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Empujando la Cons´piración contra el pueblo y la República

Carlos Girón S.

Los enemigos de nuestro pueblo y la República no duermen maquinando formas y estrategias de cómo golpear con la mayor dureza a uno y la otra y empujar su conspiración –igualito que en Venezuela–, cuyo gran objetivo es derrocar al Gobierno y rehacerse del poder político para afianzar el otro poder, el económico.
La conspiración la encabezan y dirigen los políticos de derecha, con el soporte del poder económico y, aparte de sus propias maniobras, como titiriteros manejando a los integrantes de la macabra “Sala” dentro de la Corte Suprema de Justicia, cuyo presidente apenas se atreve a decir “pío”.
Extraña que la Asociación de Constitucionalistas de El Salvador (ACOESSV) se mantenga callada como si no se siguiera atentando aquí contra el orden y la legalidad jurídica y constitucional, provocando la cólera, la ira y la indignación más exaltadas en la población, la que se esfuerza con su trabajo en mantener a la Nación en pie y procurar su progreso. Esa cólera e indignación del pueblo –no turba, chusma o populacho — se han hecho más manifiestas en los últimos días ante los portones de la Corte Suprema de Justicia, no contra el pleno, sino contra los cuatro Catilinas de la “Sala”, a quienes, como en la Roma antigua, les gritan: ¿Hasta cuándo Catilinas abusarán de nuestra paciencia? ¿Cuánto tiempo más hemos de ser todavía juguete de vuestro furor enloquecido? ¿Dónde se detendrán los arrebatos de vuestro desenfrenado atrevimiento?
¿Por qué esas demostraciones a las puertas de la Corte? Por el más reciente y artero golpe de esos 4 Catilinas al pueblo –no turba— al aducir falazmente inconstitucionalidad del proyecto SITRAMSS y estar provocando con ello su colapso, lo que sería una, pues se trata de un moderno sistema de transporte público colectivo que, como bien se ha dicho, es una de los logros emblemáticos del presente Gobierno, por el inmenso beneficio que le trajo a la población trabajadora poniéndole un medio de desplazarse de sus casas a sus trabajos y viceversa, rápido, seguro y buen precio del pasaje, situando a nuestra capital a la altura de otras grandes ciudades europeas y americanas que cuentan con un servicio similar.
Si llegara a desaparecer el SITRAMSS, como lo ha dejado entrever la empresa SIPAGO, ejecutora del proyecto –y ojalá que no suceda eso– los usuarios del transporte público regresarían a ocupar las chatarras rodantes de un sistema obsoleto, causantes de tantos accidentes y muertos y embotellamientos debido a las máquinas chatarra y al abuso y prepotencia de sus choferes. Ese transporte colectivo chatarra es, además, causante de una gran contaminación ambiental, contaminación que es causa también del incremento de enfermedades respiratorias, cuyos pacientes contribuyen a la saturación de la consulta hospitalaria.
Con la medida cautelar de los 4 Catilinas, los 45 mil pasajeros que a diario se han movilizado en las modernas, aseadas y elegantes unidades articuladas del SITRAMSS, de Soyapango, Ilopango y comunidades circunvecinas, volverán a viajar como sardinas enlatadas en los buses chatarra de Genaro, pagando más por los pasajes y con frecuentes demoras de llegada a sus ocupaciones. Pero eso les importa un comino a los Catilinas guanacos, como igual les ha importado que el país cayera en impago por otras medidas dictatoriales de ellos, que ya los ciudadanos conocemos muy bien, lo que a su vez ha degenerado en la llamada y artificial “crisis fiscal”.
La gente no cree que los 4 Catilinas no estén conscientes de la maldad de sus acciones y del enojo y furia que desatan entre la población honesta y trabajadora tan es así que esa misma gente considera que los 4 Catilinas no se sienten seguros por donde andan y es probable que tengan nutridas escoltas de guardaespaldas y conduciéndose en vehículos blindados. Un hecho del que quizá no muchos alcanzan a percatarse es que las perversas, frecuentes y malvadas acciones, tanto de los 4 Catilinas, como de los políticos de oposición al Gobierno, o sea, los enemigos del pueblo, generan lo que se ha visto en estos días a la entrada de la CSJ: estallidos de cólera, indignación y un mal humor que, todo ello, en conjunto, envenena la sangre por las toxinas que se crean. Y luego, ¿qué pasa? Enfermedades de la gente, no sólo orgánicas, sino también mentales, psicológicas y psíquicas. A pesar de su complejidad, el ser humano es sumamente frágil, con poco se desestabiliza, perdiendo su armonía interior y abriendo las puertas a las dolencias. Y aquí otra vez: saturación de los hospitales y clínicas médicas, provocando una alta elevación de costos del Gobierno en la atención de esos pacientes.
Cabe preguntarse si ¿en un clima de confrontaciones, de ataques arteros y una guerra abierta, contra nadie más sino contra el pueblo soberano, puede florecer la Paz?
La Iglesia Católica se da perfecta cuenta de esta situación, pero pide que haya paz en nuestro país. Ante las condiciones imperantes, la única paz que podría esperarse sería la derivada de una sumisión total del soberano, como la del esclavo ante el amo, que le exige besarle los pies, frente a los golpes y heridas que le ocasionan los 4 Catilinas y sus otros enemigos. Pero eso no se va a poder. Ya se está agotando la paciencia; ya se han escuchado expresiones de que el soberano está cansado; ya han resonado llamados a la desobediencia civil y al desacato de resoluciones abusivas y caprichosas dictadas por los Catilinas, las cuales van con dedicatoria a la población menos afortunada, y también ya se han enarbolado banderas reclamando los derechos humanos y ciudadanos. El soberano es, de por sí, pacífico, pero si lo quieren tomar como tonto, puede salírsele “el indio” y no responder por lo que pueda pasar.
Los conspiradores contra el pueblo soberano y la República deben tomar nota de esto último y no seguir tozudamente empujando su conspiración. Con frecuencia, las cosas toman un efecto de bumerang.

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