(5 años más de un Presidente de Derecha)
Por Colectivo Tetzáhuitl*
Nayib Bukele, un gobernante Derechista Neoliberal y Pro Oligárquico que navega con bandera de izquierdista
“Es la economía, estúpido!” , es la célebre frase de James Carville, asesor del demócrata Bill Clinton en la exitosa campaña que en 1992 le impulsó desde su sillón de Gobernador de Arkansas hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca, descolocando a su contrincante republicano, George Bush padre, que seguía volcándose en los éxitos de la política exterior estadounidense como el fin de la “Guerra Fría” o la “Guerra del Golfo Pérsico”, olvidándose de los problemas cotidianos y de las necesidades más perentorias de los ciudadanos estadounidenses.
Parafraseando la célebre expresión del asesor de Clinton pero referida a Nayib Bukele habría que decir: “Es de Derecha, estúpido!”
Para los que creyeron que Bukele era un político de izquierda, no hay mayor fiasco que caer en la cuenta que esa imagen fue deliberadamente construida como parte de su ascenso político para engañar a los electores de izquierda que en el pasado habían votado por el FMLN.
Bukele siempre fue de derecha y con el tiempo ha radicalizado su discurso y sus posiciones hasta convertirse en uno de los principales exponentes de la derecha Neoliberal del continente, junto a Milei de Argentina o a Bolsonaro de Brasil.
Después de estos primeros cinco años de gobierno, problemas como la delincuencia y la corrupción que prometió combatir seguramente van a pasar a segundo plano.
No porque los haya resuelto sino porque ya no forman parte esencial de su estrategia para consolidar su poder sobre el Estado.
Ahora los temas que definirán el futuro del país y sobre todo el perfil del régimen tienen que ver más con lo económico que con lo político y no cabe duda que son las decisiones en este terreno las que más van a predominar en el segundo mandato Bukeleano.
En su discurso de toma de posesión del pasado 1 de Junio Nayib Bukele no dio a conocer ninguna oferta que no haya hecho ya antes pero que nunca cumplió.
Se limitó a exhibir los supuestos éxitos de su Guerra contra las Pandillas, dejando de mencionar el pacto espúreo que mantiene con ellas desde sus años como Alcalde capitalino.
Dijo que ahora el país por fin alcanzó su plena libertad porque se ha librado del cáncer de las pandillas y exhibió a El Salvador como el país más seguro del Hemisferio Occidental.
En Junio del 2019 Bukele ofreció reducir sustancialmente el número de homicidios y resolver los principales problemas económicos y sociales que gobiernos anteriores no habían resuelto.
Prometió que combatiría la pobreza y mejoraría las condiciones de vida de la población.
Pero, ¿qué hizo en su lugar?
Cerró más de 30 programas sociales que venían desde los gobiernos del FMLN e hizo desaparecer una docena de instituciones públicas, siguiendo el precepto Neoliberal de achicar el Estado.
El desmontaje de las políticas sociales emprendidas por los gobiernos del FMLN provocó un aumento de la pobreza extrema, la caída de los principales indicadores sociales, deterioro de las condiciones de vida de la población, aumento del costo de la canasta
básica, más desempleo, tanto público como privado, entre otras consecuencias.
Esta vez, Bukele no anunció ninguna solución a los graves problemas económicos y sociales que en su primer mandato ofreció resolver pero que al final decidió no atender.
No hizo ningún anuncio de nuevas políticas públicas y tampoco se refirió a los problemas estructurales que tiene la economía del país.
No encaró el problema de la pobreza que ha aumentado cinco puntos porcentuales desde que asumió la Presidencia en el 2019.
Según datos del BCR, El Salvador ha retrocedido a los niveles de pobreza del 2008 (40% de los hogares eran pobres en ese entonces).
Tampoco ofreció una reforma tributaria progresiva que le habría dejado al país, según expertos, no menos de mil millones de dólares en tributos adicionales.
Aquello de que “deberán pagar más los que ganan más” cayó en saco roto y ya no fue recordado en su discurso del pasado Sábado.
Por lo visto, la estrategia fiscal y tributaria seguirá siendo la misma: Cargar el peso de la tributación en la clase media y en los sectores más pobres del país.
Esta es una clara posición Neoliberal que no tiene nada que ver con una visión de izquierda.
La Asamblea Legislativa acaba de aprobar en Mayo pasado la emisión de nueva deuda por mil 500 millones de dólares, para convertir deuda de corto plazo (LETES y CETES) en deuda de largo plazo, así como cubrir algunas otras necesidades presupuestarias que ni Hacienda ni los Diputados de Nuevas Ideas han querido aclarar.
