Renán Alcides Orellana
La noticia sobre corrupción y capturas a nivel de la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) que, salve sick con amplio despliegue, buy viagra recorrió el mundo la semana anterior, nurse no ha hecho más que reconfirmar que esa práctica ominosa y sus favorecidos (los corruptos), se ha dado -se da- en todo tiempo y lugar.
Según la noticia del New York Times, 7 directivos de la FIFA y originarios de varios países, fueron capturados en el hotel Baur Aur Lac de Zurich, Suiza, el pasado miércoles, por requerimiento de los Estados Unidos, que desde hace muchos años los investigaba por fraude, extorción y lavado de dinero. La cifra del ilícito se estima en Ciento Cincuenta Millones de dólares ($150.000.000); y, entre algunos de los capturados, se menciona a: Jeffrey Webb (Gran Bretaña); Eduardo Li (Costa Rica); Julio Rocha (Nicaragua); Eugenio Figueredo (Uruguay); Rafael Esquivel (Venezuela) y José María Marín (Brasil), y otros…
Aunque amaño es amaño sin importar la cifra, lo cierto es que la cantidad de la corruptela de la FIFA, lógicamente supera con creces la cifra que, recientemente, se atribuyó a supuestos amaños (venta de partidos) de los seleccionados salvadoreños, que fueron sancionados de por vida a no jugar fútbol. Pero en el fondo, son ilícitos iguales, porque más allá de los dólares estafados, también importa mucho reclamar el engaño con irrespeto a la noble afición futbolera, nacional e internacional.
Pero, independientemente del caso FIFA y otros similares en el futbol internacional, lo que queda al descubierto es el incalculable daño que hacen la corrupción y los corruptos, a nivel mundial. Y sobre todo, el manto de impunidad que, en la mayoría de los casos, los cubre, especialmente cuando se trata de peces gordos, ejemplo: FIFA. Ya surgirá por ahí -ojalá que no- la mano amiga, el intríngulis judicial o la orden de quién sabe quién, que mande a declararlos libres, por falta de mérito para la detención y enjuiciamiento. Y aquí no ha pasado nada…
Igualito a como, con mínimas excepciones, siempre ha ocurrido -ocurre- por estos lares. Aparte del fútbol, tantos casos de corrupción de funcionarios -aunque humana y visiblemente comprobados- son declarados libres de culpa, por arte de magia (Juzgado/Fiscalía) y, lo que es peor, a veces con el aval y por presión de sectores económicamente poderosos, cohonestadores de los grandes ilícitos. (Cohonestan la evasión/elusión, pero callan ante ilícitos como el de Flores/Taiwán y otros). Y, a veces, hasta algunos políticos y funcionarios se involucran en estos menesteres, pues -como dice Heleno Saña- “…todo está en manos de burócratas y funcionarios, cuyo único mérito es el de tener en un bolsillo el carnet de partido político adecuado…”.
Pero, y los pequeños que robaron una vaca ¿quién por ellos? Les otorgan penas, a veces más allá de lo legítimo, pero -dicen- es en el marco de la “pronta y cumplida justicia”. Bien lo sentenciaba, reclamando, Monseñor Romero -ahora insigne Beato Romero- cuando comparaba a la justicia con la culebra que solo pica al descalzo. Concepto que también pondera el Papa Francisco. Para erradicar la corrupción/impunidad, todo el que infringe la ley debe pagar lo justo, según le corresponda una vez tipificado el delito, para que, como dice otro dicho popular: o todos en el suelo o todos en la cama…
Particularmente en El Salvador, el caso destapado de la FIFA hay que celebrarlo y, sobre todo, aprovecharlo para imitación sana en el combate a la corrupción, porque más allá de los amaños deportivos, aquí hay pendiente -aunque con visa de impunidad- una serie de casos emblemáticos que, en las últimas décadas, han afectado intereses personales, familiares y empresariales. Para el salvadoreño honesto y laborioso no pueden ser motivo de olvido, aunque algunos todavía gozan de impunidad, los casos de: Fomiexport, Crediclub, Insepro/Finsepro, Abono de Japón, ANDA, BFA, ISSS, CREDISA, MOP, MSPAS, OBC… hasta el tristemente célebre caso Flores/Taiwán, y tantos otros…
Por respeto a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, digno y justo es comenzar -o continuar, según los casos- la investigación/sanción de aquellos casos que -producto de la corrupción- afectaron el desarrollo social y de la infraestructura nacional; y retomar o desentrañar los actuales casos -públicos y privados- que además de antipopulares por depredadores, afectan desfavorablemente la imagen del país. (RAO).