Gloria Silvia Orellana
@SilviaCoLatino
A sus 17 años, Oscar Antonio Romero vivía con su hermana y cuñado en un escarpado cerro donde se asienta el caserío El Cumaro, cantón Tierra Colorada, municipio de Arambala, Morazán. Originario del caserío El Mozote, era un refugiado “obligado” tratando de resguardar su vida.
La creciente tensión del conflicto armado y el rumor que el Ejército ejecutaría una operativo llamado “Tierra Arrasada” fue suficiente para salir del caserío El Mozote, ese diciembre de 1981, que se convirtió en un episodio que cambió su vida para siempre.
“Me sacaron de la casa en el caserío El Cumaro, aquí en el cantón Tierra Colorada, Arambala. Los soldados querían que los guiara para llegar a El Mozote, porque dijeron que yo conocía. Ellos se identificaban como soldados del Batallón Atlacatl, eran mayores de edad, como que eran reservistas, según decían ellos. Solo gente mayor de 27 a 30 años”, reseñó Oscar Romero.
El recorrido por los caseríos El Cumaro, cerro El Cantarito, en Arambala y el caserío El Mozote, municipio de Meanguera, se consignaron al expediente en la masacre de El Mozote y lugares aledaños.
La comisión judicial fue ordenada por el Juzgado Segundo de Primera Instancia de San Francisco Gotera, Morazán, que ejecuta el Juzgado de Paz de Meanguera, y que pretende establecer la veracidad y existencia de los lugares mencionados en el testimonio de Oscar Antonio Romero.
“Me salvé de puro milagro. Yo venía delante de los soldados con un corvo abriendo brecha para ellos y los disparos que caían partían las hojas, era fuerte y nos tiramos al suelo. Hubo gente herida detrás de mí, y quizás cuando a uno, no le conviene morirse pues sale librado, pero le digo eso tronaba porque era un enfrentamiento recio que empezó desde las once de la mañana y duró hasta la cinco y treinta de la tarde”, comentó.
Oscar señaló que si bien no es beneficiario de nada como víctima, reconoció que está colaborando por familiares como sus tíos, tías y primos, que fueron ejecutados por el Ejército. Lo que consideró injusto, porque eran solo agricultores y nadie estaba armado.
“A mí me soltaron después que llegaron a El Mozote y me dijeron que me fuera, pero me advirtieron que si volvían a pasar y estaba allí con mi familia (caserío El Cumaro) ya sabía lo que me tocaba, así que cuando llegué a la casa les conté y salimos huyendo del lugar ese mismo día. Yo escuché cómo se comunicaban por radio los soldados preguntando qué iban a hacer con la población al Alto Mando (Fuerza Armada)”, recordó.
El temor de la familia Romero Martínez, comentó Oscar Romero, era el antecedente que su padre era catequista de la Iglesia católica en El Castaño, y con el conflicto habían sido señalados como “guerrilleros” ese grupo de personas que predicaban la palabra de Dios.
“Yo regresé a El Mozote luego de la firma de los Acuerdos de Paz (1992), fui de los primeros repobladores, porque nunca me sentí bien en la ciudad”, señaló en su testimonio Oscar Romero, al recordar ese tiempo de violencia que sacudió para siempre su vida.
Judicialmente el caso de la masacre El Mozote y lugares aledaños tiene pendiente la solicitud de unas exhumaciones, que tendrá a cargo el Equipo Antropológico Forense de Argentina y el Instituto de Medicina Legal (IML) para recuperar los restos de otras víctimas en el municipio de Arambala.
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