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“Enemigos internos”

Luis Arnoldo Colato Hernández

En la pasada reunión entre el ejecutivo y el cuerpo diplomático, en donde intentara mediante una deriva jurídica dispersa y sin asidero legal explicar porque el autogolpe es legítimo, terminó por perder los estribos por su incapacidad de sostener tales argumentos.

Señaló, además, a las organizaciones de derechos humanos como “adversarios políticos”.

Esto porque dada la inseguridad manifiesta del ciudadano presidente, entiende que cualquiera que cuestione su posición es por definición un opositor, ¡Dios nos salve!

Hay que comprender en este punto que la definición clásica de democracia [“El Gobierno de todos, por todos y para todos”] acuñada en la Grecia clásica, que por principio implica una productiva y positiva participación ciudadana, ha en el imaginario ejecutivo, sufrido una grave mutación, puesto que la democracia es más bien según su entendimiento otro modelo político, también griego pero previo al desarrollado en el siglo de oro ateniense durante la gestión de Pericles, el epítome de la democracia clásica, en oposición a su némesis, la tiranía griega, caracterizada porque concentra en una persona el poder absoluto del régimen, lo que de ordinario, la historia demuestra, fue siempre un fracaso.

Y es que, de acuerdo al registro histórico, ese particular modelo, típicamente populista, soberbio e ineficaz, procura atraer la lealtad del ciudadano mediante una mezcla de recursos dirigidos a comprar voluntades, pero también con la disposición rabiosa de perseguir a quienes le son detractores.

¿Nos es familiar?

Ese nivel de intolerancia manifiesto por el ejecutivo en los exabruptos dirigidos contra aquellos a los que no puede oponer ningún argumento valedero, lo decanta frustrado alentando a sus incondicionales por medio de cobardes mensajes de odio dirigidos a descalificar a los que identifica como oponentes, procurando algún evento siniestro como el que durante el pasado proceso electoral le arrebatara la vida de dos miembros de la oposición a manos de uno de sus seguidores quién, además se comprobara en las diligencias seguidas por FGR, era activo miembro de pandillas. En tal sentido el que primero llamara “oposición” a los miembros de entidades defensoras de derechos humanos y luego, en una actividad posterior con la milicia los calificara como “(…) enemigos internos (…)”, lo que además replica en redes, dirige este mensaje esta ves a sus seguidores, preparando, hay que decirlo, el terreno para que se presente un nuevo incidente, en el que como en el caso de los asesinatos referidos arriba, alguno de sus incondicionales seguro que recibirá el encubrimiento que en el pasado la oligarquía brindo a sus agentes, intentará un atentado que pueda resultar en el asesinato de miembros del observatorio de derechos humanos, periodistas independientes, intelectuales críticos, o simplemente contra quienes según su parecer, le sean indeseables, quizás, porque no sea de su gusto la corbata que use, y como ocurriera en aquel episodio, se desentenderá siendo como entonces responsable último de un crimen.

El enemigo interno no es entonces el que acusan, sino más bien el que procura la violencia que lo beneficia mientras más sangre corre en su nombre en nuestra tierra.

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