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En Maktub Vallejo vive

Javier Alvarenga,

Fotoperiodista

La humedad sumergió el centro de San Salvador con leve rocío que volvió mágica la tarde de sábado 21 de Julio. Los nubarrones grises pintan el horizonte. La terraza de Maktub, café cultural homenajea a Mauricio Vallejo Marroquín, poeta comprometido con la justicia social y con el pueblo, razón que lo llevo a ganar enemigos que provocarían su desaparición, la cual hasta hoy no tiene respuesta ni investigación, como la mayoría de casos del conflicto armado salvadoreño. Y cuyas consecuencias son vigentes, como una vena abierta que sangra cada recuerdo.

Es necesario recordar a nuestros mártires, con sus acciones y palabras permanecen en ardua resistencia buscando la justicia que ha sido callada.

Se recitaron versos, se cantó trova y se habló del trabajo literario que legó el escritor: poesía, cuentos, ensayos que demuestra que los conflictos sociales nos privaron de un gran escritor, que reflejaba no solo la cotidianidad mágica de nuestro terruño, sino también la tragedia que siempre nos ha embargado hasta hoy.

La muerte es hermana cercana de la desaparición convive en la tristeza de los salvadoreños. Pero, aun así insisto que solo el recuerdo puede tener vivos a aquellos seres queridos que murieron, como dijo Ray Bradbury: “Todos deben dejar algo detrás cuando mueran… un libro o una pintura, o una casa, una pared construida, o un par de zapatos hechos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocó de alguna manera para que tu alma tenga algún lugar a donde ir cuando mueras, y cuando la gente mire a ese árbol o planta que plantaste, estarás ahí”. 

Mauricio Vallejo Marroquín no solo deja un trabajo literario, deja una hermosa familia y amigos que lo recuerdan con alegría, lo que nos hace comprender, que esa tarde de fresco roció, él estuvo ahí.

 

Un poeta, una voz

Myrna de Escobar,

Escritora

 

No es cualquier sábado en el centro de la capital. Es una tarde donde llueven versos para recordar a uno de los poetas mártires que nos dejó la guerra en el Pulgarcito de América, uno que pagó con la desaparición su osadía de gritar a viva voz las atrocidades y humillaciones que conlleva la guerra. Julio es un mes de memorias para la familia del poeta Mauricio Vallejo Marroquín tras aquel sábado 4 de julio de 1981, su desaparición solo se consuela con los versos dejados en sus manuscritos, como estampillas de un ideal revolucionario que pervive en la conciencia colectiva de un pueblo y una familia que le recuerda con cariño.

A 37 años de su desaparición forzada, en medio del bullicio que se esconde tras los comercios en las inmediaciones del Café Cultural Maktub, lágrimas de polvo caen generosas, como gotas de roció, sobre la conciencia de la nueva primavera de poetas y escritores, y demás simpatizantes de la buena poesía, reunidos allí para recordar al literato. Junto al joven Vallejo, su hijo, el padre se acerca a los suyos en su ideal libertario, de seguir denunciando la realidad de su tiempo ensombrecida por el oprobio de nefastas políticas, sin borrar de su pluma el maravilloso sentimiento de padre, esposo y compañero de lucha que le caracterizó.

La voz fuerte y locuaz, de Mauricio Vallejo Marroquín, llena de ternura y ovación por su hijo conmueve a los presentes, palpita en las memorias del tiempo y se evoca con un nudo en la garganta sin resignarse a olvidar, su voz inquieta ruboriza la conciencia e invita a los poetas a trascender en cada verso, en cada imagen que se construye. La voz de Mauricio Vallejo Marroquín se despierta vigorosa, como el alba, y entre recital y recital, su hijo le acoge como un legado, y su viuda, Patricia Márquez, le saluda rodeada de tantos que le conocieron y que con su testimonio recuerdan al joven que sin haber vivido mucho, amó sus ideales y heredó a esta tierra un hijo que sigue sus pasos. Vallejo es para los que le conocieron una fecha en el calendario perpetuo lleno de fugaces caricias y tiernos amaneceres en compañía de sus ideales, sus seres amados, y tan loables escritos vertidos con magnifica voz coloquial, con sazón a terruño y protesta.

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