(Colectivo Tetzáhuitl)*
A qué juega la oposición y un sector del movimiento social?
La oposición sabe que no tiene ningún chance para ganar las elecciones presidenciales del 2024.
Y no es que Bukele sea un candidato infalible que no pueda ser derrotado en una contienda electoral.
El asunto es que el estado actual de los partidos de oposición no permite albergar alguna esperanza de victoria.
Las últimas encuestas de opinión, especialmente la del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP), aseguran una victoria holgada para Bukele.
Esta sería la primera elección donde a siete meses para la contienda un candidato presidencial tiene casi un 90 por ciento de aceptación ciudadana.
En años anteriores nunca un candidato presidencial había entrado a una contienda electoral con tan altos niveles de aceptación y popularidad.
Lo frecuente es que cinco años de Presidencia provoquen un desgaste de la imagen del gobernante, sobre todo, si no ha cumplido con la mayoría de sus ofertas electorales, especialmente en el terreno económico.
Este no es el caso de Bukele: conserva altos índices de aprobación pese a que la situación económica del país está al borde de una crisis de las finanzas publicas y de un estancamiento de la actividad productiva.
El costo de la vida no para de aumentar; los alimentos siguen al alza; el desempleo no se reactiva, sobre todo en el campo; los indicadores sociales han retrocedido en estos 4 años de gobierno; la pobreza ha aumentado y lo mismo la desigualdad económica y social.
Y no obstante, Bukele conserva una creciente popularidad.
Como ya hemos sostenido en artículos anteriores, a este fin han contribuido la reducción de homicidios derivada de un ilegal proceso de negociación con los líderes de las pandillas y una millonaria y bien elaborada campaña de propaganda gubernamental.
En esta oportunidad no nos vamos a meter en el debate jurídico sobre la inconstitucionalidad de la candidatura a la reelección de Bukele a la que se ha sumado la violación al Art. 152, numeral 6º de la Constitución, cometida por Félix Ulloa al buscar la reelección como Vice Presidente de la República.
El artículo en mención es claro al respecto: El Vicepresidente en funciones puede buscar la candidatura presidencial en el siguiente período al de su cargo pero no la reelección a la Vice Presidencia.
En ese sentido, no solo Bukele, también Ulloa, está inhibido por la Constitución a buscar su reelección como Vicepresidente para cinco años más en forma inmediata y continua.
A pesar de estas prohibiciones constitucionales, el escenario es desfavorable para una oposición débil y dispersa.
Por eso surge la interrogante: ¿A qué se debe la insistencia de la oposición, política y social, en competir por la Presidencia en el 2024?
Solo hay tres explicaciones posibles.
Una, es que son partidos caracterizados por una ingenuidad política que no tiene precedentes en la historia del país.
Con los datos a la vista de las encuestas de opinión y las proyecciones electorales que se pueden construir para Febrero del 2024, creer que los partidos de oposición tienen la posibilidad de derrotar a Bukele es caer en la ingenuidad.
Lo que no deja de resultar extraño en partidos con trayectoria política y electoral de años, como son ARENA y el FMLN.
La otra explicación es que sus dirigentes ignoran la realidad política nacional.
La historia está plagada de procesos electorales fraudulentos en los que caudillos y dictadores tienen todo a su favor para continuar en el cargo y perpetuarse en el poder.
Se trata de un historia que más de algún dirigente político conoce pero por alguna razón la pasan por alto.
La tercera y última explicación, que dicho sea de paso nos parece la más probable, es que sus ambiciones de poder les han llevado a negociar bajo la mesa un acuerdo con Bukele, con la oligarquía nacional y con algunos sectores en EEUU que quieren ver derrotados tanto el proyecto de derecha de ARENA como el proyecto de izquierda del FMLN.
Mediante su participación en las elecciones presidenciales estos partidos legitiman la candidatura de Bukele, ofrecen una imagen falsa de la competencia electoral y generan una sensación de igualdad de condiciones.
