Este sábado uno de mayo se cumplen 135 años de la gesta heroica e histórica del surgimiento de la lucha de la clase trabajadora, no solo por sus reivindicaciones más sentidas como salarios justos y jornadas laborales humanas, sino por un sistema justo y democrático.
Por esto último, las escuelas de educación sindical, influenciadas por la doctrina marxista, comenzaron a formar a la clase trabajadora, no solo como valuarte de la producción del capital, y por eso a recibir lo justo en términos salariales y prestaciones sociales, sino a luchar por un sistema más justo en términos de la distribución equitativa de la riqueza.
Marx, incluso, llegó plantear que la clase trabajadora estaba llamada, históricamente, a impulsar la lucha para transitar del sistema capitalista al socialismo, y de este finalmente al comunismo. Esto fue concluido a partir de dos grandes estudios, uno de carácter económico, establecido en su tesis doctoral denominada El Capital, y la otra en sus estudios filosóficos y sociológicos: el materialismo histórico y la dialéctica, categorías que permiten abordarlo desde el método científico.
Con base a esas dos herramientas anteriores, hoy conocidas como marxistas, como decimos arriba, las escuelas sindicales en diversas partes del mundo comenzaron a formar a la clase trabajadora en dos direcciones: la economicista, es decir, la lucha por las reivindicaciones laborales, y la política, es decir, formar los cuadros para conducir la lucha de la clase trabajadora para procurar los cambios de un sistema a otro mediante el motor de la historia: la lucha de clases.
En El Salvador, la lucha sindical en ambas direcciones se ha dejado sentir desde los años 20 del siglo pasado, cuando se creó la Regional de Trabajadores, influenciada por la Liga Roja Internacional. En esta regional estaban aglutinados los primeros sindicatos de las primeras transnacionales, y las asociaciones de artesanos que llevó en 1930 a la creación del Partido Comunista Salvadoreño (PCS).
En cada coyuntura hubo participación del movimiento sindical tanto en lo económico como en lo político, que está recogido en los documentos de cada una de las escuelas sindicales. El líder del sindicato de panaderos de El Salvador, Salvador Cayetano Carpio, escribió varias obras sobre el sindicalismo en El Salvador, a partir de sus experiencias, de la experiencia de la lucha obrera de El Salvador. Cayetano Carpio, además, fue secretario general del Partido Comunista del que se separó a finales de los 60, y junto a un dirigente obrero y dirigentes universitarios fundó las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), una de las cinco organizaciones que en 1980 fundan el FMLN. Otro dirigente obrero, histórico, que ha creado escuela sindical en El Salvador es Edito Genovez, quien ha publicado también un libro, recientemente, sobre la lucha sindical. Edito ha sido secretario general de la Federación Unión Sindical de El Salvador (FUSS).
Tras la guerra civil 1980-1992 hubo un debilitamiento del sindicalismo en El Salvador, pues los principales cuadros se incorporaron a la lucha armada, y los nuevos cuadros de sindicalistas al finalizar la guerra civil se destacan más por el oportunismo político y abandonaron no solo el rol del sindicalismo, sino las escuelas sindicales para la formación de nuevos cuadros comprometidos con la verdadera lucha sindical.
William Martínez, un dirigente sindical revolucionario, dice que las organizaciones sindicales deben luchar por un verdadero cambio social, económico y político, en referencia a la formación histórica y la praxis sindical de antaño.
En estos momentos, el oportunismo ha llevado a que los gobiernos de turno no solo manosean a las organizaciones sindicales, sino que las han convertido en sus instrumentos para atacar a los que consideran sus adversarios.
La Asociación de Trabajadores Municipales (ASTRAM), por ejemplo, ha mantenido una lucha política contra algunos alcaldes de la oposición para afectarlos electoralmente, con acciones, incluso, que van en detrimento de la población.
El miércoles pasado, por ejemplo, cerraron las entradas y salidas a la capital, en algunos casos en el anillo conocido como el Gran San Salvador, para “exigir la captura” de un alcalde municipal, a pesar de que este funcionario termina su periodo este viernes a las 14 horas. Esta acción afectó a millares de trabajadores, no solo porque llegaron tarde a sus trabajos, donde les descontaron por la llegada tardía, sino que otros tuvieron que caminar varios kilómetros para llegar a su destino.
En varias ocasiones, en términos de un año, la ASTRAM ha impedido la recolección de la basura en algunas municipalidades, o impedido que los desechos sean recibidos en el centro de tratamiento de esta, lo que ha puesto en peligro la salud de la población.
Y se podrían citar otros sindicatos de instituciones públicas que han realizado acciones para afectar políticamente a otros, a favor de los intereses políticos del gobierno en el plano electoral.
Como dice William, “Las estrategias utilizadas por el gobierno de turno a través del Ministerio de Trabajo y la clase burguesa, fundamentadas usualmente en labores de zapa dentro de los movimientos de trabajadores, les ha rendido frutos sobre todo cuando éstos se están nutriendo constantemente de personas que nunca alcanzaron la suficiente madurez política y el conocimientos capitalizados por los movimientos obrero revolucionarios, causando en algunas ocasiones extravíos, confusiones y hasta posiciones desviadas pequeño burguesas en la forma de entender, analizar y procesar los problemas sociales”.
En este 1 de mayo, entonces, el reto para la clase trabajadora revolucionaria debe ser recuperar la lucha sindical, pero comenzando con la recuperación de las escuelas de formación sindical, para luchar por los intereses de la clase trabajadora y por un sistema político para y desde la clase trabajadora, tal como lo estableció Marx.