Lo más seguro es que con esta nueva emisión de bonos soberanos pretendan reducir parte del desajuste fiscal que viene enfrentando el gobierno así como cubrir el refuerzo presupuestario aprobado para las Secretarías Ejecutivas de CAPRES.
Insistimos, estas medidas son claramente de corte Neoliberal y contradicen el discurso de izquierda con que se ha estado vendiendo Bukele y su gobierno todo este tiempo.
No cabe duda que Bukele hará un segundo mandato tanto o más Neoliberal que el primero.
No hay nada en el ambiente que tenga el más mínimo asomo de una política económica de izquierda que favorezca lo social por encima de los privilegios de los grupos oligárquicos a los que siempre dijo que iba a combatir y debilitar y que en su lugar ha favorecido y protegido.
Ahora ni siquiera hizo referencia a ellos y algunos compartieron tribuna entre los invitados especiales.
Un ejemplo para aclarar por dónde marchará la economía del país tiene que ver con la situación actual del Sistema de Pensiones.
Según una investigación del economista César Villalona, en el 2017 las ganancias de las AFP’s en manos de grandes grupos empresariales, tanto nacionales como extranjeros, alcanzaron $30.3 millones de dólares.
En ese año (2017) se aprobó, como ha explicado Villalona, una reforma al Sistema Previsional que entró en vigencia en el 2018 y que no solo redujo la comisión que cobraban las AFP’s por las cotizaciones, sino que también redujo la comisión que cobraban por las pensiones que pagaban y también eliminó la comisión del 1% sobre los rendimientos de las cuentas inactivas.
Estos cambios produjeron un caída de las ganancias de las AFP’s a $23.7 millones de dólares en el 2018 y a $22.5 millones en el 2019, al tiempo que permitieron mejorar las pensiones mínimas que venía pagando el Sistema.
Se trató de una reforma que buscaba favorecer a los trabajadores de menores ingresos y no a las AFP’s.
En cambio, con la reforma que impulsó Nayib Bukele en el 2022, ya con la Asamblea bajo su control, las AFP’s recuperaron las ganancias perdidas, las que volvieron a subir en el 2023 a $32.6 millones de dólares, 2 millones más que las ganadas en el 2017.
Este año (2024), según los cálculos de Villalona, las AFP’s podrían ganar $39 millones de dólares, mucho más que antes de la reforma promovida por el FMLN.
¿Quién no ha querido entonces desmontar el Neoliberalismo y acabar con los privilegios económicos de algunos grupos financieros?
Si Bukele hubiera pretendido desmontar el Neoliberalismo, tal como anunció en el 2019, el Sistema Previsional debió ser estatizado.
Debió acabar con el Sistema de las AFP’s y crear un Sistema Público como teníamos antes de la reforma que aprobó ARENA.
Lejos de eso, el Sistema de Pensiones sigue siendo privado y en beneficio de los grandes grupos empresariales.
Entre Bukele y los ex Presidentes de ARENA o los Jefes de Estado de finales del Siglo XIX y a lo largo del Siglo XX que respondieron a los intereses y necesidad de acumulación de riqueza de la Oligarquía no hay ninguna diferencia.
Una hábil y bien planeada estrategia propagandística, con asesoría venezolana, ha presentado a un Nayib Bukele que no existe en la realidad.
No hay un Bukele progresista y de izquierda con vocación democrática e identificado con los intereses populares.
Lo que tenemos y vamos a enfrentar en los próximos cinco años, sino más, es a un Presidente autócrata, farsante y demagogo, que se montó en una falsa plataforma de izquierda, apoyado por José Luis Merino, dueño del FMLN y del Grupo empresarial Alba, aliado de los grupos Oligárquicos nacionales y Estados Unidos para acceder al poder, acabar con lo que queda de la izquierda histórica y aspirar a jugar en las grandes ligas de la economía vinculada al capital financiero sionista internacional.
Cometen un error de análisis los que consideran que el gobierno de Bukele se define por su naturaleza autocrática.
Bukele es un Dictador porque la construcción de su modelo económico requiere de un régimen autoritario para consolidarse.
A eso se debe que los rasgos autoritarios no sean de ahora. Vienen de varios años atrás y es precisamente ese régimen político excluyente y violador de Derechos el que le ha permitido a Bukele proteger a los Oligarcas
del país, acrecentar su patrimonio familiar a costa del Estado y actuar en la más completa impunidad.
