Santiago Leiva
Redacción Co Latino
El día pintó gris desde el alba. A las 6:00 de la mañana, en el occidente, una luna tenue confabulaba con el sol que aparecía en el oriente, y que apenas se dibujaba sobre las faldas del cerro San Jacinto. En otro punto de San Salvador, la Escuela Concha Viuda de Escalón, la Marcha de la Unidad buscaba imponerse al himno triunfal de ARENA. La carrera por la conquista de 262 comunas y 84 escaños del Palacio Legislativo había comenzado.
A la puja por las sillas edilicias y las curules se sumaron también, desde tempranito, GANA, PCN, PDC, CD y PSD, pero como siempre, terminaron siendo mayoritariamente testigos presenciales de una lucha cuerpo a cuerpo entre el FMLN y ARENA. Los conteos iniciales y las tendencias hasta antes de la medianoche anunciaban un panorama oscuro para el partido en el gobierno. Anunciaban la imposición de los colores de ARENA, pero en los centros de votación primó el blanco y negro.
Es que contrario a comicios anteriores en donde las anomalías fueron pan caliente, y hubo que defender el voto con sudor y sangre, lo que se presenció ayer fue una fiesta cívica, pero una fiesta cívica descolorida. Sea por desgano, desesperanza, apatía o falta de credibilidad, en esta ocasión las camisas rojas; roja, azul y blanco, verde, azul o anaranjada se visualizaron muy poco en las calles capitalinas y del interior del país. Ayer, familias enteras optaron por vestir de civil o identificarse mejor con elásticas de equipos de fútbol, invisibilizando así sus preferencias electorales. Las banderas o banderines también hondearon muy poco en los automotores, marcando una clara evidencia que el partidismo es parte del pasado.
La apatía y el desencanto para los comicios de este 4 de marzo se respiraba a leguas, y lo sucedido ayer en las urnas no fue sino llevarlo al campo de la práctica. Hubo cientos de SOS invitando a votar, pero las Juntas Receptoras de Votos no tuvieron los clientes deseados, y las anomalías, como no habilitar los centros de votación al horario indicado, pasaron inadvertidas.
En las nueve JRV instaladas en el INDES, por ejemplo, faltaba una hora para cerrar urnas, y de las 5,600 personas acreditadas para votar allí solo habían asistido poquito más de dos mil. En las urnas instaladas en el INFRAMEN donde esperaban cerca de 12,600 personas apenas habían acudido un poco más del 55% hasta poco antes de las 3:00 de la tarde. Ese ausentismo se percibió en la capital, también se hizo sensible en varios centros de votación de la populosa ciudad de Soyapango, o Ciudad Delgado. En la Escuela Juana López del Barrio San Sebastián de Ciudad Delgado la votación fue tan fluida que muchas de las JRV lucieron tempranamente sin electores. Hasta el cierre de esta nota las autoridades electorales no tenían un porcentaje de cuántos de los más de cinco millones de salvadoreños asistieron a las urnas, pero había clara evidencia que el electorado bajó. “El sistema de participación ha bajado. Tenemos una tendencia a la baja”, dijo el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE) Julio Olivo.
Era muy temprano para dar datos en firme, pero todo indicaba que aparte del ausentismo, el manto negro de la noche caía sobre el FMLN, que ganaba la derecha, en unos comicios celebrados en blanco y negro.
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