Por: Rolando Alvarenga
Debido a la “censura olímpica mediática”, y mientras no tenga acceso a la documentación oficial sobre el resultado positivo del arquero Óscar Ticas, seguirán surgiendo más interrogantes que respuestas sobre este caso; pues considero que todo deja en evidencia el mal monitoreo que el “Comité Cacorro” hizo a uno de sus atletas más caros.
Es que no logro digerir cómo estando con posibilidades reales de flechar la clasificación a Río, el citado comité no estuvo “ojo al Cristo” con respecto a los medicamentos que Ticas estaba por consumir o frotarse.
Hace unas semanas, sin mostrar la notificación de la FITA, este Comité informó que Ticas salió positivo con Clostebol (un esteroide sintético androgénico con efectos anabólicos para aumentar el rendimiento físico). Ticas, en esa conferencia, argumentó que no lo hizo para sacar ventaja y un vecino mío sostiene que toma viagra para ponerse color azul. ¿Qué le parece?
A pesar de sus argumentos, el Panel de la Federación Internacional de Tiro con Arco determinó un año de suspensión a Óscar, lo cual significa: quedar descalificado de los Juegos Olímpicos de Río 2016 a realizarse en agosto.
Eso sí, a Ticas todavía le queda la flecha de la apelación que puede ganar o perder, pero el escándalo por este positivo en el doping ya trascendió y El Salvador ahora es más famoso.
Y antes quiero sostener que nunca he tenido, ni tengo nada en contra de ningún atleta, entrenador, federativo o dirigente de cualquier instituto o comité; simplemente creo ser frío y exigente a la hora de reaccionar a los hechos. Es que me cuesta creer y tendría que consultarlo directamente con alguno de los miembros del Panel de la FITA para saber si de verdad “todo el personal involucrado en el caso está muy entristecido por la situación, que decidió que no hubo falta significativa o negligencia del atleta”, como lo dice el boletín de la FESTA.
Lo anterior porque, en las grandes ligas de las flechas, Ticas no es un arquero de altos kilates mundialistas y me parece muy a la ligera que un Panel de esta jerarquía diga que “no hubo falta significativa o negligencia del atleta”. No pretendo hacer leña del árbol caído, pero tampoco es mi culpa que no me cuenten bien las cosas, sin permitirme el acceso a la documentación oficial.
Más bien, lo que yo quiero (y supongo que un resto de periodistas éticos y profesionales también) es que aquí se sepa la verdad desnuda. Que el comité y la federación revelen públicamente que la sustancia, que después resultó prohibida, se la suministraron a Ticas en una clínica del INDES (¿por ignorancia?, ¿por dolo?, ¿por negligencia?); y que el citado comité diga sentirse ofendido o defraudado por esta irresponsabilidad que tiene más afuera que adentro de los Juegos Olímpicos al mencionado arquero, quien, hasta cierto punto, también tiene su dosis de culpa por no haber verificado el listado de la WADA.
En resumen, este caso me da la razón a lo que escribí hace varias semanas en este espacio cuando sostuve que “en materia del antidoping, El Salvador está en pañales”, pero este es un nuevo escándalo que no debe ser tomado tan a la ligera y sobre el cual los máximos entes deportivos del país deben pronunciarse.
Es que, al final, con esta “positiva contaminación”, el que queda por los suelos es el nombre del país y es un buen punto para que el Comité por Gusto y el INDES se pronuncien con la verdad, señalando con nombre y apellido al responsable de esta vergüenza. No es tan simple ¿verdad?, acá hay gato encerrado.