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Empoderamiento femenino y diversificación con alternativas agroecológicas

La agricultura y su capacidad para transformar la vida de la mujer. Raquel Medrano, de 32 años, es una madre de familia que creció al margen de las oportunidades educativas y productivas. Consagrada al hogar y al cuidado de sus hijos vio su vida transformada al integrarse a una iniciativa implementada por FAO y CENTA, relacionada a la implementación de prácticas que contribuyen al mejor uso y manejo de pesticidas en el municipio de San Luis Talpa, departamento de La Paz.

Loroco, mora, tomate, plátano, aguacate, cebollines, caña, yuca, piña y frijol de rienda son los cultivos que produce Raquel en su parcela diversificada, a pesar que ella misma cuenta que es “nueva” en la agricultura, que, hasta agosto de 2018, jamás había escuchado hablar sobre alternativas agroecológicas ni sobre prácticas orgánicas. Para entonces, su vida estaba concentrada en el hogar. También cuidaba animales de crianza y algunas veces, ayudaba a su esposo con sus cultivos de maíz y plátano.

“Antes me dedicaba a las cosas de la casa y cuidar a mis hijos más que todo a ella que es especial”, dice señalando a sus dos hijos: una de 12 y el otro de 6 años de edad. Según Raquel, se interesó en formar parte de esta iniciativa agrícola cuando vio que podía generarle condiciones productivas y generación de ingresos, vendiendo y obteniendo ganancias.

“Sin el proyecto mi vida hubiera seguido lo mismo, como estaba, porque yo no tenía cómo sembrar, menos cómo instalar un sistema de riego ni el macrotúnel”, explica. Por eso, describe al proyecto como la oportunidad de su vida, como el proceso que la ha marcado para siempre, sobre todo considerando que Raquel nunca llegó a ir a la escuela y que hasta la fecha no sabe leer ni escribir.

EL PROYECTO QUE CAMBIÓ LA VIDA DE RAQUEL

“Estoy contenta por todo lo que he recibido. Se que de ahí voy a comer, voy a salir a vender y también voy a regalar”, afirma con la mirada puesta en la parcela mientras habla de sus proyecciones a futuro. El proyecto liderado por FAO, en el que participó Raquel se describe como un esfuerzo enfocado en contribuir con la creación, el fortalecimiento y la difusión de políticas públicas, relacionadas con la reducción de los riesgos asociados al uso de plaguicidas.

En esa lógica, la meta global del proyecto se enfocó en reducir los riesgos asociados al uso de plaguicidas por medio de la gestión sostenible de la agricultura familiar. La cobertura alcanzada incluyó al menos a 120 personas productoras, habitantes de las comunidades:

El Porvenir, San Marcos Jiboa, Haciendo Loma de Gallo y El Hervedor. Los objetivos específicos del proyecto fueron tres:

Desarrollar un proceso de investigación y diseminación para compartir información sobre los riesgos de salud asociados con la exposición a plaguicidas.

Fortalecer las capacidades de instituciones públicas e interesados locales sobre los modelos más nuevos de agricultura sostenible, prevención, reducción de riesgos para la salud y el medio ambiente.

Proporcionar a agricultores en el área de implementación del proyecto opciones alternas de modelos más nuevos de agricultura sostenible, para reducir los riesgos de salud y de deterioro ambiental.

La ejecución del proyecto contó con el apoyo financiero del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y con participación del Enfoque Estratégico para la Gestión de Productos Químicos a Nivel Internacional (SAICM). Además, incluyó la colaboración de actores vinculados con la temática de reducción de los riesgos asociados al uso de plaguicidas, entre ellos: la Alcaldía Municipal de San Luís Talpa, la Dirección General de Sanidad Vegetal y Animal (DGSVA), el Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal “Enrique Álvarez Córdova” (CENTA), el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Instituto Nacional de la Salud (INS/MINSAL).

SER MUJER Y REFERENTE DE AGRICULTURA EN UNA COMUNIDAD DE SAN LUIS TALPA

“En el municipio, siempre la agricultura la han trabajado los hombres, pero el proyecto ha permitido que las mujeres también se empoderen con el tema. Yo escucho cuando entre los mismos participantes comentan y dicen: ¿ya le viste la parcela a Raquel?; la ponen de ejemplo”, comentó uno de los técnicos de FAO.

Raquel reconoce sus logros. Sabe que muchos conocidos y amigas suyas se sorprenden por su trabajo. Sus ojos brillan mientras cuenta que también ha logrado llamar la atención de su esposo, pues con todo lo que ella ha aprendido en la Escuela de Campo (ECA) de El Porvenir, se ha animado a hacerle sugerencias sobre cómo cultivar. Eso a pesar de que él ha trabajado en agricultura toda la vida. “Mi esposo no está en el proyecto, solo yo estoy en esto. Él se fijó y después me dijo que se me estaba pegando bien la tomatera. Yo le dije que no voy a usar de esos venenos que él usa. Yo le cuento lo que nos enseñan, ahora recogemos las hojas y después las echamos como abono. De esto ocupe, le digo yo, y ya va a ver”, manifiesta haciendo alusión a los componentes orgánicos que prepara y usa en sus cultivos.

APRENDER A CULTIVAR SIN AGROQUÍMICOS Y DECIDIR HEREDAR ESOS CONOCIMIENTOS

Raquel se levanta antes de que el sol salga. Luego, explica animada que desde que tiene su parcela no pasa en la casa, que toda la tarde la dedica a sus cultivos, hasta bien entrada la noche.

Con esfuerzo, Raquel participó en las principales actividades formativas, aprendió sobre alternativas agroecológicas y modelos agrícolas sostenibles. Asimismo, como parte del proyecto, fue apoyada con la elaboración de su plan de finca y con la construcción de su parcela. Recibió materiales y acompañamiento para montar un macrotúnel, para la instalación de un sistema de riego en 400 m2 y recibió plantines para diversificar los cultivos en el espacio donde su esposo ya sembraba plátano y maíz. Fue así que comenzó a producir, usando solo elementos orgánicos tanto en agricultura protegida como en plantaciones a cielo abierto.

En total, en la comunidad de Raquel se construyeron 16 parcelas diversificadas en los terrenos propios de personas beneficiarias del proyecto, replicando la estructura montada en la ECA de El Porvenir. Raquel es una de las dos mujeres de la comunidad que son titulares de sus parcelas.

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