Se ha escrito bastante, sobre todo en estos últimos diez años, sobre Mons. Romero. Hay varias biografías; algunos trabajos teológicos sobre su práxis pastoral, profética y magisterial2; y finalmente se han tratado de coleccionar una larga serie de testimonios y recuerdos de la vida, acciones y palabras o pensamientos de Monseñor Romero3. Todos estos trabajos van delineando la figura y dibujando más o menos la penumbra de la personalidad de Mons. Romero.
Pero casi la totalidad de estos trabajos se han fijado exclusivamente en la vida de Monseñor o en su actuación de los tres últimos años de su vida, (febrero 1977 – marzo 1980), en los que Mons. Romero fungió como Arzobispo de San Salvador. Las otras épocas de su vida apenas se tratan o se hablan de ellas, y cuando se recuerdan es de una manera muy escueta, accidental y superficialmente, cuando no inexactamente. Y claro; esto no favorece en modo alguno un conocimiento mejor, más exacto y profundo, a la vez que real y auténtico de Mons. Romero, de su persona, de su vida y de sus actividades completas y totales. Todo esto nos ha motivado a escribir este libro en el que vamos a hablar de Mons. Romero como obispo de Santiago de María. Vamos a intentar describir su vida y actuación en estos dos años y dos meses que duró su Episcopado santiagueño, (14 de diciembre 1974 – 21 de febrero 1977). Queremos centrarnos directamente en este tiempo; aunque indirecta y tangencialmente también habrá que hacer alusión, algunas veces, a otros años y épocas de su vida y a otros acontecimientos y actuaciones de Monseñor.
Hemos elegido este período de la vida de Mons. Romero porque en primer lugar, fuimos testigos muy cercanos y hasta protagonistas de muchos de los acontecimientos que vamos a narrar, ya que éramos colaboradores suyos como misioneros y sacerdotes en la Diócesis. Y, en segundo lugar, porque en este período que vamos a historiar sucedieron en la Diócesis de Santiago de María acontecimientos y hechos muy importantes y transcendentales que obligaron a Monseñor a tomar decisiones muy serias y tajantes, después de larga, profunda, algunas veces solitaria y otras veces compartida reflexión; también estos acontecimientos y hechos le obligaban a revisar sus ideas tanto teológicas como pastorales y sociales. Y decimos que creemos importante y trascendental este tiempo por varias razones:
– PRIMERA: Porque Mons. Romero recupera su actividad pastoral directa con la gente que es lo que siempre había hecho y realizado en su querida ciudad de San Miguel desde recién ordenado sacerdote, y era a lo que en realidad se sentía inclinado y adornado con grandes dotes y cualidades sacerdotales y apostólicas: Después de 7 años de un trabajo de oficina y de despacho en San Salvador, como Secretario General de la Conferencia Episcopal de El Salvador, (CEDES), trabajo de altos vuelos intelectuales y periodísticos, que le apartaron del trato directo con la gente sencilla del pueblo, Mons. Romero en Santiago de María se reencuentra consigo mismo como sacerdote-pastor y recupera ese contacto directo con la gente pobre y sencilla, que es ahora su grey.
– SEGUNDA: Porque, creemos, que en este tiempo se empieza a operar un cambio en sus ideas tanto teológicas como pastorales, y en su manera de ver y juzgar la realidad; de tal manera que podemos afirmar que en Santiago de María comienza ese admirable cambio que se operó en su vida, y del que nos hablan todos sus biógrafos y estudiosos de su vida y persona 4.
Es aquí, en Santiago de María, y en este tiempo que empieza a sacudirse el polvo antiguo de sus vestidos tradicionales y comienza a entender las otras ideas distintas (más o menos avanzadas), tanto en teología como en pastoral; comienza a dar, pues, cabida en su vida al sano pluralismo dentro de la Iglesia, que antes rechazaba o no comprendía: de cerrado y cerril a las nuevas corrientes comienza a abrirse a ellas; de enemigo acérrimo de la Teología de la Liberación, comienza a leer, discutir y reflexionar sobre ella; más tarde, sabemos, que será uno de sus mejores abanderados5.
