Iván Escobar
Colaborador
El arbitraje y el teatro son dos áreas profesionales totalmente distantes. Datos históricos advierten sobre esta distancia hasta en el origen de ambos rubros: el teatro se dice que surgió entre el siglo V y VI (a.C.) en la antigua Grecia, y en el caso del arbitraje, en 1871, es cuando se tiene la primera referencia del referee o árbitro en un juego.
Ruth Noemi López está consciente de ello, pero su pasión por estas dos áreas es mayor, y se ha trazado como meta cumplir sus sueños de consolidarse como la primera mujer árbitro a corto plazo en El Salvador y a la vez ser actriz del teatro salvadoreño.
A sus 22 años, la joven Naomi, como también es conocida en el centro histórico de San Salvador, en particular en la plaza Francisco Morazán, por su amabilidad y atención a la clientela que llega a este espacio céntrico cada día para disfrutar por las tardes de un café con pan dulce, lucha por sus sueños y se forja metas diariamente para superarse.
La pandemia es una situación negativa que ha tenido que enfrentar con su familia, y pues remarca que no ha sido fácil, sobre todo en el centro histórico de la ciudad, que para muchos es un atractivo turístico y oportunidad de desarrollo para las autoridades municipales, pero para el comerciante informal, para el negocio ambulante es una pesadilla lidiar día a día con el acoso de la autoridad municipal y la infinidad de problemas que se viven en la urbe. “Es horrible”, responde sin vacilar, Ruth al preguntarle cómo es vivir en el centro y a su corta edad enfrentar tantos problemas.
Entre la 1 de la tarde y 7 de la noche, la joven Ruth, junto a su madre Kenny Maday Guzmán, su padre Jorge Alberto López León, y su hermana Patricia Nohemy, ofrecen la venta de pan con café; junto a ellos, hay otro grupo de comerciantes que trabajan incansablemente, recorren cada metro de la plaza las jóvenes. Bajo el intenso sol, la lluvia, y el frío de la noche, estas jóvenes al igual que Ruth van y vienen con una bandeja de pan dulce, de todo tipo, y un pequeño azafate con la orden de café de cada cliente.
Son días de intenso trabajo, advierte la joven, que dice que terminan la jornada agotados, pero el siguiente día hay que volver y atender a los clientes, pues es su única fuente de ingreso y la oportunidad como familia de trabajar y enfrentar la vida.
¿Arbitraje y Teatro?
El día que hablamos con Ruth, fue por la mañana, a eso de las 10. Estaba saliendo de una reunión en el Teatro Nacional, dice que ha retomado sus encuentros con las personas encargadas pues quiere prepararse en esta área, así aprovecha el tiempo libre, antes de la jornada extenuante de la venta de café.
De entrada, nos comenta que la pandemia frenó su formación y desarrollo en el arbitraje y el teatro. En el caso del arbitraje dice que logró concluir en 2019 un curso, que les llegaron a ofrecer al Instituto Nacional “Alberto Masferrer”, donde estudiaba. “Me gradué en el curso arbitral” dice con satisfacción, pues de toda el aula, solo ella y tres jóvenes más aceptaron el desafío y se graduaron. “Era la única mujer yo, estudié un año en el Centro de Capacitación de Árbitros de Futbol”. Y también recibían entrenamiento en la Federación de Fútbol, todo iba bien, y recuerda que a la fecha ya ha estado como árbitro central, en alrededor de 20 juegos, claro son de carácter infantil y juvenil algunos, no pierde la esperanza pronto de pitar en un juego de liga mayor, incluso, fuera de las fronteras cuscatlecas.
En esta rama ligada al deporte, que es característica para hombres, y en el país asegura que no son muchas las mujeres que se interesan en el arbitraje, deja de lado estos temas, y dice concentrarse en lo que le gusta hacer, prepararse y llegar a ser la mejor. No duda en asegurarlo.
“En el año de pandemia sí fue difícil, porque nadie estuvo activo”, recuerda con lamentación, pues sabe que es un tiempo que se perdió en preparación, hoy asegura que está realizando los trámites para volver. “Ahorita quiero volver a hacer la petición de reingreso, se pone una solicitud, tanto al Colegio como la Federación”, remarca con emoción, y también recuerda que la coyuntura actual que atraviesa el fútbol nacional, pues no deja de ponerla nerviosa, ya que no quiere perder la oportunidad de formación que ha tenido. “Quiero seguir preparándome, y crecer profesionalmente”, insiste.
En el arbitraje nacional enfatiza que un referente importante para ella, es Joel Aguilar Chicas, el árbitro nacional y el profesor Héctor Recinos, “han sido quienes me han dirigido”, comenta.
