2.2.- FUENTES SECUNDARIAS:
BROCKMAN, James, The word remains: A life of Oscar Romero, Orbis Books, Maryknoll, New York 1982.
CARRANZA OÑA, Salvador, Romero-Rutilio, vidas encontradas. UCA editores, San Salvador 1992.
DELGADO, Jesús, Oscar A. Romero. Biografía. Testigos, Ediciones Paulinas, Madrid 1986.
DÍEZ ARNÁIZ, Zacarías, Formación y Seguimiento de los Animadores de las Comunidades de Base en El Salvador. Año de Pastoral, 1982-1983: Instituto Católico, Lille, (Francia). Mimiografiado de 70 páginas.
ELLACURÍA, Ignacio, Varios artículos sobre Mons. Romero, especialmente en los años 80s., publicados en la Revista “Estudios Centroamericanos”, (ECA), editada por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, (UCA), en San Salvador, El Salvador, C.A.
LOIS, Julio, Teología de la Liberación. Opción por los pobres, D.E.I. San José, Costa Rica, 1988.
ROMERO, Mons. Oscar Arnulfo: Su Diario, (del 31 de marzo de 1978 al 20 de marzo de 1980), Publicación del Arzobispado de San Salvador, conmemorando el décimo aniversario de su muerte martirial. Imprenta Criterio, febrero 1990.
SOBRINO, Jon, Monseñor Romero, UCA editores, San Salvador, El Salvador, 1989. (Recopilación de varios artículos teológicos sobre Monseñor, ya publicados en la Revista ECA en distintas fechas).
SOBRINO, Jon, MARTÍN BARÓ, I, CARDENAL, R, La voz de los sin voz, La palabra viva de Monseñor Romero. Introducciones, comentarios y selección de textos, UCA editores, San Salvador, El Salvador, 1980.
3.- ESCENARIO DEL TRABAJO DE MONS. ROMERO (1974-1977)
Creemos que es necesario, como un preámbulo más para conocer mejor la vida y actuación de Mons. Romero en este tiempo a reseñar, tratar de describir un poco el escenario tanto social y religioso como eclesial en el que se desarrolló su trabajo episcopal en estos dos años y meses. Esta descripción nos ayudará, una vez más, para comprender sus ideas y actuaciones pastorales.
3.1.- La Diócesis de Santiago de María
La Diócesis de Santiago de María ocupa todo el departamento de Usulután y el norte del departamento de San Miguel; por el norte tiene límites con la frontera de Honduras y por el sur limita con el océano Pacífico; al este limita con la diócesis de San Miguel y al oeste con la diócesis de San Vicente.
Mons. Romero es el segundo obispo de la diócesis de Santiago de María, que fue creada por el papa Pío XII el 2 de diciembre del año 1954, con la bula “Eius Vestigia”9. Se desmembraba esta nueva diócesis de la de San Miguel. Era la diócesis benjamina de El Salvador y la más pequeña de las cinco entonces existentes.
Tenía alrededor de medio millón de habitantes y 2.868.20 kms210. Había en la diócesis unas 20 parroquias, de las cuales varias estaban sin sacerdote o eran atendidas por el párroco vecino; algunas parroquias, las de los religiosos, unas cuatro, solían tener dos o más sacerdotes. Los sacerdotes de la diócesis éramos 23, término medio, nunca pasamos de 25 contando a Monseñor.
a) Situación social: Las tres zonas características de la diócesis: zona norte, zona central y zona sur o costera tienen unas idénticas tonalidades o líneas comunes: existen en ellas grandes propiedades que detentan unos pocos poderosos y ricos; y el gran resto de la población, un 70%, (si quitamos a un 30% entre profesionales, educadores, etc.), son sus colonos o campesinos, ya que viven del trabajo en las grandes haciendas o beneficios de café.
En la zona sur predominaban las grandes haciendas de miles de hectáreas con el producto del algodón y cría de ganado; en las otras dos zonas abunda el café en grandes extensiones, y en algunos lugares con modernos beneficios que lo procesan; también hay caña de azúcar. No son muchos los pequeños propietarios que se dedican al cultivo de los granos básicos: maíz, frijoles y arroz.
Los productos de exportación, algodón, café y azúcar, especialmente, dan trabajo abundante, más o menos, unos seis meses al año: en la corta, (colección de frutos), y en la limpia y abono de las plantas.
El analfabetismo aún alcanzaba sobre todo en la zona rural hasta el 40%; había mucha deserción escolar y carencia de escuelas en el campo.
