Dos años de la Vida de Mons. Romero (1975-1976)
¿Años del Cambio?
2.- LOS CAMPESINOS LE ENSEÑABAN LA REALIDAD
Vamos a copiar varios testimonios de la actitud de Mons. Romero con sus amigos los pobres. Son de este tiempo, especialmente del 1976: empieza a darse una perfecta simbiosis: él les daba cobijo, cama y un atolito para quitar el frío de la noche, ellos le regalaban su saber o sabiduría popular, sus inquietudes, sus sentimientos y su vida entera con todas sus miserias.
Los campesinos le contaban muchas cosas
“JUAN: y una de las cosas que influyeron en esto, y que fue interesante conocer después de esto, fue, es interesante saber, por ejemplo, esta anécdota: en Santiago de María que está a 1,000 metros sobre el nivel del mar, en los meses de invierno hace frío, sobre todo, en las noches; y los cortadores de café, (curioso, el año anterior no se había fijado), ese año ya se fijó que los cortadores de café dormían en las aceras.
Mª LÓPEZ VIGIL: …de la ciudad.
JUAN: Sí, de la ciudad. Entonces en una reunión del clero nos preguntó: “¿qué se puede hacer?”. Y le dijimos ahí tiene esa casona que fue el colegio, había sido un colegio, primero con los paulinos y después lo tuvieron los agustinos como colegio también. Y entonces estaba cerrado, no había nada allí. “¡Ábralo, que duerma la gente ahí!”, le dijimos; y abrió el colegio y abrió también una salita donde teníamos las reuniones del clero y también ahí les dio dónde dormir.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿lo abrió así como público?
JUAN: como dormitorio público. Pero lo curioso fue esto, y esto es para mí muy importante en la vida de Mons. Romero: porque dio orden a Cáritas de que a esos campesinos que iban a dormir a los dos sitios les dieran algo caliente en la noche, ya fuera un vaso de leche o fuera un vaso de atol.
Mª LÓPEZ VIGIL: para el frío.
JUAN: para el frío. Y mientras tomaban ese atol en la salita, allí en la casa del obispo, donde teníamos las reuniones del clero, iba a platicar con ellos. Y en ese platicar con ellos él cayó en la cuenta que eran ciertas algunas cosas que le habíamos dicho, por ejemplo, de que existía el sistema de “las ayudas”.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿qué es eso?
JUAN: ¡ah! Eso mismo nos había preguntado él. “La ayuda” era: en las fincas de café y en las haciendas de algodón, escribían un determinado número de trabajadores en la planilla y ya no apuntaban más; pero sí admitían más trabajadores con tal que fueran como “ayudantes” de algunos de los que estaban inscritos.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿para pagarles menos?
JUAN: sí, claro. Les pagaban lo que pesaba el algodón o el café que recogían, pero no les pagaban el séptimo, el día séptimo, ni les daban la comida, que es a lo que tenían derecho solo los apuntados, pero no los “ayudantes”.
Mª LÓPEZ VIGIL: los tenían de mano de obra más barata.
JUAN: era mano más barata. Y ahí, en esas conversaciones, Monseñor cayó en la cuenta y se convenció que era cierto lo que le habíamos dicho.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿y él no lo creía?
JUAN: él no lo creía.
Mª LÓPEZ VIGIL: porque él defendía a los cafetaleros. Tenía una tendencia a defenderlos.
JUAN: él tenía una idea, por ejemplo, decía: ¿cómo es posible que gente tan buena y cristiana…
Mª LÓPEZ VIGIL: porque él los veía buenos.
JUAN: sí, “¡tan cristiana esa gente, que haga semejante cosa!”.
Mª LÓPEZ VIGIL: porque él estaba cercano a esos cafetaleros. Eran sus amigos.
JUAN: siempre estuvo muy cercano de ellos; aunque fue ya desde la parroquia de San Miguel, desde que él era párroco fue un hombre muy popular y cercano al pueblo.
Mª LÓPEZ VIGIL: pero con amigos ricos.
JUAN: sí, eso es. Con amigos ricos y con ese concepto de santidad y de buena vida cristiana el que frecuentaba los sacramentos, sin lanzarles a más.
Mª LÓPEZ VIGIL: así es, así es. ¿Y en Santiago de María así era?
JUAN: ¡ah! claro.
Mª LÓPEZ VIGIL: y por eso no les creía a Uds..
JUAN: entonces…
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿y él se iba por la noche a hablar con ellos espontáneamente?
JUAN: y cuando fue viendo esto, fue que empezó a preguntarnos: “¿cómo era eso?”.
Yo recuerdo que en una de esas le dije: Monseñor, y eso no es todo, después todo lo justifican dándoles un regalo para Navidad: Vea, en la hacienda de tal… (le cité el nombre), les han regalado para Navidad, como regalo de Navidad a los trabajadores que están cortando algodón, un calzoncillo, vale tres pesos; eso se lo han quitado cada día, al quitarles la comida y el día séptimo, cada día les están quitando eso de su paga.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿y él no lo creía?
JUAN: sí. Entonces ya sí empezó a darse cuenta. Y más, le dije, puede ir a esa finca, (porque ese dueño tenía hacienda y tenía finca), puede ir a la finca y comprobará que en la pizarra de esa finca se anuncian unos salarios por debajo del salario legal.
“¿Cómo es posible?. Y los inspectores de trabajo, nos decía.
Monseñor, le contestaba, los inspectores de trabajo llegan… y se van convencidos, (y le hice el gesto así con la mano como quien recibe…)
Mª LÓPEZ VIGIL: una mordidita.
JUAN: una mordidita. “Pero ¿es posible? No puede ser” (decía Monseñor). “Vaya, Monseñor, haga una visita a la finca y fíjese”. Y lo hizo.
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿fue?
JUAN: fue. Y a los pocos días me dijo: “tenía razón, padre, ¿cómo es posible? Lo comprobé y es cierto”.
Mª LÓPEZ VIGIL: o sea, que él iba descubriendo un mundo.
JUAN: él iba descubriendo todo ese mundo de injusticia, lo iba descubriendo así.
Mª LÓPEZ VIGIL: tal vez si no hubiera abierto el dormitorio, no hubiera…
JUAN: posiblemente si no hubiera abierto el dormitorio, hubiera creído que le estábamos exagerando.
Mª LÓPEZ VIGIL: claro, pero al verlo y…
JUAN: ahí fue donde él empezó a caer en la cuenta de que los informes que le dábamos eran verídicos”.126
Estas ideas y estos hechos a los que en un principio él era incrédulo, parece que las iba rumiando y hasta las iba verificando tanto personalmente como por el testimonio y conversaciones con los campesinos, y, una vez convencido, escribía su parecer sobre el asunto y denunciaba su injusticia, como en el caso del que estábamos hablando de las “ayudas”. Así lo hizo en el APÓSTOL:
126. Testimonios: Grupo nº 2: JYV: págs. 15-18.