Es verdad que ese cambio y transformación seguirá y se irá profundizando hasta su muerte, pero creemos que se dan sus primeros pasos aquí, en Santiago de María y en este tiempo; por eso es muy importante resaltar y estudiar estos años de su vida y apostolado.
– TERCERA: Porque sucedieron algunos acontecimientos que también creemos importantes en la Diócesis y en la vida de Mons. Romero durante estos dos años y dos meses, de los cuales apenas hablan sus biógrafos, o, si hablan, lo hacen muy superficialmente y algunas veces desenfocados de la realidad que aconteció. Me estoy refiriendo a la masacre del Cantón “Las Tres Calles”, a la expulsión de un misionero que trabajaba en su Diócesis, al cuestionamiento de la línea de pastoral de los Religiosos Pasionistas que regentaban la parroquia de Jiquilisco y el Centro Los Naranjos, entre otros.
Por todo esto que hemos dicho en esta introducción y por más razones que pudiéramos dar, es por lo que nos hemos dispuesto a escribir este libro. Por otra parte, esperamos llenar un vacío que existía en las biografías de Mons. Romero. ¡Ojalá! que algunos de los testigos, que aún quedan, de la vida y actuaciones de Monseñor, tanto en San Miguel, como en San Salvador, durante su estancia como Secretario de la CEDES, se animen también a expresar y consignar esos recuerdos; llenarían sendos vacíos y lagunas en la vida de Monseñor, y no cabe duda que haríamos un bien a la Iglesia, y a este pueblo católico de El Salvador amante de Monseñor y que tiene derecho a saber y conocer lo mejor posible la vida y la obra de su querido Mártir.
Con este trabajo no hacemos otra cosa que agradecer a Dios el don grande que nos dio a El Salvador, al mundo y a la Iglesia, en la vida, muerte y resurrección de Mons. Romero. También con este trabajo, llenamos una obligación y deuda pendiente que teníamos los Pasionistas con Monseñor, al que debemos mucho y del que aprendimos mucho: su entrega total, su honradez, su profunda espiritualidad, su amor a Dios, a los hombres y a la Iglesia.
¡GRACIAS, MONSEÑOR!
Se ha escrito bastante, sobre todo en estos últimos diez años, sobre Mons. Romero. Hay varias biografías; algunos trabajos teológicos sobre su práxis pastoral, profética y magisterial2; y finalmente se han tratado de coleccionar una larga serie de testimonios y recuerdos de la vida, acciones y palabras o pensamientos de Monseñor Romero3. Todos estos trabajos van delineando la figura y dibujando más o menos la penumbra de la personalidad de Mons. Romero.
Pero casi la totalidad de estos trabajos se han fijado exclusivamente en la vida de Monseñor o en su actuación de los tres últimos años de su vida, (febrero 1977 – marzo 1980), en los que Mons. Romero fungió como Arzobispo de San Salvador. Las otras épocas de su vida apenas se tratan o se hablan de ellas, y cuando se recuerdan es de una manera muy escueta, accidental y superficialmente, cuando no inexactamente. Y claro; esto no favorece en modo alguno un conocimiento mejor, más exacto y profundo, a la vez que real y auténtico de Mons. Romero, de su persona, de su vida y de sus actividades completas y totales. Todo esto nos ha motivado a escribir este libro en el que vamos a hablar de Mons. Romero como obispo de Santiago de María. Vamos a intentar describir su vida y actuación en estos dos años y dos meses que duró su Episcopado santiagueño, (14 de diciembre 1974 – 21 de febrero 1977). Queremos centrarnos directamente en este tiempo; aunque indirecta y tangencialmente también habrá que hacer alusión, algunas veces, a otros años y épocas de su vida y a otros acontecimientos y actuaciones de Monseñor.
