Naciones Unidas / AFP
Philippe Rater
Acusada por la Casa Blanca por su supuesta intromisión en la política estadounidense, China avanza silenciosamente en Naciones Unidas en pos de convertirse en uno de sus miembros más influyentes.
En el Consejo de Seguridad, donde China es miembro permanente, sus declaraciones siguen siendo insulsas, a menudo basadas en fundamentos de la Carta de las Naciones Unidas, como la soberanía nacional y los principios de no injerencia.
«En su interpretación, la democracia es opcional, como lo son los derechos humanos», dijo un diplomático europeo bajo condición de anonimato.
Sin embargo, en las misiones de paz o cuando se abren posiciones en la secretaría de Nueva York, Pekín hace sentir su presencia.
Más de 2.500 militares chinos participan de misiones de paz en Libia, Malí, República Democrática del Congo y Sudán del Sur.
China también «incrementó enormemente» sus contribuciones financieras voluntarias a la ONU, mientras que la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, recortó sus aportes.
«Financiar informes y misiones permite comprar influencia» y empujar a sus candidatos a ocupar cargos, dijo el diplomático, quien agregó que tener a los chinos en múltiples roles «es una fuente de información e influencia».
Otro diplomático, que también pidió permanecer anónimo, dijo que «China está tomando el poder en Naciones Unidas».
En 2017 y 2018, el país, que se está expandiendo económicamente en África y por todas partes, se convirtió en un jugador clave de dos temas de gran relevancia internacional: Corea del Norte y Birmania.
Bajo presión estadounidense, Pekín impuso sanciones contra Pyongyang, pero con la esperanza de que un acuerdo de desnuclearización de la península coreana lleve a unos 30.000 militares de Estados Unidos hoy basados en Corea del Sur a retirarse de ese país. Esa es la estrategia detrás de escena de China en la región.
Mientras tanto, China sostiene que la crisis de la minoría musulmana de Birmania, los rohinyás (de los cuales 700.000 huyeron de una represión militar a Bangladesh), es un problema bilateral entre esos dos países, por lo que logró impedir cualquier acción firme del Consejo de Seguridad.
– Tendencias paralelas –
«El incremento de poder de China en la ONU está ocurriendo en paralelo a la lenta erosión del apoyo recíproco automático» que tuvo lugar hasta ahora con Rusia, han señalado las capitales europeas.
Mientras que Moscú recurre a su poder de veto, China con frecuencia descansa en la abstención.
En los niveles de bajo perfil de la ONU, como la negociación sobre textos entre expertos de los 15 miembros del Consejo de Seguridad, China está «presente en todos los temas», dijo un diplomático hablando de forma anónima.
Por ejemplo, Pekín intenta convertirse en el autor principal de textos sobre Afganistán, en reemplazo de Holanda, que el 1° de enero dejará su asiento como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, indicaron varios diplomáticos.
La mayoría de las resoluciones de la ONU todavía son redactadas por Estados Unidos, Reino Unido o Francia, un reflejo del viejo orden global.
China, como Rusia, es rara vez el autor, aunque ha estado a cargo de los registros de Somalia hace tiempo.
«Para China, la multipolaridad es una nueva estación de subterráneo. En el futuro habrá una estación G2, con China y Estados Unidos, y luego habrá una G1, según piensan», ilustró un diplomático.
«Son jugadores de largo plazo. No quieren crear un alboroto», dijo otra fuente.
Estados Unidos impuso aranceles a 250.000 millones de bienes chinos, y Trump fue más lejos culpando a China de intentar interferir en la próxima elección de noviembre en contra de su Partido Republicano, debido a su política comercial inflexible.
En declaraciones en un centro de análisis estadounidense la semana pasada, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, descartó los temores de que su país buscara reemplazar a Estados Unidos como potencia mundial prominente.
Decir que China busca la hegemonía, dijo, es «un grave juicio estratégico equivocado».