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Ismael Parada sube a una palmera de corozo para cortar las flores y palmas que son utilizadas en Semana Santa. Foto Diario Co Latino / Josué Parada.

En busca de la “Flor del Señor”

@jospadfoto

Rafael Nejapa se entrelaza una cuerda alrededor de sus piernas, sovaldi sale hace un nudo y se sujeta fuertemente. Se inclina hacia atrás, observa el vasto espinoso y la altura de la palmera que yace frente a él, esta a punto de iniciar la búsqueda del tesoro de la tradición, esta apunto de encontrar la “flor del señor”. Sostiene las cuerdas y poco a poco escala sobre el áspero tronco de palmera, rozando las grandes espinas que resguardan la planta, como protección a cualquier amenaza.

Llega a la cima, el sol castiga su tez con más intensidad, las hormigas empiezan a migrar a sus brazos, y alguna que otra abeja intenta menguar el esfuerzo. Machete en mano y ayudado con un gancho de madera, corta algunas ramas secas que obstaculizan el trabajo, evade panales de abejas y se dispone a cortar una pacaya de gran tamaño que contiene en su interior la Flor de Corozo. Abajo, un grupo de hombres sostienen las cuerdas y recogen las flores y las palmas que Nejapa desciende con gran cuidado.

El cantón el Capulín, de Jujutla, Ahuachapán, recibe cada año la visita de los miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno de Izalco, quienes se aventuran el lunes antes de la Semana Santa en busca de las palmeras de corozo y de coyol, para cortar las flores de dicha planta, así como las palmas que serán utilizadas en la conmemoración de la Semana Santa. “Venimos a buscar la flor para “tata chuz”, tengo más de 30 años de venir, ahora por mi edad ya no me puedo subir a los palos a cortar, pero siempre estoy pendiente de buscar los terrenos donde abunden los palos de coyol” Manifiesta Felipe Pilía, el octogenario que dirige al grupo y el que se encarga de ir previamente con algunos miembros de la hermandad a solicitar los permisos a las fincas de la zona. Por años Pilía escaló las palmeras y cortó la “flor del señor” cómo algunos le llaman, pero cuando el tiempo avanzó en su cuerpo, la nueva generación de cortadores empezó la labor. Nadie sabe el por qué se utiliza la flor de esta planta en la Semana Santa, para los más longevos es el perfume del señor y las espinas que recubren el tronco simbolizan las espinas de la corona de Cristo.

Los grupos de cortadores se dividen en grupos y buscan los árboles en la zona, que cada vez son menos y más difíciles de ubicar. El terreno seco, inclinado y el intenso sol son algunos de los obstáculos que enfrentan los cortadores, pero todos coinciden que lo hacen por voluntad y devoción a Jesús Nazareno, ya que sin las flores y palmas la tradición no sería la misma.

Muchas veces los hombres que suben a las palmeras son sorprendidos por animales que anidan en la punta de la planta, abejas, garrobos, ardillas e incluso culebras, sin mencionar las grandes espinas que protegen toda la corteza del tronco, las hojas y las flores.

Sin embargo, los mismos participantes cuentan que nunca nadie ha caído de un árbol cortando las palmas. Luego de ser cortadas, las enormes pacayas y las palmas son limpiadas de toda las espinas que tienen, y son cargadas por todos los miembros en todo el terreno hasta llegar al camión que los conducirá de nuevo a Izalco.

La palmera de corozo y de coyol es propia de las zonas secas y climas cálidos, en la zona occidental Jujutla posee vastos terrenos con dichas características, lo que propicia su existencia.

En Izalco las flores de corozo y coyol son utilizadas en la velación de la imagen de Jesus Nazareno el Lunes Santo, las palmas para el Domin de Ramos y para edornar las imágenes de los crucifijos de las cofradías indígenas que participan en la Procesión de los Cristos el Jueves Santo.

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