A cambio podrían negociar una cuota de poder en el próximo gobierno, como la que tiene GANA, PCN y PDC.
De ser esta la razón de su participación en las presidenciales del 2024 estaríamos ante una actitud mezquina y muy cuestionable de parte de la oposición.
De esta forma, Bukele anula a la oposición, ya sea porque con los resultados previsibles se convierten en partidos más insignificantes de lo que son en estos momentos o porque acaban siendo absorbidos por el poder del Estado que tendría Bukele y su clan familiar.
En esta pérdida de rumbo también participan algunas organizaciones de la sociedad civil que han propuesto a los partidos políticos una fórmula única para la Presidencia y Vice Presidencia de la República.
Para algunos de ellos, la candidatura única sería una especie de insurrección pacífica y civil para oponerse y deponer al régimen de turno.
Nada más ingenuo y ridículo que semejante creencia.
Para que ocurra una insurrección popular, no necesariamente armada, debe haber un rompimiento institucional con el estado de cosas vigente.
Ocurrió en 1944 cuando una generalizada movilización ciudadana organizó una “Huelga de Brazos Caídos” que acabó con la Dictadura Martinista, luego de un frustrado golpe militar que intentaron algunos miembros de la juventud militar de entonces.
A esta caída contribuyeron además, la oposición de la Oligarquía cafetalera y financiera del país a la continuidad de Martínez y el retiro del apoyo del gobierno de Estados Unidos al Presidente.
Ninguna de esas tres condiciones se dan en la actualidad.
Aunque existe un creciente movimiento social que busca empoderarse a través de la lucha popular callejera, no tiene aún la fuerza necesaria como para desestabilizar al gobierno.
Tampoco la Oligarquía ha roto su acuerdo de gobernabilidad con Nayib y para Estados Unidos la Presidencia de Bukele sigue siendo la mejor opción para concretar sus intereses en el país y en la región.
Pero, qué tan débil es la Oposición y sus propuestas de candidatos a la Presidencia de la República?
La debilidad de la oposición ya la hemos analizado en otras ocasiones.
Se trata de un fuerte caída de la votación a su favor que comienza en las dos últimas elecciones (2019 y 2021).
Los partidos tradicionales vienen cayendo en forma estrepitosa en el respaldo ciudadano y no se observa ninguna mejoría para las próximas elecciones.
A esto hay que agregar que ninguno de los candidatos propuestos por los partidos de oposición y por el movimiento social son figuras que tengan un liderazgo nacional.
Ni Manuel “el Chino” Flores del FMLN, ni Camilo Alvarez de ARENA, ni Luis Parada de Nuestro Tiempo y la organización Sumar y menos Joel Sánchez Maldonado, propuesto por Resistencia Ciudadana, tienen el perfil necesario para derrotar a Bukele.
Aunque aún no han sido medidos y evaluados por las casas encuestadoras del país, la mayoría de ellos son totalmente desconocidos y no tienen una proyección nacional.
Incluso, el más conocido de ellos y con una trayectoria política de años en los que ha sido Alcalde y Diputado, como es Manuel Flores del FMLN, éste no pasa de concentrar su liderazgo y fuerza territorial en el municipio de Quezaltepeque y en el Departamento de La Libertad.
En suma, la oposición no solo es débil a nivel territorial, político y electoral, también ha presentado candidaturas presidenciales débiles, sin arraigo popular y poco conocidas.
Por más que lo deseen no podrán derrotar a Nayib Bukele en Febrero del 2024 y tendremos otros cinco años de “más de lo mismo”
El problema es que la oposición sigue sin caer en la cuenta del flaco favor que le hacen a Bukele con su participación en la próxima contienda presidencial.
*Tetzáhuitl es un colectivo de análisis y reflexión sobre la realidad nacional integrado por comunicadores, activistas sociales y analistas en diferentes áreas de las ciencias económicas y sociales.