Recuerdo que allí se dijeron muchas cosas; pero al final ya cuando nos tocó a nosotros expresar nuestro deseo o esperanza sobre nuestro obispo, yo recuerdo que le dije: “Mire, Monseñor, nosotros tenemos, como ya sabe, un trabajo, un Centro de Promoción, y nuestro plan de trabajo pastoral; con esto pretendemos ser fieles al carisma de la Congregación Pasionista; nosotros somos misioneros esencialmente, entonces estamos queriendo promover una Evangelización directa tanto por nosotros como con los agentes que multipliquen nuestra labor…
Y recuerdo que le dije alguna cosa que después me lo recordó alguna vez porque yo le dije: en esto, Monseñor, no tiene que extrañarse si algún día nos equivocamos, pues vamos a tener que estar, si queremos hacer una labor un poco válida, vamos a tener que estar un poco en la vanguardia, en avanzada; entonces es normal que alguna vez nos equivoquemos, yo le pediría al señor obispo que nos permita el derecho, o mejor, la oportunidad de podernos equivocar alguna vez; pero también le pediría que cuando nos equivoquemos, claramente y sinceramente nos diga en qué nos hemos equivocado y por qué piensa que estamos equivocados; eso sí, (recuerdo que le dije), yo no me voy a conformar con que me diga: “Eso no es así; no está bien”, voy a querer que me dé razones, y voy a pedir que me lo explique. (Este paso me lo recordó después, cuando tuvimos el “pleito”, digamos, por LOS NARANJOS)”.33
Mª LÓPEZ VIGIL: ¿Y él cómo reaccionó ante esta propuesta?
JUAN: La reacción de él…, me pareció que se sintió molesto de que yo le dijera eso.
Mª LÓPEZ VIGIL: Quizás porque no estaba de acuerdo.
JUAN: Sí. Y yo tampoco insistí ya más; y le dije: Bueno, Monseñor, pero creo que nos vamos a entender; de todas maneras creo que nos vamos a entender.
Mª LÓPEZ VIGIL: Pero él ¿no dio respuesta?, ¿solo estaba escuchando?
JUAN: Solo escuchaba. Y cuando yo le dije eso: “creo que nos vamos a entender”, él me dijo: “Sí, creo que sí”.34
2.- SUS IDEAS SOCIALES, TEOLÓGICAS Y PASTORALES (1974-1975)
Como uno de los fines de esta investigación es probar que Mons. Romero empezó a cambiar siendo obispo de Santiago de María, y que esa transformación que se dio en él fue especialmente en el campo de las ideas tanto sociales como teológicas y pastorales; vamos a intentar entrar ya en este tema y tratar de describir su mentalidad previa al 1976, año que creemos fue el del comienzo de su cambio.
Talante del nuevo obispo que nos llega
Todos los biógrafos y estudiosos de la figura y personalidad de Mons. Romero están de acuerdo en afirmar que Oscar Arnulfo Romero fue un sacerdote y un obispo tradicional, mejor dicho, muy tradicional.35 Era, pues, hijo de su tiempo e hijo de la Iglesia, ya que la formación ordinaria que se daba a los sacerdotes en el seminario o universidades eclesiásticas, antes del concilio, era única que desembocaba lógicamente en una ideología y praxis tradicional y conservadora.
El mismo Mons. Romero se describe así en la primera carta que escribe al papa Juan Pablo II, reconociéndose de “inclinación y temperamento conservadores”.36
Y cuando decimos “tradicional”, estamos queriendo decir que Mons. Romero trataba de apoyarse siempre en las ideas “seguras” de la más rancia tradición teológico-escolástica, es decir, centrada en sus grandes Maestros, como Santo Tomás y otros; lo cual no es un delito, ni nada malo, como alguno pudiera pensar; todo esto era en Monseñor una opción y convencimiento personales de estar en la verdad:
“…en el aspecto doctrinal buscó la seguridad de la fe en el testimonio común de la Iglesia, en el magisterio, en el dogma. Si una idea venía de Roma, del Papa, de la Santa Sede, no dudaba un solo instante en acatarla. En cambio, toda idea nacida fuera de Roma era para él, ante todo, motivo de duda hasta no tener la seguridad plena de que dichas ideas no contradecían a las del magisterio eclesiástico.
Se entiende, entonces, por qué Mons. Romero no prestó inmediata adhesión al documento eclesiástico emanado de Medellín. Para él los documentos del Concilio Vaticano II eran suficientemente claros. Una interpretación o adaptación de los mismos por Medellín, ¿era verdaderamente una garantía de fidelidad a la doctrina de los Padres de la Iglesia?…”.37
Pero este tradicionalismo tenía también otra vertiente: una fuerte prevención luchadora y de grandes prejuicios contra las nuevas ideas, fueran teológicas, pastorales, educativas o sociales. Y esto sí, ya era más chocante en unos tiempos de apertura, abiertos por un concilio que proclamaba el sano pluralismo; y que se nos pedía a todos los cristianos cambios de mentalidad y nuevas estrategias pastorales.