Hemos elegido este período de la vida de Mons. Romero porque en primer lugar, fuimos testigos muy cercanos y hasta protagonistas de muchos de los acontecimientos que vamos a narrar, ya que éramos colaboradores suyos como misioneros y sacerdotes en la Diócesis. Y, en segundo lugar, porque en este período que vamos a historiar sucedieron en la Diócesis de Santiago de María acontecimientos y hechos muy importantes y transcendentales que obligaron a Monseñor a tomar decisiones muy serias y tajantes, después de larga, profunda, algunas veces solitaria y otras veces compartida reflexión; también estos acontecimientos y hechos le obligaban a revisar sus ideas tanto teológicas como pastorales y sociales. Y decimos que creemos importante y trascendental este tiempo por varias razones:
– PRIMERA: Porque Mons. Romero recupera su actividad pastoral directa con la gente que es lo que siempre había hecho y realizado en su querida ciudad de San Miguel desde recién ordenado sacerdote, y era a lo que en realidad se sentía inclinado y adornado con grandes dotes y cualidades sacerdotales y apostólicas: Después de 7 años de un trabajo de oficina y de despacho en San Salvador, como Secretario General de la Conferencia Episcopal de El Salvador, (CEDES), trabajo de altos vuelos intelectuales y periodísticos, que le apartaron del trato directo con la gente sencilla del pueblo, Mons. Romero en Santiago de María se reencuentra consigo mismo como sacerdote-pastor y recupera ese contacto directo con la gente pobre y sencilla, que es ahora su grey.
– SEGUNDA: Porque, creemos, que en este tiempo se empieza a operar un cambio en sus ideas tanto teológicas como pastorales, y en su manera de ver y juzgar la realidad; de tal manera que podemos afirmar que en Santiago de María comienza ese admirable cambio que se operó en su vida, y del que nos hablan todos sus biógrafos y estudiosos de su vida y persona 4.
Es aquí, en Santiago de María, y en este tiempo que empieza a sacudirse el polvo antiguo de sus vestidos tradicionales y comienza a entender las otras ideas distintas (más o menos avanzadas), tanto en teología como en pastoral; comienza a dar, pues, cabida en su vida al sano pluralismo dentro de la Iglesia, que antes rechazaba o no comprendía: de cerrado y cerril a las nuevas corrientes comienza a abrirse a ellas; de enemigo acérrimo de la Teología de la Liberación, comienza a leer, discutir y reflexionar sobre ella; más tarde, sabemos, que será uno de sus mejores abanderados5.
Es verdad que ese cambio y transformación seguirá y se irá profundizando hasta su muerte, pero creemos que se dan sus primeros pasos aquí, en Santiago de María y en este tiempo; por eso es muy importante resaltar y estudiar estos años de su vida y apostolado.
– TERCERA: Porque sucedieron algunos acontecimientos que también creemos importantes en la Diócesis y en la vida de Mons. Romero durante estos dos años y dos meses, de los cuales apenas hablan sus biógrafos, o, si hablan, lo hacen muy superficialmente y algunas veces desenfocados de la realidad que aconteció. Me estoy refiriendo a la masacre del Cantón “Las Tres Calles”, a la expulsión de un misionero que trabajaba en su Diócesis, al cuestionamiento de la línea de pastoral de los Religiosos Pasionistas que regentaban la parroquia de Jiquilisco y el Centro Los Naranjos, entre otros.
Por todo esto que hemos dicho en esta introducción y por más razones que pudiéramos dar, es por lo que nos hemos dispuesto a escribir este libro. Por otra parte, esperamos llenar un vacío que existía en las biografías de Mons. Romero. ¡Ojalá! que algunos de los testigos, que aún quedan, de la vida y actuaciones de Monseñor, tanto en San Miguel, como en San Salvador, durante su estancia como Secretario de la CEDES, se animen también a expresar y consignar esos recuerdos; llenarían sendos vacíos y lagunas en la vida de Monseñor, y no cabe duda que haríamos un bien a la Iglesia, y a este pueblo católico de El Salvador amante de Monseñor y que tiene derecho a saber y conocer lo mejor posible la vida y la obra de su querido Mártir.
Con este trabajo no hacemos otra cosa que agradecer a Dios el don grande que nos dio a El Salvador, al mundo y a la Iglesia, en la vida, muerte y resurrección de Mons. Romero. También con este trabajo, llenamos una obligación y deuda pendiente que teníamos los Pasionistas con Monseñor, al que debemos mucho y del que aprendimos mucho: su entrega total, su honradez, su profunda espiritualidad, su amor a Dios, a los hombres y a la Iglesia.
¡GRACIAS, MONSEÑOR!