Ensalada independiente: izote, Matías y güiri güiri
Tania Primavera
El lodo en el patio, las hojas abundantes. La lluvia a toda hora. La oficina en la habitación desde donde ve los izotes, pájaros, ardillas y muros. Todas las noches viene la lechuza a cantar. A veces quisiera tener poder. Poder para crear con una vara mágica cosas para cambiar tanto güiri güiri y trabajar por un país en marcha. Pero ella vive en un lugar donde nadie sabe de ella y es parte de todos, como le recuerda Gustavo Cerati. Es un fantasma. Es invisible. Por más voces que griten en sus escritos. Por más urgencia. Todo queda en la memoria. Ya no cree en las noticias al abrir las páginas de los diarios. Mejor no lo hace. Un poco por monitoreo. En tres segundos termina. La librera sigue desordenada. En mayo se inundó la casa y aun los libros de medicina y místicos están sin ordenar. Pero logró salvarla asoleando. Hoy al azar tomó un libro, es de Hugo Lindo, escritor, publicado en 1961. Casualmente, pidió para que al abrirlo hubiera un poema que le gustara. Solo ella en estos tiempos de pleitos, intrigas, y dilemas, acude a los libros. Acude al pasado. Para que de ahí surja el presente.
Los libros son el refugio, y ha sido difícil leer en este tiempo, solo esporádicas lecturas a medias, son tantas, hay tanta información. Piensa en sus gotas. Piensa en no pensar y comienza una terapia para avanzar ella sola, porque no hay con quien. No hay grupos con quien se junte. No hay asociaciones. Es bastante independiente. No ha leído nada – casi nada se siente ignorante. A veces, busca cámara en vivo para ver La Fontana de Trevi, para lograr viajar lo que no ha podido. Otras ve las películas de María Félix en directo. Otras escucha por horas la música del piano de Federico Chopin, o el jazz de Chet Baker. Otras algún documental histórico, otras busca historia de Kuskatan. Intenta entrar en las fotos de Carl Hartman y las ve maravillada detenidamente, y quiere estar ahí en 1896 en Nahuizalco. La belleza del cine, la belleza de la escultura, de los monumentos, de los grandes músicos en muchos casos también con sus tristezas. Entonces no está lejos. Se identifica. La tierra nuestra. Sin tierra. Es ajena.
En el parque Libertad, del centro de San Salvador, está el Monumento a Los Próceres, dedicado al 5 de noviembre de 1811, sobresale espigado ese bellísimo ángel, en memoria de la libertad, de cuando cobra protagonismo José Matías Delgado y otros del pueblo en su intento de gesta independentista de la corona española. El joven escritor salvadoreño Andree Cardona ha publicado de forma independiente, hace unos días, un ensayo de 45 páginas sobre la vida del prócer Delgado. María Feliciana de los Ángeles Miranda (declarada “Heroína de la Gesta Libertadora de 1811”), María Felipa Aranzamendi y Manuela Antonia Arce y Fagoaga de Lara son mujeres que también son parte de estas luchas independentistas y se deben conocer estos nombres. Por otro lado, el joven escritor salvadoreño Andree Cardona ha publicado de forma independiente, hace unos días, un ensayo de 45 páginas sobre la vida del prócer Delgado. Sea como sea un libro siempre es un gran esfuerzo en este país. Otro parque está siendo remodelado y restaurado.
Otro parque está siendo remodelado y restaurado. Es en Santa Ana, Bella escultura de La Libertad posa en medio de las hojalatas que lo cierran, dentro trabajan. Los árboles no son para podar a ras. En las ciudades por eso debe haber paisajistas. La naturaleza no estorba, eso puede pensarlo alguien que goza del adoquín. Entonces ¿adoquinemos el volcán de San Salvador, el cerro Santa Lucia de Santa Ana, para que no haya tanto polvo?
Ya casi van para arriba en las faldas del gran San Salvador, subiendo el volcán restaurantes de lujo, hoteles, y residencias, en el cono del vivo volcán que querrá hablar siempre, no está muerto. Desde 1917 duerme, pero puede despertar. Ahí, en esas carreteras entre los lujosos espacios de recreo, una anciana vende chocolate en tableta, sobre una cuneta. Ahí en esos cantones no llega la bonanza del boom económico de cafés del volcán.
Encuentra el jugo verde de manzana, perejil y espinaca una delicia. Todo el mango congelado que tenía cortado y listo se lo acabó. Encontró a la gurú argentina que no conoce y le inspira. Todo intenta para lograr tomar gotitas para ella y estar y sentirse mejor. Nada es fácil. Hay mil cosas que afligirse. ¿Qué es lo único que tenés? Tu cuerpo, tu humanidad. ¿Y que le das?
El invierno nuestro le gusta. Las torrenciales tormentas abonan la tierra. Además no hay ventilador y se está asando. Pero debe trabajar. Intenta no llorar. No desviarse no hay opción. Pero en su hueco, la voz le dice algo, buscar, lo que más amas y lo que más temes para encontrar-te. Mientras, toma su jugo verde.