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ENTRE POETAS Y LEYES 

 

 

Por Mauricio Vallejo Márquez

 

Hace un par de días me encontré a Gabriel Quintanilla en los pasillos de los Juzgados y no pude contener la avalancha de recuerdos de aquel 1999 cuando inicié mis estudios de Derecho. Aquellos días en que la alegría se combinó con la pasión del estudio y el conocimiento. Debía escoger una carrera universitaria y las clases de Seño Raquel Rodríguez fueron suficientes para que mi amor por las Ciencias Sociales y la Justicia me llevaran a encontrarme con la licenciatura en Ciencias Jurídicas. En aquellas clases cuando en tiempos de ocio usábamos el espiral del cuaderno para sacar música con Juan Carlos Castillo, colega que ahora tiene su grupo Gorditos Swing y tengo el imponente deseo de irlo a escuchar y bailar con su música tal y como lo hicimos en los buses cuando íbamos a trabajos de campo. En esos días nos reuníamos para disertar de la doctrina y la jurisprudencia con Martín Alemán y Álvaro Santos Marín cuando teníamos horas libres; siempre estaba presente el Derecho. Recuerdo cómo admirábamos el empeño de Martín que dio su mejor esfuerzo. Y cómo olvidar a nuestra amiga Claritza, fiel compañera que nos dulcificaba las horas y era parte esencial del club. Lamentablemente ella falleció tras un accidente automovilístico. Era hermosa aquella cuadrilla, aprendimos tanto de la vida y del Derecho.

 

Tantos recuerdos que enumerarlos en estas líneas le quitarían el sabor de estar siempre en mi mente y por eso los guardo acá, con ese cariño de atesorar lo sagrado.

 

Con los años me percaté y fui comprendiendo que el Derecho es importante no solo porque regula nuestros actos dentro de una sociedad, sino que pone los límites para evitar que perdamos la civilidad. Y eso es valioso, por esa obvia razón los abogados son esenciales. Todo eso pensaba mientras conversaba con Gabriel y recordamos los días en que equilibramos la literatura con la jurisprudencia, aunque yo me decanté más por las letras y él por el Derecho. Al final la vida termina dándonos la posibilidad de enmendar los renglones y me devuelve a los pasillos del derecho.

 

Las diligencias legales también tienen notables diferencias con lo que aprendimos, así como los procesos y las leyes, ya que el derecho cambia según las necesidades de la sociedad. Cada cierto tiempo es fundamental que esto se dé, por eso los jurisconsultos debemos estar actualizándonos para no perder el rumbo en el momento que sea necesario. De igual forma nosotros como seres humanos vamos cambiando, envejecemos y maduramos para construirnos. Aquellos muchachos que fuimos dejan su huella en los hombres que hoy vemos como nos lleva de la mano el oficio y el tiempo.

 

Cuando bajaba las gradas del juzgado me llevaba el gusto de llevar en mis manos las certificaciones respectivas, así como el sinfín de recuerdos que Gabriel me había ayudado a desencadenar mientras mis pasos teñían de sombra el suelo bajo el sol de las diez de la mañana.

 

 

Mtro. Mauricio Vallejo Márquez

Licenciado en Ciencias Jurídicas

Maestro en Docencia Universitaria

Escritor y editor

Coordinador Suplemento Cultural 3000

 

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