Más neoliberalismo y menos Estado Social
El acto de traspaso de mando presidencial reprodujo la parafernalia propia de las Dictaduras de Derecha: Desfile militar, fuerte presencia policial y un pueblo pasivo y tolerante presenciando todo detrás de la barda.
Bukele llegó a la ceremonia de traspaso de mando con un traje de gala, simulando la vestimenta del Capitán General Gerardo Barrios o la del libertador Simón Bolivar.
Todo para reforzar mediáticamente sus aspiraciones caudillistas.
Su discurso estuvo cargado de improvisaciones e inconsistencias históricas y como ya es habitual en él sobraron sus referencias a los gobiernos del pasado.
Como dijimos antes: No ofreció nada nuevo, ningún Plan Económico, ninguna actividad de rescate de la Economía o de mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
Al menos en el 2019 prometió que iba atraer más inversión extranjera.
Ofreció una serie de mega inversiones como el “Tren del Pacífico” o el “Aeropuerto de Oriente”, los que nunca construyó.
Esta vez solo dijo que dedicaría más tiempo y atención a reconstruir la economía del país y que en ese esfuerzo habrá que aplicar “medicina amarga”, en referencia a los costos que los pobres deberán pagar por algunas decisiones adoptadas.
Ningún sacrificio para los grupos oligárquicos.
No podemos esperar, entonces, que las cosas sean diferentes a como fueron en el primer período de su gobierno.
Bukele continuará profundizando el Neoliberalismo y seguirá poniendo toda la maquinaria del Estado en función de los intereses de la Oligarquía.
Los que creen que Nayib Bukele es el que detenta el poder real están equivocados.
Bukele y su clan familiar son instrumentos al servicio de los grupos económicos oligárquicos y del capital financiero sionista Estadounidense.
En estos grupos radica el centro del poder y de las decisiones económicas.
Ellos son los “dueños de la finca”, como los ha llamado el propio Bukele.
Su clan familiar solo es un administrador del poder del Estado.
Toda esa demagogia contenida en su discurso de toma de posesión del pasado 1 de Junio no pasa de ser un conjunto de medidas económicas y sociales que no está dispuesto a poner en práctica.
Lo hizo en el 2019, lo volverá a hacer ahora en el 2024.
Ninguno de los ofrecimientos hechos hace 5 años y que tenían que ver con lo social o con mejorar la vida las familias de menos ingresos se ejecutaron.
En este segundo mandato ocurrirá lo mismo.
No solo porque no hay voluntad e interés para hacerlo, sino porque no hay presupuesto para mantener los altos niveles de inversión proyectados.
De todos los préstamos contraídos en estos cinco años solo un 40% ha sido destinado a inversión.
El resto se va en pago de deuda, gasto corriente, despilfarro y corrupción.
Bukele sigue teniendo y seguirá teniendo un desajuste presupuestario de varias centenas de millones de dólares mientras no resuelva el problema de las
finanzas públicas que se ha vuelto crónico en su gobierno.
Uno es el Presupuesto aprobado y otro es el Presupuesto Ejecutado.
Como ya es característico en su administración, los platos rotos los paga el pueblo en beneficio de los sectores Oligárquicos del país.
Y no hay nada que nos haga pensar que será diferente en estos próximos cinco años de un gobierno de facto.
Nos esperan entonces cinco años más de profundización del Neoliberalismo Oligárquico y de ejercicio político autocrático y excluyente.
Y no es para menos.
¿Qué se puede esperar de un Presidente que engañó al electorado, que se presentó como un político progresista de izquierda y ha resultado ser un ultra derechista conservador de corte Neoliberal?
La crítica de Bukele hacia los gobiernos del FMLN es que se dedicaron a administrar y reforzar el Neoliberalismo, pasando por alto las reformas sociales y económicas que emprendieron.
En este primer gobierno más bien fue Bukele el que reforzó el Neoliberalismo de corte Oligárquico.
Debilitó el Estado Social de Bienestar.
Eliminó 30 programas sociales. Redujo subsidios.
Redujo el Estado y su capacidad de intervención en la economía.
Bajo su gobierno las fuerzas del mercado actuaron con plena libertad.
Protegió y fortaleció a los grandes grupos empresariales en detrimento de los más pobres.
A estos grupos económicos les entregó, violando incluso la Ley, los principales negocios del Estado.
Parafraseando a James Carville, ex asesor del ex Presidente Clinton: “Bukele es de Derecha, estúpido!
No te confundas…”
*El colectivo Tetzáhuitl está integrado por comunicadores, periodistas y analistas de la realidad nacional, sin vínculos partidarios.
Su misión es analizar los hechos sin pasionismos y sin deformaciones ideológicas.