Samuel Amaya
@DiarioCoLatino
Como cualquier otro salvadoreño que está apto para la vacunación contra la COVID-19, miles de salvadoreños han experimentado sensaciones diversas cuando les han programado la esperada cita para su aplicación.
José se dirige a abordar una ruta del transporte público en el centro de San Salvador, específicamente, la ruta 42, las que van para Santa Tecla, pagando los 30 centavos que establece la tarifa. El microbús lleva de fondo reguetón “del viejo”, se sienta en medio, rumbo al Megacentro de Vacunación Anticovid-19, a un costado de Casa Presidencial.
Durante el camino, acompañado de la música reguetonera, la cual le daba ánimos al motorista que conducía algo rápido, en la alameda Roosevelt. En una de las paradas se subió un vendedor de audífonos que los ofrecía a dólar, porta una identificación de “vendedor autorizado”, en la bolsa de su camisa, sin embargo, al menos en ese viaje no tuvo suerte, pues nadie le compró.
Los pensamientos invadieron a José, y no dejó de ponerse un poco nervioso. A la altura de la Plaza Divino Salvador del Mundo, los nervios aumentaron, pero él estuvo consiente de que llevaba listo el brazo para que “lo puyaran” como se dice a lo buen salvadoreño y le apliquen la vacuna contra la COVID-19.
Siguiendo en el trayecto, después de media docena de minutos, un transporte que ha habilitado el Gobierno para transportar personas que se vacunaran, justo salió del bulevar Venezuela para incorporase a la alameda Manuel Enrique Araujo en ruta al exparqueo de CIFCO. Cada vez el tiempo se iba haciendo más corto…
En un abrir y cerrar de ojos, el típico tráfico antes del semáforo para desviarse a la avenida La Revolución obstaculizó el paso, del lado derecho se pudo observar el portón 7 del ex CIFCO, ahora Hospital El Salvador. Los nervios en esa altura se manifestaron con una acelerada palpitación del corazón.
“Es hora de bajarse del bus”, comentó José, en su interior, tuvo que caminar una distancia de aproximadamente 30 metros antes del semáforo, hacia arriba para la entrada del Megacentro; sin embargo, tuvo dudas sobre si era o no el acceso principal.
Pero no solo él anduvo medio perdido por donde entrar, también Karla Valladares, una mujer de cabello negro, alta, piel trigueña, con uniforme verde aparentemente de enfermera, se hacía la misma pregunta.
“¿Disculpe, sabe dónde es la entrada?”, a lo que José le contestó: “creo que es esa (la señala) que está aquí arriba, yo justo voy para allí”. Ambos caminan y entre nervios se genera una conversación sobre diversos temas de forma general, ambos se despidieron con un “fue un gusto cuídese”.
A las 12:48 p.m. se ven a los militares, policías y gestores de tráfico que según el Gobierno están coordinados para lograr una atención digna y de calidad hacia los salvadoreños que se vacunarán. Sin embargo, hubo ciertos tramos que las personas se aglomeraban para entrar al centro de vacunación.
En la entrada estaban los coordinadores del Ministerio de Salud que orientaban a los usuarios para iniciar con su inmunización, tal es el caso del primero, que dijo “bienvenido, pase adelante”.
Dentro del Megacentro, otro personal dispuso colocar alcohol gel en las manos de todos los que fueron entrando y orientó, “al tercer nivel”. Cuarenta y ocho son los escalones para subir hasta dicho nivel y buscar una sala de espera.
Al llegar a la sala de espera se observaron varios cubículos donde el personal del MINSAL tomaron los datos personales y preguntan si la persona que se va a inmunizar tiene algún tipo de reacción a las vacunas. Una vez que es cuestionado con los datos, la persona en cuestión firma el consentimiento.
Posterior, el personal de Salud hace pasar al usuario y nuevamente pide el Documento Único de Identidad, casi cincuenta segundos luego, le entregan la hoja que antes se firmó para entregarlo al personal que aplicará la vacuna. “Pase por aquí”, dice una de las enfermeras que aplicará la vacuna; “siéntese y si gusta guarde su DUI y descúbrase su hombro”.
Solo fueron unos segundos para arrepentirse de aplicarse la vacuna, de repente, escucha ”respire hondo” y justo dos minutos antes de la una de la tarde, se le aplica la vacuna anticovid-19 del fabricante Sinovac.
Luego, en el área de observación tuvo que esperar de entre 10 a 15 minutos por si presenta algún síntoma. En esta instancia, un señor de aproximadamente 70 años se retiró del lugar, al parecer ya ha cumplido con el tiempo estipulado, lo curioso de esto, es que, en su mascarilla de tela, estaba reflejada la imagen del presidente Nayib Bukele cuando se tomó la foto oficial en el Palacio Nacional el 1 de junio de 2019 junto a un texto que mostró el apoyo hacia él.
El adulto mayor hizo “publicity”, acción que viene a reforzar a la excesiva publicidad del GOES dentro de las instalaciones sobre la gestión y manejo de la pandemia, ya que la cantidad de pantallas y afiches se ven por todos lados.
Ya el tiempo de espera se había acabado, sin embargo, José decidió quedarse 10 minutos más “por cualquier cosa”. Transcurrido la prórroga, personal sanitario se da cuenta y le pregunta, “¿cuánto lleva, presenta alguna reacción?”, a lo que contesta: “no, solamente me quise quedar un poco más de tiempo”.
Luego, Rosa Hilda Platero, una colaboradora del MINSAL muy amable recomendó algunas acciones que podría hacer si la persona recién vacunada llegase a presentar alguna reacción, lo primero “buscar la atención las autoridades de salud”, si es algún dolor de cabeza, puede tomar acetaminofén, expresó.
Luego de estar 21 minutos en la sala de observación, José decide levantarse y retirarse, ya que en ese lapso no presentó reacciones. Por una salida de emergencia se procedió a bajar la misma cantidad de escalones que cuando subió.
A la 1:21 de la tarde, abandona el centro de vacunación, en espera del bus, que esta vez no llevaba reguetón, y regresa a sus tareas, en espera que la vacuna lo proteja de la pandemia.