Abundan los testimonios y pruebas que nos hablan de este su talante de corte tradicional y conservador en este tiempo que estamos reseñando; todos ellos nos dan la posibilidad de afirmar que el obispo que nos viene a Santiago de María en diciembre de 1974 es un obispo tradicional. Escuchemos algunos de estos testimonios:39
Sacerdote tradicional: intolerante y severo
“No se puede decir que el padre Romero (nos habla de su vida en S. Miguel) fuera en aquel tiempo lo que ahora suele atribuirse a los sacerdotes progresistas. Era más bien un modelo de sacerdote tradicionalista. Su divisa era “nunca hacer nada en contra del obispo; nada sin el obispo”. Los temas de sus predicaciones y las clases de moral que impartía en un colegio de señoritas eran temas sacados de los padres y del magisterio de la Iglesia. Los retiros espirituales que predicaba siempre giraban en torno a los novísimos: muerte, infierno y gloria.
Tenía Romero un concepto elevadísimo e integérrimo del sacerdocio, y trataba de ponerlo en práctica con su vida sacerdotal de todos los días. Pero esto mismo le hacía aparecer como intolerante ante las debilidades humanas de algunos de sus hermanos de profesión. Estos, a veces, más que respeto, le tenían miedo; y pocos, muy pocos, lo deseaban realmente como amigo, aun cuando veían en él bastante bien plasmado el ideal del sacerdote según el Corazón de Jesús. Su vida austera, sus juicios a veces muy severos sobre la vida de otros sacerdotes, su actitud a veces intolerante provocaban en los hermanos de sacerdocio cierto rechazo de su persona, y otras veces suscitaron problemas delicados en sus relaciones humanas y sacerdotales. A veces las relaciones eran tan tensas que le hacían incurrir en errores incomprensibles, como el de no agradecer favores que otros camaradas le hacían”.40
Un conservador a ultranza
Hay también en Piezas para un Retrato muchos de estos testimonios del tradicionalismo de Mons. Romero, sobre todo, de su estancia en San Salvador (1967-1974). Su autora María López Vigil los recoge con cariño, abundancia y esmero: estos testimonios le describen a Mons. Romero como “UN PEQUEÑO INQUISIDOR” que intenta fiscalizar y perseguir, para condenarlo a muerte, cualquier movimiento novedoso que se intente implantar en el Seminario, (donde él vivía); en la Comunidad de los PP. Jesuitas que dirigían el Seminario; entre los sacerdotes mismos, y en la Iglesia en general; para eso era Secretario General de la Conferencia Episcopal de El Salvador.
Es interesante la discusión de Mons. Romero con la Comunidad de base de Zacamil sobre el tema de la Universidad, (intervenida por el Gobierno). La descripción del hecho nos hace ver dos posiciones extremas en el juicio de este hecho nacional; por supuesto, Mons. Romero está apoyando siempre la posición conservadora o tradicional. Es muy interesante esta discusión porque a través de ella desfilan otros puntos, no solo sociológicos y políticos, sino también teológicos, pastorales y litúrgicos en los cuales siempre Monseñor se coloca en el extremo conservador.42
33. Testimonios: Grupo nº 1: JZE: pág. 2.
34. Testimonios: Grupo nº 2: JYV: págs. 4-5.
35. Jon SOBRINO, Monseñor Romero, pág. 12 y 13. También puede leerse: J.R. Brockman, obra citada, págs. 4 y 8.
36. Carta de Mons. Romero al papa Juan Pablo II del 7 de noviembre de 1978, citado. por J.R. Brockman, ibidem, pág.132.
37. Jesús DELGADO, obra citada, págs. 48-49.
38. En este sentido la lucha contra los jesuitas es evidente: Ver Jesús DELGADO, obra citada, págs. 56-58. Y en Mª LÓPEZ VIGIL, obra citada, págs. 46-49. También en Salvador Carranza Oña, obra citada, págs. 35-36. Pueden leer lo que se dice en este libro, págs. 30- 31.
39. Abundan estos testimonios en Piezas para un Retrato de Mª LÓPEZ VIGIL especialmente en las págs. 33-54. También se pueden leer en Jesús DELGADO, Óscar A. Romero, Biografía, págs. 28-37.
40. Jesús DELGADO, obra citada. pág. 30.
41. Mª LÓPEZ VIGIL, obra citada, pág. 33.
42. Mª LÓPEZ VIGIL, obra citada, págs. 43-44.