Por: Rolando Alvarenga
Lo diga o no la Ley General de los Deportes, la Carta Olímpica o los estatutos federativos, es simplemente injusto e inmoral querer castigar a los atletas cuando los estímulos deportivos económicos son una vergüenza.
Es que a veces son sanciones que ni el INDES ni el COES deben avalar por constituirse en un golpe artero al juego limpio y porque empujan al atleta a retirarse del deporte.
Y viene al caso recordar que hace varios años, producto de un proceso viciado, la Federación de Boliche quiso castigar a la atleta Lizy Acosta. Por ello, la deportista buscó justicia ante el INDES y el COES, pero fue ignorada.
Fue así que Acosta se avocó a la Sala de lo Contencioso de la Corte Suprema y esta resolvió devolverle los “derechos” a la atleta. Además, como medida cautelar para los federativos, el caso pasó a Tribunales y al final se reafirmó el mandato de la Sala.
Por ello, si un atleta no quiere defender los colores patrios porque no tiene los estímulos básicos para hacerlo, no puede ser sancionado y menos si un presidente solo persigue fines turísticos. ¡Para nada!
Defender los colores patrios debe ser un orgullo para todo salvadoreño, siempre y cuando esté bien estimulado, bien alimentado, bien tratado por entrenadores salvadoreños y debidamente equipado.
En consecuencia, todo lo que no esté enmarcado en lo antes expuesto, debe ser considerado como un abuso de poder federativo y la denuncia deberá llevarse ante el INDES y el COES. Ya si estas entidades deportivas no funcionan, buscar un Recurso de Amparo ante la Sala de lo Contencioso de la Corte Suprema de Justicia con la respectiva denuncia en redes sociales.
Es que para exigir hay que dar y, para querer castigar, primero hay que suplir las necesidades integrales del atleta y tratarlo acorde a su condición de ser humano. De lo contrario, la historia y el deporte los señalará como “Presidentes y Federativos Cacorros”.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.