La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconociendo que Madre Tierra es una expresión común utilizada para referirse al planeta Tierra en diversos países y regiones, y observando que cada año se celebra el Día de la Tierra, designó el día 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra.
Retomamos algunas ideas planteadas por la ONU en el marco de esta celebración que se da en medio de una pandemia que ha cobrado la vida de más de 180,000 personas: La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los incendios en Australia, los mayores registros de calor terrestre y la peor invasión de langostas en Kenia… Ahora nos enfrentamos a COVID-19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema.
El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden aumentar el contacto y la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas).
De acuerdo con PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada cuatro meses. De estas enfermedades, el 75 % provienen de animales.
El impacto visible y positivo del virus, ya sea a través de la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no es más que temporal, ya que se debe a la trágica desaceleración económica y la angustia humana.
En su mensaje, el secretario general de ONU, António Guterres propone poner fin a los subsidios a los combustibles fósiles, y quienes contaminan tienen que empezar a pagar la contaminación que generan, además de seis medidas relacionadas con el clima para orientar la recuperación y la labor futura.
-El gasto de ingentes cantidades de dinero en la recuperación tras el coronavirus debe ir acompañado de la creación de nuevos trabajos y empresas mediante una transición limpia y ecológica.
-Si se utiliza el dinero de los contribuyentes para rescatar empresas, es necesario vincularlo a la consecución de empleos verdes y de un crecimiento sostenible.
-La artillería fiscal debe impulsar el paso de la economía gris a la verde, y aumentar la resiliencia de las sociedades y las personas.
-Los fondos públicos deben utilizarse para invertir en el futuro, no en el pasado, y fluir hacia sectores y proyectos sostenibles que ayuden al medio ambiente y al clima.
-Los riesgos y oportunidades climáticos tienen que incorporarse al sistema financiero, así como a todos los aspectos de la formulación de políticas públicas y las infraestructuras.
-Trabajar juntos como una comunidad internacional.
CIDEP se suma a las voces que demandan un mayor compromiso de los gobernantes y las estructuras de poder para cambiar hacia una economía sostenible que permita al ser humano buscar la armonía con la Madre Tierra.