Por: Oscar Martínez
Horacio, desde pequeño anduvo por las calles de la ciudad de San Salvador acompañando a su mamá Antonia Flores, quien en la década de los ochenta realizaba tareas de logística.
En otras ocasiones se veía a Horacio en San Juan Buena Vista, así se va desarrollando y adquiriendo habilidades para hacer la guerra de guerrillas, formando parte de las fuerzas especiales del PRTC, una fuerza beligerante estratégica en la Ofensiva Hasta el Tope y Punto ¡Febe Elizabeth…Vive! en 1989 en Soyapango.
Horacio pertenece a una familia luchadora y en ese proceso de lucha cayó en combate su padre, José Lorenzo Jovel Bonilla, conocido por los compas como Moisés, el Negro Moisés, dice Rutilio, el jefe de comunicaciones del mando de la región norte de San Vicente, quien recuerda que el jueves 20 de noviembre de 1986 cayó “el negro” en una emboscada en el caserío Los Amates, cantón Chapelcoro, municipio de Sensuntepeque, departamento de San Vicente.
El enemigo ya tenía en la mira al compañero Moisés y ofrecían una recompensa al que diera información para capturarlo o para matarlo, así trabajaba el enemigo; a otro que tenían en la mira era a Shaka, un médico internacionalista; pero jamás pudieron agarrarlo.
Ese día de la emboscada al “negro Moisés” las comunicaciones quedaron muertas, eso indicaba que se iba a dar una tragedia; pero por medio de los radios verdes, Geovani, a quien le decían antes Palillo, ahora le dicen tronquillo, interceptó la información enemiga en donde daban parte de la emboscada y la muerte del compa. “el negro Moisés fue y es un gran ejemplo para nosotros, dice Adrián.
Otros hermanos de Horacio que participaron en la guerra fue Pedro Roberto Jovel Flores, conocido como David Linares, quien cayó en Morazán, en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), su cuerpo no lo pudimos recuperar.
y Gregorio Jovel Flores, conocido como Moisesito cayo en combate y está enterrado en el Mausoleo del PRTC en Santa Clara, San Vicente.
El comandante Elsio Amaya recuerda que Moisés fue un compañero con mucha claridad política y por sus cualidades y responsabilidades fue encargado de las milicias del PRTC en Cerros de San Pedro, San Vicente.
En plática con el comandante Roberto Roca, decía que la situación era tan delicada que en la única gente que te inspiraba confianza era tu familia, tus amistades y por ello las filas del PRTC-FMLN estaban constituidas por familias enteras como una forma de sobrevivencia y de seguridad para poder crecer sin que golpee el enemigo.
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