Por Mauricio Vallejo Márquez
Volví en el tiempo hace algunos meses. Perdido en la añoranza del ayer me preguntaba acerca de mi presente y de mi futuro. En este mundo cambiante, es la más noble de las actividades: reflexionar divagaba. Sin embargo, la melancolía me envolvió extrañando el viejo Vallejo, dejando de lado este nuevo que casi cuenta 44 diciembres y algo ha crecido y mejorado..
Entre las listas de canciones de heavy metal me reencontré con la banda WASP y su buena rola “I wana be somebody”, y aquel estribillo salió de mis recuerdos para hacerse presente. Recordaba la tonada cuando montaba mi bicicleta para recorrer los edificios 900 de la Zacamil y los optuples de la colonia INPEP en aquellos remotos 1986 hasta el1989 casi olvidado, pero no sé por qué ni me acordaba de esta banda. Y eso que esta canción era la que más cantaba en mi niñez de hace treinta años, sin tener la mínima idea de lo que significaba esa frase la coreaba con sentimiento, con esa misma emoción que hoy tengo al entonarla. Ahora con algunas nociones de inglés sé que quiere decir “Yo quiero ser alguien”, y sin necesidad de saber del idioma está el recurso del traductor de Google. Y quizá por eso me gustaba tanto, porque motiva de alguna manera esa letra… ¿Acaso la gente no busca esa realización en la vida? ¿No queremos ser alguien en la banalidad de este mundo?
Es increíble cómo vamos ocultando escenas y datos en nuestra mente con el pasar del tiempo. Cosas que se dejan guardadas muchas veces para uso del olvido y quizá generan cuñas u obstáculos para crecer como seres humanos como un bache en la carretera. En mi caso tengo mi buen baúl lleno de cadáveres y demonios que me atormentan, pero vamos tolerando, asimilando y sobre todo aceptándolos. Algunos siguen sin resolverse, pero qué le vamos a hacer. No somos perfectos para actuar, incluso para aprender. En tanto, los que vamos resolviendo me van haciendo más fácil la vida y me definen (como también mis innumerables defectos) para seguir encontrando mis características de vida.
El detalle es que vivir del pasado tampoco es bueno cuando lo único que hace es estancarlo a uno. Es esencial conocer lo que pasó y aprender de eso para construir el hoy y el mañana. Sin pasado no existe el hoy, aunque lo olvidemos. Además de que negar nuestro pasado es negarnos a nosotros mismos. Por eso tengo tan marcado en mi esencia esas palabras de la película Ni de aquí ni de Alá cuando el protagonista Soli dice que el Corán afirma que nadie debe avergonzarse de quién ha sido y mucho menos de quién es. Aceptarnos es el comienzo de la verdadera construcción del individuo, el verdadero encuentro con uno mismo.
Sin embargo, por adaptarnos en este mundo de máscaras nos negamos a nosotros mismos, fingimos ser lo que no somos para caer bien, para adaptarnos, para no ser atacados, para tener beneficios laborales o políticos y así por múltiples justificaciones de algo que solo nos va despersonalizando y haciéndonos más falsos. Hoy la gente se niega a sí misma en un entorno que de por sí es una ilusión, dejándonos la interrogante: ¿Qué es lo verdadero entonces?
Mtro. Mauricio Vallejo Márquez
Licenciado en Ciencias Jurídicas
Maestro en Docencia Universitaria
Escritor y editor
Coordinador Suplemento Cultural 3000