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Es la hora del Estado palestino

Iosu Perales

La Autoridad Nacional Palestina (ANP), no rx presidida por Mahmud Abbas, help está estudiando la posibilidad de poner en marcha un calendario para la declaración unilateral de un Estado palestino, en el marco de las fronteras previas a 1967, con Jerusalén Este como capital. Esta posición responde a una lección aprendida: Israel utiliza las negociaciones para ganar tiempo, sin ninguna voluntad de avanzar hacia una paz basada en dos Estados.  Cansado de negociaciones fracasadas el gobierno de Ramala parece decidido ahora a tomar un nuevo camino.

El contexto presenta un ambiente internacional favorable, habida cuenta que el mundo ha quedado impactado por la criminal ofensiva sionista sobre la franja de Gaza y está extendida entre la opinión pública la idea de que no puede volver a repetirse y es urgente una solución justa y duradera al conflicto. Como era de esperar Israel ha reaccionado con amenazas y no faltan voces en el gobierno sionista que afirman loa derechos judíos sobre Cisjordania (Judea y Samaría), emanados de la Torá (doctrina del judaísmo revelada en el Sinaí) que como dijera el padre del Israel actual, David Ben Gurión, es su verdadera Constitución.

En mi opinión no solamente es acertada la posición de la ANP, sino que debiera producirse cuanto antes. La experiencia histórica nos dice que la prolongación en el tiempo de una decisión semejante sólo servirá para que Estados Unidos y Europa, bajo presión israelí, terminen minando la autodeterminación palestina y obliguen a la ANP, bajo amenazas, a retractarse. Hasta ahora siempre ha sido así: a cada iniciativa unilateral palestina las dos potencias protectoras del sionismo han reaccionado con el argumento de que previamente debe haber un acuerdo entre las dos partes. Razonamiento que sólo favorece a la fuerza ocupante que se encarga de desbaratar toda posibilidad de acuerdo. Precisamente, cuando la ANP ha actuado de manera soberana ha logrado algún éxito como el Estatuto de Estado Observador –no miembro- de la ONU, lo que fue apoyado el 29 de noviembre de 2012 por la mayoría de la Asamblea General, con sólo nueve votos en contra.

Pero para que la posición palestina pueda tener recorrido hacen falta compromisos internacionales. Según el presidente Mahmud Abbas, los países árabes dan su apoyo a la iniciativa. Hace falta una solución definitiva a un problema que cíclicamente desemboca en bombardeos sobre Gaza y de forma permanente en el avance de la colonización judía sobre territorios reconocidos internacionalmente como palestinos. En El Cairo y otras capitales de Oriente Medio gana terreno la idea de que un Estado Palestino es la solución que puede otorgar dos beneficios: la satisfacción a que tiene derecho el pueblo palestino y una mayor seguridad en la zona, también para Israel.

Pero hacen falta más apoyos. Es hora de que el multilateralismo se haga realidad y países que defienden el fin de una ONU cautiva de grandes potencias, y el fin también de una hegemonía norteamericana en las relaciones internacionales, deben hacer algo. Estoy pensando en América Latina. En esa nueva América que sigue los pasos del Libertador Bolívar y pueden decir con él “Sin igualdad perecen todas las libertades, todos los derechos”. La igualdad por la que luchan los palestinos, es la de tener un Estado, al igual que los 193 países que integran la ONU. Un Estado que sea igual a otros Estados, en soberanía. Es la igualdad que quiere el pueblo palestino de gobernarse a sí mismo. Es la igualdad que les dará la libertad y el disfrute de todos sus derechos. Los ideales palestinos son universales y por consiguiente latinoamericanos.

América Latina, sus gobiernos, sobre todo aquellos que son verdadera expresión de los intereses del pueblo, pueden tomar iniciativas: en el seno de la ONU; promoviendo una Conferencia Internacional para un Estado Palestino; dando su apoyo expreso a la iniciativa que ya está en la agenda de la ANP. Las formas y modalidades pueden ser variadas, pero lo importante es que América Latina se despoje de miedos y complejos y tome conciencia de que también es una potencia política, y moral.

Y es que hace falta una alianza internacional con Palestina. No bastan las condenas a los bombardeos. No son suficientes las declaraciones. Hace falta coraje y decisión para tomar por derecho un espacio por la paz en el entramado de las relaciones internacionales, lo que en este conflicto sólo puede traducirse en la existencia de dos Estados, soberanos los dos, respetándose.

Si por razones de correlación de fuerzas la iniciativa palestina no prospera, siempre quedará el camino de reconocer a la Corte Penal Internacional, previa firma del Tratado de Roma. Como Estado Observador de la ONU, la ANP puede llevar al tribunal de La Haya los crímenes de guerra sionistas, contra la humanidad y por genocidio. Posibilidad que preocupa por igual a Netanyahu como responsable y a Obama como cómplice necesario. De manera que el contexto ofrece posibilidades para una negociación internacional que desemboque en un Estado palestino, y América Latina debería dar ejemplo y dar un paso al frente.

Quiero aprovechar estas líneas para tratar brevemente un asunto que está en los medios: ¿Quién ha ganado la llamada guerra de Gaza?

Mi amigo Sergio Yahni, judío, periodista, con residencia en Jerusalén y muchas veces detenido por sus manifestaciones en contra del sionismo y su valerosa defensa de la causa palestina, afirma que los gobernantes israelíes han fracasado. A mi pregunta de por qué, responde: ”Porque la resistencia está ahí. El fracaso es terrible para Israel, porque antes de esta ofensiva militar Hamas había aceptado las pautas de la ANP. Con el ataque sobre Gaza todo se ha caído”. Es cierto que los palestinos han surgido de los escombros para seguir combatiendo e Israel ha tenido que mostrar al mundo su verdadero rostro belicista. Si tengo que analizar la destrucción de Gaza en términos políticos puedo estar de acuerdo con Yahni.

En el otro lado los sionistas se consideran vencedores. Dicen haber eliminado a cientos de terroristas y destruido decenas de túneles por los que circulan las armas de Hamas. Lo que es más cierto es que han muerto 2.138 personas, de ellas 490 menores. Otras 10.300 resultaron heridas. Los militares israelíes muertos son 64.

En mi opinión Israel ha perdido. Pero Hamas no ha ganado. Me resisto a adjudicar una victoria a ninguna de las dos partes, siendo tanta la muerte, tantos los muertos. Es un debate poco constructivo, propio de medios de comunicación que tienden a buscar siempre ganadores y perdedores. Creo que la lección que debe sacarse de la tragedia gazatí es que el mundo no puede aceptar ni un minuto más el belicismo impune del sionismo. Apoyar la formación de un Estado palestino en un corto plazo debe ser la mejor conclusión: América Latina y en especial sus gobiernos bolivarianos tienen la oportunidad de dar ejemplo.

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