Álvaro Darío Lara
Escritor y poeta
Con el 2014 se fueron los supremos momentos de felicidad y también los instantes o períodos negativos que gozamos o padecimos a lo largo de los ya pasados 365 días.
Es tiempo del balance final, sovaldi de justipreciar todos los buenos actos y propósitos, y de la misma manera, ser muy autocríticos en aquello que debemos enmendar y reencauzar.
El mundo ha girado, y continuará haciéndolo, como bien lo apunta un periodista sudamericano de simpático estilo, ésta es una marcha indetenible. Pretender regresar al pretérito erróneo será –definitivamente- una empresa perdida. Debemos entonces, enrumbarnos hacia el futuro, con los pies puestos, muy bien, en tierra firme.
Lamentablemente el año viejo finalizó, en el país, con una espiral de violencia, que sin lugar a dudas, constituye nuestro más terrible talón de Aquiles, y que representa una férrea retranca, a toda buena iniciativa gubernamental, privada o de la sociedad civil.
El combate al llamado crimen organizado y a la cultura de violencia que padecemos, presupone una dinámica de unidad nacional, y una definida claridad de propósitos. Significa medidas inmediatas y enérgicas, pero sobre todo, planes inteligentes, progresivos y de largo aliento, que ahonden en la prevención y en la participación ciudadana. Difícilmente las medidas no reflexivas, afincadas en la desesperación de las urgencias, dictadas en el fragor de la preocupación coyuntural, pueden ser sostenidas y efectivas en el tiempo. Debemos comprender la matriz cultural de la violencia, que El Salvador viene cargando a través de su peregrinar histórico.
De igual manera, los ámbitos de la educación y de la cultura, deberán potenciar, desde el Estado, los aciertos; y rectificar, en todo aquello, que no es posible concretar, dadas las condiciones actuales.
Detectar los problemas fundamentales, priorizándolos, para luego ejecutar los reajustes más acordes, es, el quid del asunto.
El país nos deja una cantidad significativa de problemas. Problemas en el ámbito electoral, gremial y de álgidas demandas sociales. Pero también, ofrece un dinamismo maravilloso, imparable, con apuestas vitales, desde las comunidades, los mercados, el trabajo, las empresas; en todo esto, fluye la vida, en fortísimos torrentes, que siempre sorprenden a propios y a extraños.
El mundo cerró un año más, con noticias dolorosas: la impunidad que campea en el caso de los 43 maestros rurales, desaparecidos en Iguala, México; la masacre de más de 130 niños en Pakistán, responsabilidad de los ciegos fundamentalismos que tantos vulneran la paz y la necesaria tolerancia social; el racismo imperante en el primer mundo, y naturalmente, el todopoderoso accionar del narcotráfico que pisotea la débil institucionalidad regional, corrompiendo a diestra y siniestra, y dejando dolor y luto en miles de familias. Por otra parte, Norteamérica y los ricos grupos petroleros mundiales, deben cesar su agresión económica y política en contra de la República Bolivariana de Venezuela, y ésta debe ser sensata ante una estrategia que busca desestabilizarla y provocarla, destruyendo de esta manera, los avances sociales que desde el Cono Sur, irradian a toda América Latina.
Sin embargo, rayos esperanzadores siempre irrumpen en la historia. Es así, como nos unimos al júbilo de las democracias, por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba. Grandes naciones merecen para sus ciudadanos, un ambiente de respeto y de cooperación, que supere años y años de negativo enfrentamiento.
Confiados, entonces, que la paz y la vida democrática, deben prevalecer, y que la armonía social, como bien mayor, debe construirse día a día, deseamos agradecer a todos los lectores de esta columna, de este suplemento y de este periódico, todo su apoyo y acompañamiento a lo largo del fenecido 2014.
Asimismo, externamos nuestra gratitud a la Coordinación de Tres Mil, ejercida tan atinadamente, por el poeta y escritor Mauricio Vallejo Márquez, y a Diario Co-Latino, en la persona de su director don Francisco Valencia, por mantener estas páginas abiertas a la cultura y al indispensable pluralismo.
Para todo el personal que hace posible Co-Latino, y para todos los salvadoreños: ¡Feliz 2015!
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