La vivienda era muy deficiente: en la zona sur, la gran mayoría eran casas de paja o bajareque, (de caña y barro), con piso de tierra; en las otras zonas abundan las casas de adobe con lámina.
Evidentemente, la diócesis de Santiago de María, como la mayoría de sus habitantes, era pobre. Son varias las cartas de Mons. Romero donde constata esa cruda realidad de pobreza y miseria, como veremos adelante. Hay algunas cartas donde agradece a la Santa Sede varias limosnas que le envían para la diócesis: así escribe al papa Pablo VI agradeciéndole unas fotografías que le envía de la audiencia con él, del 23 de noviembre 75, en Roma, y le agradece el regalo, que mucho lo necesita, de $5,000 para la diócesis11. También, en otra carta agradece a la Comisión Pontificia para América Latina (CAL) la donación de $3,000 para la ayuda de la diócesis.
b) Situación religiosa: en este tiempo que estamos reseñando el 95% de la población se declaraba católica, sin duda, más por tradicionalismo familiar y ambiental que por convicción. La religiosidad popular llenaba su vivencia de fe, especialmente manifestada en la recepción de los sacramentos del Bautismo y Confirmación; no eran muchos los que recibían los demás sacramentos.
También tenían gran importancia en esta vivencia de la fe, la Semana Santa y las Fiestas Patronales con sus rezos, novenarios y procesiones. El recuerdo y el culto a los muertos tiene también mucha importancia en esta religiosidad. En general, existía un gran vacío en la formación religiosa del pueblo católico, que le hacía parecer en la vivencia de su fe, muy infantil y costumbrista sin visos de criticidad.
c) Situación eclesial: de la veintena, o algo más, de sacerdotes que tenía la diócesis, 12 éramos religiosos y extranjeros: (pasionistas, franciscanos, Paules y Meryknoll), el resto del clero, diocesano y salvadoreño. La edad de estos operarios de primera línea estaba más o menos en esta proporción: unos 14 sacerdotes más de 55 años, (4 pasaban de los 70), el resto, 9 sacerdotes andábamos entre los 30 y 40 años de edad. Por eso dice uno de los biógrafos de Monseñor: “Monseñor Romero se hacía cargo de la diócesis más joven de El Salvador, pero, paradójicamente, desde el punto de vista del clero, la más vetusta”12.
Toda esta realidad incidía profundamente en el desarrollo del trabajo pastoral de las parroquias y de la diócesis en general, marcando un talante decididamente tradicional y sacramentalista, promocionando exageradamente celebraciones culturales que es lo que produce economía parroquial para la subsistencia del clero. El énfasis en la formación catequística y evangelizadora era muy pequeño o casi nulo.
Definitivamente, aunque estábamos ya a casi 10 años de pasado el Concilio Vat. II, su influencia y su presencia no se habían dejado sentir en esta diócesis santiagueña. Solamente dos o tres parroquias eran como islas en medio de este océano oscuro, eran como una excepción a la regla general diocesana. Y no era para menos, el obispo anterior no era pastoralista, sino un teólogo teórico, clásico-escolástico, un “intelectual” de escritorio y despacho, que nunca vio con buenos ojos al Concilio Vat. II, y “había gobernado a la diócesis como si el Concilio Vaticano II no existiera”13.
En este sentido, el P. Juan recuerda una anécdota que nos describe muy bien la idiosincrasia del predecesor de Mons. Romero en la sede santiagueña: era en una de las reuniones del clero, y uno de los PP. Agustinos citó el concilio no tanto para rebatir, como para aclarar algunas ideas que estaba diciendo Mons. Castro y Ramírez. La reacción del obispo se dejó sentir inmediatamente: “yo no firmé esos documentos del concilio”.
Esta era más o menos la descripción rápida de la realidad eclesial, un poco deprimente, que encuentra Mons. Romero a su llegada a la diócesis de Santiago de María.
9. A.S.S.: II Anuario Eclesiástico de El Salvador, publicado por el Secretariado Social Interdiocesano, Arzobispado, San Salvador, 1963, pág. 260.
10. A.S.S.: II Anuario Eclesiástico de El Salvador, publicado por el Secretariado Social Interdiocesano, Arzobispado, San Salvador, 1963, pág. 263.
11. Carta de Mons. Romero al Papa Pablo VI, del 19 de marzo de 1976, pág. 1.
12. Jesús DELGADO: Óscar A. Romero, Biografía, pág. 60.
13. Jesús DELGADO, obra citada, pág. 61.