Hugo Fajardo Cuéllar*
Docente Investigador. UES.
Mons. Romero.
Un 15 de agosto de 1917, nació en el pueblo de Ciudad Barrios, San Miguel, Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, mejor conocido en El Salvador y el Mundo, como: Monseñor Romero (asesinado el 24 de marzo de 1980), quien fue un hombre que ungido por Dios predicó el Evangelio de Jesús, para contribuir, como iglesia que peregrina incansablemente en la lucha preferencial por los pobres, en la búsqueda de su liberación.
A la edad de 14 años, Oscar Romero, ingresa en el año de 1931al Seminario Mayor de San Miguel, en 1937 ingresa al Seminario Mayor San José de la Montaña, Es ordenado Sacerdote el 4 de abril de 1942, y en 1944 es enviado a Roma para proseguir sus estudios de Teología. Su entrega fiel al Sacerdocio lo lleva a ser nombrado como arzobispo de la Catedral de San Salvador el 23 de febrero de 1977, en un contexto histórico social marcado por la tensión política y la represión de la dictadura militar y del gobierno del presidente de la República de El Salvador de ese momento: El coronel Carlos Humberto Romero.
Su misión pastoral como arzobispo de Catedral de San Salvador, se llevó acabo en una de las etapas históricas más difíciles de El Salvador, en medio de una guerra civil que estaba en su inicio, la cual tomó la forma de un conflicto armado entre el ejército y gobierno de aquella época y la guerrilla formada por personas del pueblo, conocida como Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Dicha etapa histórica estaba marcada por una represiva y sangrienta dictadura militar, que perseguía, desaparecía y asesinaba a todas las personas y organizaciones que eran criticas al régimen gubernamental y dictatorial de aquel entonces.
Pese a esas condiciones de persecución, represión y muerte, impuesta por la dictadura militar de la época, Monseñor Romero, inspirado en Dios y en el ejemplo de lucha por la justicia y el respeto a los derechos humanos de su compañero Rutilio Grande, quien fue asesinado, antes de él por los militares el 12 de marzo de 1977, se convierte de manera sorprendente para las clases dominantes de la época, en el pastor que está dispuesto a dar su vida por sus ovejas. Por eso fue llamado “La voz de los sin voz”.
Monseñor Romero, desde su niñez adolescencia y juventud se caracterizó por ser una persona serena y callada, y con una actitud conservadora respecto a los sectores del poder en El Salvador, rasgo central en su personalidad, que lo mantuvo hasta convertirse en sacerdote y en arzobispo, pero fueron las circunstancias históricas concretas que le tocó vivir y la influencia de su homologo Rutilio Grande las que lo llevaron a transformarse en un sacerdote que denunciaba la injusticia , la represión y la corrupción de su época, inspirado en el evangelio, aun a sabiendas que sería asesinado por esa causa.
Similar a la experiencia de Jesús el Cristo, el nacimiento, vida y muerte de Oscar Arnulfo Romero, estuvo marcada por los signos de los tiempos. Un niño, un joven y al final un hombre que siempre se mantuvo fiel a su fe en Dios y el amor al prójimo encarnado en la defensa y lucha por los más pobres y oprimidos de El Salvador y todo el mundo; por eso Ignacio Ellacuria, Sacerdote Jesuita, uno de los mártires de la UCA, dijo: “Con Monseñor Romero, Dios ha pasado por el Salvador”.
Esa entrega cristiana de Romero por el prójimo y en particular por los más pobres de este mundo, ha hecho que su pensamiento y acción, sigan vivos en el presente de la sociedad salvadoreña., es decir su muerte martirial se ha convertido en una brújula espiritual de vida, que guía al pueblo salvadoreño en su incansable lucha por edificar una sociedad más justa digna y humana para todos. Ese legado de amor y lucha por la justicia, de alguna manera incidió para que El vaticano por medio del papa Francisco lo declare Santo de la Iglesia Católica, el cual es elevado a los altares de todas las iglesias católicas del mundo a partir del 14 de octubre del 2018.
Entonces después de 107 años del natalicio y 44 años del martirio de Monseñor Romero, mucho se puede decir sobre su legado, como un hombre de Dios que entregó su vida en la predica del evangelio por la causa de la justicia social, y económica, la lucha preferencial por los pobres y la liberación del pueblo salvadoreño de la opresión y la explotación de las clases en el poder.
Finalmente se puede sintetizar el aporte de su obra diciendo, que monseñor sigue vivo en las luchas del pueblo salvadoreño por construir una sociedad más justa, digna y democrática en benéfico real de las grandes mayorías, de tal manera que si este 15 de agosto de 2024, Monseñor Romero hubiese estado vivo, les diría a las clases en el poder, algo similar a lo que les dijo a los Militares en su homilía un día antes de su asesinato: “En el nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día mas tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: CESEN LA REPRESIÓN”.
Que el 107 aniversario del nacimiento de Monseñor Romero, y su martirio, sigan siendo la guía del pueblo salvadoreño en la lucha por su liberación, aun en medio del actual régimen de excepción.
• El autor es Lic., en Sociología, Abogado y Notario, Master en Derechos humanos y Educación para la Paz, docente a tiempo completo en la Universidad de El Salvador. Facultad Multidisciplinaria de Occidente.
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