Por: Rolando Alvarenga
A través de los años -y el presente no es la excepción- en nuestro país se ha dado la fea costumbre de que la mayoría de entrenadores extranjeros tratan mal y, en algunos casos, hasta humillan a los atletas salvadoreños.
Una censurable práctica porque, más allá del temperamento y carácter que utilizan para darse a entender, los instructores internacionales han rebasado la línea del respeto.
El más reciente ejemplo de este abuso salió a relucir cuando un frustrado entrenador de fútbol, conocido como “Chamarra” y con fama de neurótico compulsivo, tuvo el descaro de justificarse expresando: “yo no entreno señoritas, entreno hombres”. ¿Qué le pasa? ¿por qué no se marcha a su país a insultar a sus compatriotas?
Y lo inconcebible es que, a pesar de ser famoso por su mal carácter y miserable vocabulario, los directivos del fútbol salvadoreño lo vuelven a contratar y siempre hace lo mismo, cuando lo menos que tendrían que hacer los dirigentes del fútbol es reportarlo a Migración para que lo manden a echar pulgas a otro lado. Y es que el fútbol se presta para este tipo de vejámenes, impunes contra la dignidad de futbolistas de todas las edades.
Y la verdad, lamentablemente, no solo en el fútbol existen estos abusivos. También están incrustados en el deporte olímpico y, al igual que en el fútbol, también hay varios instructores que tienen esta reprochable e indigna actitud para con los atletas nacionales.
Atletas que además de no recibir su estímulo estatal al día, tienen que soportar la dureza de instructores de cuestionada paciencia y tolerancia para el manejo de chicos y chicas.
En este aspecto, la carroza de este tipo de personajes la encabezan los cubanos. Hay dos en atletismo que, quizás por las asoleadas que se pegan todos los días en el “Mágico”, viven con un carácter de los mil diablos. Habían dos en esgrima y uno en el boxeo, pero gracias a Dios ya volaron.
El del box, lejos de venir a levantar este muerto, vino a correr a los pocos valores rescatables que tenía esta disciplina.
En el tenis de mesa hay un “fidelito perverso” que, a través de los años ya sea como gerente o entrenador, ha sido represor con atletas y entrenadores y, a pesar que su último protector ya no esta en la federación, todavía está en este deporte como si nada. (Cualquier duda podemos escuchar una grabación que lo retrata de cuerpo entero).
Esto no puede ser, los federativos deben estar pendientes de estas conductas abusivas.
Supuestamente, durante su preparación académica, esta clase de instructores recibieron psicología para tratar, convivir y compartir con atletas de todas las edades y en ambas ramas, pero no se mira claro.
¡Ubíquense! respeten la dignidad patriótica salvadoreña. Se les agradecerá mucho que depongan su explosiva neurosis o que el INDES haga algo. Es que los resultados (pocos atletas mayores) demuestran que tanta descarga colérica, no ha sido suficiente para que El Salvador sea una potencia centroamericana en mayores.