Iosu Perales
He de confesar que no comparto la opción de formar parte de un rebaño. Siempre el pensamiento crítico como posición de principio, aunque suponga caer mal a algunas voces que a modo de perros pastores tratan de conducir al rebaño por el camino que han establecido. No me van las cazas de brujas, aunque como en este caso los principales nombres propios de la guerra contra Ucrania representen perversidad, maldad. Prefiero el ejercicio de la razón para acercarme a la verdad y desde luego que si, reivindico las emociones que apelan a la fraternidad y a la lucha justa. Es infinitamente mejor criticar a Putin con argumentos construidos desde los hechos y la razón, que hacerlo replicando discursos televisivos de pura agitación y propaganda.
Sin embargo, mi pensamiento crítico procura ser fiel al sentido común. Y es así como abordo la matanza de Bucha como un hecho cierto, desde la verdad. Decir que fue un truco urdido por el Kremlin no se sostiene. En primer lugar, porque el número de testigos que vieron con sus propios ojos paisajes de la matanza es inapelable. Si los victimarios fueran ucranianos matando a su propia gente, ¿no hubiera habido testigos para denunciarlo? ¿ni uno sólo? Además, corresponsales expertos en guerras, como Mikel Ayestaran y hasta cerca de 70 desplegados por Ucrania, han podido verificar la matanza rusa de Bucha y Mariúpol. En el terreno se puede llegar a la verdad al tiempo que te juegas la vida. En tercer lugar, quienes fueron capaces de bombardear una estación de tren llena de civiles en Kramatorsk dan el perfil de los criminales de Bucha y de Járkov. No entro en otras hipótesis de imágenes tomadas desde satélites, porque no me fío de tecnologías que pueden ser manipuladas.
No tengo ninguna reserva para afirmar que Vladimir Putin es un criminal de guerra. Ya lo hice cuando le hizo la guerra a Chechenia, un país olvidado y desconocido para mucha gente en Occidente. Putin pretende la expansión de una Rusia de la que él sería el Zar, en vida y después de muerto. En Rusia se está levantando un régimen fascista. Putin no está masacrando solamente a Ucrania, lo hace también con la sociedad rusa. Es algo que para muchos tertulianos es un descubrimiento reciente, pero para otros muchos ya era una realidad antes de que cayera la primera bomba sobre Kiev. En esta guerra, como casi en ninguna otra, hay profundas asimetrías: el que agrede y el agredido, el que ataca y el que se defiende, el ocupante y el ocupado, el que mata y el que muere. Putin no es Zelenski, es muchísimo más culpable.
Ya hemos dicho por activa y por pasiva que la primera víctima de todas las guerras es la verdad. En su lugar, la mentira cada vez mejor envasada, nos llega incesante como una mala demostración de pruebas que prueban poco o nada. Y cuando ocurre que mucha gente duda entre lo verdadero y lo falso, se olvida que la preparación de la destrucción de Irak se hizo desde la gran mentira de las armas de destrucción masiva. A partir de la primera bomba cayendo sobre Bagdad todo fue propaganda norteamericana. ¿Acaso miento?
La invasión de Afganistán, se supone que país soberano, se justificó como una operación democrática. Pero era otra gran mentira que Joe Biden ha reconocido recientemente como modo de justificar su fracaso: “No fuimos a llevar libertades, fuimos por razones de nuestra seguridad”. Eso lo explica todo. Una huida pactada con los talibanes que garantizara la seguridad de la retirada norteamericana, mientras miles de colaboradores afganos que habían trabajado para las fuerzas ocupantes quedaban abandonados a su suerte. Otro ejemplo: Estados Unidos lleva 70 años mintiendo sobre el conflicto israelo-palestino. Lo que es una ocupación y colonización se nos presenta como un litigio por el territorio.
Las pruebas de las mentiras internacionales, empezando por ls guerras, son abrumadoras. Tratar de imponer la idea de que en esta película el autócrata Putin es el único malo, es grosero, simplemente incierto. Hay más malos. Un malo que tiene en Zelenski el héroe accidental y occidental necesario para su confrontación con el Kremlin. Su pasado en la guerra civil que se inició en 2014 en el este de Ucrania, también debería ser investigado. Murieron 14.000 personas entre civiles y combatientes de ambos lados y algo tuvo que ver Zelenski y su partido. Más que algo. Por cierto, Ucrania rechazó reconocer a la Corte Penal Internacional, al igual que Rusia y Estados Unidos, pero ahora Zelisnki y Biden quieren sentar a Putin en el banquillo de los acusados del mismo tribunal que no reconocen para ellos. ¿Qué juego de hipocresías es este?
Zelenski me tiene descolocado. Acudió al parlamento griego, como siempre, en camiseta militar de bíceps. Pero para sorpresa del parlamento acudió acompañado de dos tipos vestidos de negro, uno enmascarado, a los que dio la palabra. Y ellos mismo lo dijeron, a un metro escaso de su presidente, “somos miembros del batallón Azov” o sea del batallón neonazi, culpable de atrocidades contras las comunidades rusas del Este de Ucrania. Muchos congresistas griegos se frotaban los ojos. ¡Neonazis apoyando a Zelenski! Muchos parlamentarios abandonaron sus asientos y se fueron.
La foto del momento fue tan bochornosa que la mayoría de la prensa internacional decidió pasar de puntillas. Pero lo que nos muestra es que, si el malo es de verdad malo (Putin), puede que el bueno no sea tan bueno.
Putin invadió Ucrania y con ello inició una guerra a la que Zelinski quiere incorporar a la OTAN. Sus llamamientos diarios a la intervención de la OTAN, acompañados de presiones, es propio de un irresponsable, de un aventurero que piensa que sus posibilidades de triunfo pasan por una tercera guerra mundial. ¿Por qué occidente, sus instituciones, su prensa, no condenan semejante campaña de Zelesnki? ¡Cuidado! el trío Polonia/Ucrania/Hungría puede hacer mucho daño en la Unión Europea.
No entro en este artículo en lo que busca Estados Unidos con esta guerra. Washington sigue su hoja de ruta: recuperar su hegemonía mundial, llevando a Rusia al límite de su desastre económico, debilitar a la Unión Europea y dar un aviso a China de que se mantenga al margen. China sigue en silencio, pero avanza en su nuevo neoliberalismo que se traduce en un capitalismo prestamista qué está conquistando África y América Latina. Sin pegar un tiro.
Para algunas voces podré ser un toca-narices. No es relevante. Lo es, sin embargo, buscar la verdad. Termino reconociendo a la resistencia civil ucraniana su valor ejemplar en la defensa de su país. La ciudadanía que resiste la conforman los buenos. Como también la población rusa que protesta por la guerra. En ambos casos, a pesar de sus dirigentes.