Ya en el teatro, dice que la primera ocasión, fue en el mismo período que decidió meterse a la preparación como árbitro. En esa oportunidad recuerda que fue invitada por un director de teatro que le pareció para que ella realizara una actuación, afirma que fue algo pequeño pero el interés de algo más ha estado presente en ella, y ahora dice que ha retomado su encuentro con otras personas que están orientándole y enseñándole al respecto. “En la primera ocasión me llamó la atención, pero no hubo tanto…ahorita sí me he incluido con personas más profesionales”, señala.
El tema del teatro, lo alimenta con uno de sus pasatiempos, como es la lectura, es amante de la filosofía y las obras de teatro, así que por ahí se prepara empíricamente, y quiere aprovechar todo espacio y tiempo con sus mentores para un día estar en la gran Sala del Teatro Nacional u otros escenarios tanto locales como extranjeros, representando el talento nacional.
Uno de sus amigos y que alienta a seguir adelante es el gestor cultural y poeta Wally Romero, un joven también comerciante de libros que comparte literatura y plática con Ruth, así como el café y pan que no puede faltar en cada tarde.
Apoyo de la familia es fundamental
Ruth cuenta con el apoyo de su familia. Sabe que está con ellos, y así como ella es un elemento importante en la venta de pan dulce y café, en el emprendimiento que tienen, ellos le acompañan su esfuerzo y la alientan a prepararse y seguir luchando por sus sueños.
Y remarca que “se trata de querer superarse también”, pues es consciente que uno puede tener todos los apoyos o la preparación, pero si no existe el interés personal o la fijación de metas, no se da el paso para lograrlo. “Mis padres siempre me han acompañado en lo que he querido, me apoyan bastante. Pero más que todo se trata de que yo lo haga”, considera.
Como joven dice que la situación de país no es fácil, y pues ahora está enfocada en seguir apoyando a su familia en el negocio para subsistir, pero su principal enfoque es volver de lleno al teatro y al arbitraje. “Las dos cosas requieren bastante estudio, el arbitraje desde todas sus reglas, y en el caso del teatro mantener el control de su cuerpo, las expresiones, aprendizaje de diálogos, etc.”, precisa.
No duda en salir del país, en el momento que se presente la oportunidad para representar a El Salvador en alguna de las dos áreas que quiere profesionalizarse, sabe que será duro pero no es una meta lejana, con mucho sacrificio y preparación cree que las oportunidades llegarán.
Una niña que nació en el centro
Ruth compartió que nació en el centro, y remarca que es “horrible” vivir en este centro histórico, no hay muchas opciones. Desde 2016 su familia sobrevive del comercio ambulante, en estos años ella y su hermana, al igual que otros pequeños y adolescentes, y familias han sufrido las inclemencias sociales de sobrevivir en esta ciudad.
“Vivir aquí en el centro es bien peligroso”, advierte y añade también que “si usted no tiene su propio negocio es bien difícil sobrevivir”, pero ello implica luchar por un espacio físico, enfrentar el acoso de la autoridad municipal, y otro sin fin de situaciones, lo que hace complejo el trabajo. Lo otro es la competencia desleal, que les afecta como comerciante, las envidias, comenta, pero son situaciones que van sobrellevando, en medio del crecimiento y “modernización” de la ciudad.
“Pónganse en el algo”
“Que se pongan en algo, y le echen ganas a la vida, que piensen en sí mismos más que todo, son ellos quienes, por decir algo, los que se van a quedar en esta tierra y que se propongan metas y las cumplan, porque no pueden estar así sin nada que hacer”, es el mensaje directo y claro, que hace Ruth a la juventud salvadoreña, a esos jóvenes que se pierden en vicios o vagancia, que pierden el tiempo o no aprovechan las oportunidades.
Y puntualiza que es punto fundamental es perder el miedo “hay que tener autosuficiencia y poder superar las cosas y no quedarse estancados, hay que seguir adelante”, concluyó.
Por ahora, Ruth sigue trabajando duro. Hace unos días la vi bajo una intensa lluvia, protegiéndose con la pequeña bandeja, mientras su madre resguardaba la venta en sombra del edificio del parqueo Morazán, ese día la venta sin duda estuvo mal, pero al otro día, la vi de nuevo, lucía siempre radiante y con una sonrisa, llevaba los cafés y el pan, atendiendo con amabilidad a sus clientes.
Los jóvenes en El Salvador siguen luchando por sus sueños, como Ruth muchos quieren superarse, los atropellos a sus derechos o las amenazas diversas los acechan, pero está claro que la educación, la preparación, la cultura y el arte los puede salvar de las garras del mal.
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