Bruselas / AFP
Marine Laouchez
Discutir, ofrecer el máximo de información, pero también dejar hablar a sus emociones. En la lucha contra la desinformación sobre vacunas, la estrategia no debe estigmatizar a los que dudan, dicen los participantes en la primera «cumbre mundial» celebrada en Bruselas.
«Mi madre no cambiará probablemente nunca de opinión», lamentó Ethan Lindenberger, quien contó su experiencia, como ya hizo ante el Senado estadounidense. Nacido en un hogar en el que la vacunación fue «demonizada», decidió vacunarse a los 18 años de edad.
Lindenberger explicó que se informó primero de «fuentes médicas». «Mi madre en cambio no confiaba realmente en estas fuentes y se apoyaba en historias personales, anécdotas, sitios y grupos en línea para encontrar informaciones que no eran realmente fiables», explica a la AFP.
En un anfiteatro lleno, el comisario europeo de Sanidad, Vytenis Andriukaitis, anima al público. Médico de formación, ha hecho de la lucha contra la desinformación sobre las vacunas su bandera. «Perdón por ser tan emotivo», se excusa en su introducción.
Las cifras preocupan a los responsables. En el mundo se registraron casi tres veces más casos de sarampión en el primer semestre de 2019 respecto al conjunto de 2018. En Europa, el 38% de los ciudadanos creen que las vacunas causan enfermedades contra las que se supone que deben proteger, según un sondeo de la Comisión.
Cuando Fergal Brennan toma la palabra al final de la mañana, un pesado silencio se cierne sobre la cumbre. El hombre es el hermano de Laura Brennan, una joven irlandesa de 26 años fallecida en marzo de un cáncer de cuello uterino tras contagiarse el virus del papiloma.
– «Nido de desinformación» –
Laura, que no estaba vacunada, se convirtió en su país en el rostro de la campaña de vacunación durante los meses que precedieron a su muerte.
«Tener una muchacha como Laura que utilizó su voz y su historia por la buena causa fue el ingrediente secreto que completamente cambió el paisaje, para siempre», asegura su hermano.
Gracias a la implicación de su hermana, la tasa de vacunación contra el virus del papiloma pasó en pocos meses en Irlanda del 50 al 70%.
Su hermana no replicaba a los antivacunas, recuerda. Pero «respondía contenta a todos los que se le acercaban a la búsqueda de verdaderas informaciones y verdaderos consejos».
«Las redes sociales, como sabemos, son un nido de desinformación sobre las vacunas, pero también son un pilar importante en la campaña sobre la vacuna del VPH lanzada por los servicios sanitarios irlandeses», explica.
Si la oposición y las dudas sobre las vacunas no es algo nuevo y sigue presente para una minoría, este tipo de mensajes ganó visibilidad en internet.
Nada de lo que se dice en línea o en la publicidad es ilegal, apunta Heidi Larson del grupo de investigación Vaccine Confidence Project. «Inculcan dudas, crean incertidumbre», subraya.
Según ella, no hay que focalizarse tanto en la «desinformación», que genera preguntas complejas sobre la libertad de expresión. «Todo es un asunto de emociones», defiende durante un debate al inicio de la cumbre.
Los organizadores de la conferencia invitaron a representantes de medios de comunicación social, además de los profesionales sanitarios y de responsables políticas.
Para Jason Hirsch, responsable de políticas públicas en Facebook, «la gente que duda quiere sentirse legítima en las dudas que tiene».
En primer línea de las críticas contra las redes sociales, Facebook no sólo puso en marcha mecanismos para intentar desmentir informaciones incorrectas, sino también desarrolló un sistema para «resaltar el contenido de fuentes fidedignas».
Según Hirsch, la semana pasada, el gigante estadounidense puso en marcha «unidades pedagógicas» en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades sanitarias de Estados Unidos.