Silvia Quinteros
@SilviaCoLatino
Edelmira Orellana no tiene palabras para expresar la mezcla de su llanto y alegría, por la pronta canonización de Monseñor Oscar Romero. “Si estuviera vivo lo abrazaría y me sentiría amada, porque él siempre estuvo con nosotros los pobres”, recordó al tomar la segunda banca en la nave principal de Catedral Metropolitana.
“Sus homilías eran tan ricas y proféticas que le digo, le abrazaría con todo mi corazón y me lo comería a besos porque como padre siempre fue allegado al pueblo y quería mucho a los humildes. ネ salvó mi vida, cuando no estaba en el camino de Dios, ahora subirá al altar porque amó a Jesús con todo su corazón”, narró.
Los cánticos religiosos y el incienso acogieron a los fieles católicos que llegaron a celebrar el tercer aniversario de la beatificación de Monseñor Oscar Romero (23 de mayo de 2015) y como acción de gracias al papa Francisco por la canonización del Obispo Mártir el próximo 14 de octubre del presente año.
El arzobispo José Luis Escobar Alas destacó en su homilía la integridad, humildad y entrega al Evangelio de Monseñor Oscar Romero, recordando la carta apostólica de Juan Pablo II, que en el jubileo del año 2000 afirmó que la Iglesia se fecund por la sangre de los mártires y conservar su memoria, al escribir el nombre de Monseñor Romero.
“Después de 35 años del martirio, lo hemos visto subir a los altares en su calidad de Beato, y el papa Francisco en su carta apostólica ha dicho que el Señor concedió a su Iglesia un obispo celoso que amando a Dios y sirviendo a los hermanos se convirtió en mártir de Cristo Buen Pastor, en tiempos de difícil convivencia. Y que supo guiar, defender y proteger a su rebaño permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con la Iglesia, y su atención particular a los pobres y marginados”, reseñó.
Sobre Monseñor Romero, el prelado católico reconoció que era un “Santo muy grande”, y que esto provenía no solo por el martirio, sino también por sus virtudes heroicas que estuvo presentes en toda su vida, su contemplación, oración y amor por la eucaristía, que ha generado devoción y amor hacia el Obispo Mártir.
“Podemos construir la sociedad que queremos en la figura de Monseñor Romero, encontrando la fuerza y ánimo por el reino de Dios, con un nuevo orden social más justo y una paz con justicia social, que dignifique las personas. Y a casi 50 años de distancia el ideal de Monseñor Romero no se ha cumplido. A Monseñor Romero se le debe dar el sitio que le corresponde, como el más grande de los hijos de este país en toda su historia y que su doctrina sea conocida, aprendida y practicada”, predicó.