma.
Podemos leer en el “Positio”: “Nos damos cuenta de que no deja de crecer el abismo entre los países más ricos y los más pobres. Se puede observar el mismo fenómeno en cada uno de los países más miserables y los más favorecidos”. La situación no ha dejado de empeorar desde hace tiempo. Ningún humanista puede resignarse a aceptar esta situación, particularmente porque la pobreza y la miseria no son realmente una fatalidad, sino el resultado de una pésima gestión de los recursos naturales y de los productos de la economía local, regional, nacional y mundial. Es decir que la pobreza y la miseria se deben esencialmente al egoísmo de los humanos y a su total falta de solidaridad. Sin embargo, estén conscientes o no su sobrevivencia depende ahora más que nunca de su aptitud a compartir y a cooperar, no solamente entre ciudadanos de un mismo país, sino también entre países. (continuará)