Proyecto Cultural Sur Vancouver
Jaime Velázquez Veracruz México
El actual presidente de Estados Unidos eliminó acuerdos del presidente anterior, Barak Obama, con Cuba y dio un paso atrás muy poco diplomático. Otro paso atrás de hace unos días fue sobre el clima, también acordado por Obama. Así va disminuyendo la importancia que tiene la presidencia de su país, mostrando que él, como relevo, no sabe caminar para adelante. Por lo pronto, parece no saber lo que representa Cuba en América.
El año pasado, el grupo de rock Rolling Stones llegó a Cuba y ofrecieron un concierto gratuito. La película, dirigida por Paul Dugdale, se ha exhibido en estos días en México. Una de las frases que un cubano dijo, mientras la cámara registraba el ambiente, fue: “La música no tiene fronteras” y “Si no hay música no hay vida”.
Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Ronnie Wood, los Rolling Stones desde hace cincuenta años, son unos ancianos por la edad, tienen más de setenta años, pero son vitales y eternos, por lo visto, por su buen humor y energía. Pero lo que más impresiona en sus conciertos es que la multitud está integrada por jóvenes, como si la gente de la edad de los Rolling no hubiera alcanzado boletos para asistir. Los Rolling estuvieron en las capitales de Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Perú, Colombia, México y Cuba. Miles de personas asistieron.
Yo les diría a los políticos que contrataran músicos de rock si quieren atraer a los jóvenes. En recientes elecciones en algunos estados mexicanos la cifra de abstención fue de alrededor del cincuenta por ciento, sobre todo los desinteresados fueron los jóvenes, que parece no importarles votar y que no faltarían a un concierto de rock.
Los festivales de rock en Estados Unidos para la consolidación del rock multitudinario fueron los celebrados en Monterey, en 1967, seguido por el de Woodstock, en 1969. Desde entonces las presentaciones de grupos y cantantes en todo el mundo son parte habitual de la cultura. El grupo alemán, Scorpions, formado en 1965, por ejemplo, tuvo una gran aceptación en Japón en los años setenta.
Hay documentales de grandes conciertos donde se ven los preparativos del escenario donde cantantes y grupos alternan. Equipos de sonido, de luces que apuntan hacia los músicos tanto como a la gente, de proyectores de videos, ocupan enormes camiones (trailers). Un reciente documental de Roger Waters, The Wall (2017), que fue disco con el grupo Pink Floyd, luego película y numerosos conciertos, incluso en los días de la caída del muro de Berlín (noviembre de 1989, transmitido por satélite a incontables países) hacen eco del título del más reciente disco de Waters, ‘Is this the life we really want?’. Las imágenes proyectadas salían de una gigantesca pantalla haciendo el efecto de tercera dimensión.
Pero Waters es inglés y el actual presidente de Estados Unidos no puede entender eso. Mucho se ha escrito sobre la contracultura en estos cincuenta años y mucho está por saberse, por ejemplo, que gran parte del modo violento de vida de los estadounidenses se debe a su propia cultura, a las guerras en las que ha participado desde el siglo XVIII, si contamos su proceso de independencia, su guerra civil y las invasiones. Los jóvenes son los enviados a pelear por militares de la edad del presidente actual llaman “patria” y que con gusto hubieran ido a Cuba al concierto de los Rolling.
Jaime Velásquez.