Timbu/AFP
Nidup Gyeltshen
Es un sábado cualquiera en un hospital de Bután y el doctor Lotay Tshering, enfundado en una bata blanca, acaba de terminar una operación de vejiga. Es su forma de olvidarse por un rato de su trabajo de primer ministro.
Este médico de cincuenta años dirige desde el año pasado el gobierno de este pequeño país himalayo de 750.000 habitantes, después de haber ganado con su partido las terceras elecciones legislativas democráticas de su historia.
“Me permite relajarme”, declara a la AFP el primer Ministro de esta monarquía parlamentaria. “Algunos juegan al golf, otros practican tiro al arco y a mí me gusta operar. Aquí paso mis fines de semana”.
En medio del trajín diario, nada permite distinguir en los pasillos a este médico de los demás. El personal está atareado y no le presta atención.
El reino de Bután, un pequeño territorio enclavado entre India y China, es conocido mundialmente por su Felicidad Nacional Bruta (FNB), uno de cuyos pilares es la preservación del medio ambiente.
Gracias a sus bosques, que cubren el 72 % del territorio, este Estado montañoso del tamaño de Suiza es la única nación del mundo, con un balance de carbono negativo. Absorbe tres veces más dióxido de carbono del que produce.
Su Constitución impone que los bosques cubran al menos el 60 % de la superficie del país. El turismo está limitado por un visado que asciende a cientos de dólares diarios de estancia, con gastos de viaje incluidos.
La capital, Timbu, no tiene semáforos. La venta de tabaco está prohibida y hasta 1999 no se autorizó la televisión.
Las competiciones de tiro al arco, acompañadas a menudo de un gran consumo de whisky, son el deporte nacional. En muchas casas se ven penes pintados para ahuyentar a los malos espíritus.
En la tierra del dragón relámpago, como se le llama, no todo es color de rosa. El país sufre problemas de corrupción, pobreza en las zonas rurales, desempleo juvenil, bandas criminales…
– Salud pública –
Lotay Tshering se formó en Bangladesh, Japón, Australia y Estados Unidos. En 2013 entró en política, pero en las legislativas de ese año, las segundas desde el final de la monarquía absoluta en 2008, su partido Druk Nyamrup Tshogpa (DNT) no pasó a la segunda vuelta.
Tras su derrota electoral, viajó por el país y ofreció cirugías gratuitas. El rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, lo nombró jefe de un equipo de médicos encargados de viajar con el personal real, por los pueblos aislados para prestar atención médica no remunerada.
Ahora, ya como primer ministro, se pasa los sábados tratando a los pacientes que le envían y los jueves por la mañana saca un rato para formar a médicos. El domingo lo dedica a la familia.
En su oficina de jefe de gobierno, hay una bata de laboratorio colgada en el respaldo de la silla. Una forma -dice- de no olvidar su promesa electoral de mejorar el sistema sanitario butanés.
Cree que se han hecho progresos importantes como la mejora de la esperanza de vida, la reducción de la mortalidad infantil, la eliminación de muchas enfermedades infecciosas y la disminución de las vinculadas al estilo de vida, como la diabetes y el alcoholismo.
En el hospital, el paciente operado de la vejiga durante cinco horas, un hombre de 40 años llamado Bumthap, está satisfecho con el resultado.
“Ahora que me operó el primer ministro, considerado uno de los mejores médicos del país, me siento aliviado”, declara a la AFP.
Para el jefe del Gobierno la política se parece al ejercicio de la medicina. “En el hospital examino y curo a los pacientes. En el gobierno examino las políticas de salud e intento mejorarlas”.
Atender a los pacientes en el hospital es algo que “seguiré haciendo hasta la muerte y echo de menos no poder estar aquí cada día”.
Los días que conduce por las calles de Timbu, cuando no recurre al chófer, siente el impulso “de girar a la izquierda, hacia el hospital”.