Los oriundos de América la llaman la Pacha Mama, cialis otros la Madre Tierra, sovaldi y a saber cuantas maneras más. Lo cierto es que con esas expresiones, troche lo que buscan es concienciar de la obligación que tenemos los humanos de salvaguardarla, pues, de ella dependa la supervivencia humana.
Y aunque lo crea o no, el promotor de que el 22 de abril se celebre el Día de la Tierra fue el senador Estadounidense Gaylord Nelson, quien motivó a que en esa fecha se buscara “crear una conciencia común a los problemas de la superpoblación; sobre la producción de la contaminación y la conservación de la biodiversidad.
Resaltamos este dato porque Estados Unidos es uno de los pocos países que más ha contribuido a la afectación de la tierra, en toda su dimensión, porque es la nación más contaminante del mundo.
Estados Unidos y los países industrializados (seis más) son los responsables de la destrucción de la capa de ozono, y por ende, la destrucción de los glaciares, tanto en el norte como el sur, y hasta del cambio climático.
Fue en el sexagésimo tercer periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), celebrada el 22 de abril de 2009, cuando resuelve designar el 22 de abril de cada año, la celebración del Día de la Tierra.
“Reconociendo que la Tierra y sus ecosistemas son nuestro hogar, y convencida de que para alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades econo?micas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras, es necesario promover la armoni?a con la naturaleza y la Tierra”, argumento de la ONU en aquella fecha.
Sin lugar a dudas, cada habitante de este planeta, cada nación o Estado, tienen la obligación de hacer todo aquello que contribuya a la preservación de la tierra, que es igual a la preservación de la vida humana.
El Salvador celebró el 22 de abril con una crisis ambiental generalizada, pero sobre todo, con un problema profundo y prolongado de escasez de agua.
El problema del agua, sin lugar a dudas tiene muchas causas, pero la principal es la destrucción de grandes extensiones de bosque para monocultivos como la caña de azúcar y algodón, o bien para urbanizarlas.
En el Gran San Salvador, solo es de recordar la destrucción de la parte más importante para la recarga acuífera de la finca El Espino. Hoy, esos bosques que servían de infiltre del agua lluvia para los pozos que abastecen la capital y otras ciudades aledañas ya no existente.
En su lugar hay mega centros comerciales, por lo que el agua hoy corre quebrada abajo, no solo desperdiciándose, sino causando grandes destrozos en las comunidades, como ocurrió con lo que hoy se recuerda como la tragedia de la Málaga, el jueves 3 de julio de 2008, cuando la crecida de la quebrada y una repunta arrastró un bus con 31 pasajersos de la Iglesia Elim.
Aún y cuando hemos perdido más de 40 años, como dijo recientemente el ambientalista Ricardo Navarro, la emergencia decretada por el Gobierno del Presidente Salvador Sánchez Cerén, debe convertirse en punto de quiebre de dos visiones diferentes sobre el tema del medio ambiente, y por ende de la tierra misma.