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Por David Alfaro
29/12/2024
–La deuda nacional o deuda total comprende la deuda pública externa que el Estado tiene con acreedores extranjeros, más la deuda pública interna contraída dentro del país, normalmente mediante préstamos de instituciones locales y otros acreedores.–
La situación de la deuda externa en países como El Salvador es compleja y preocupante. Con una economía de lento crecimiento, escasa inversión extranjera y alta dependencia de las remesas provenientes de salvadoreños en el exterior, el pago de la deuda externa exige enormes sacrificios sociales, especialmente en un contexto de altos niveles de pobreza, analfabetismo y desempleo.
📍 El presupuesto general de la nación para 2024 se estimó en aproximadamente $9,068.7 millones con un financiamiento de $1,488.3 millones.
📍 Según datos del Banco Central de Reserva (BCR) de El Salvador, hasta noviembre de 2024, el país ha recibido un total de $7,846.26 millones en remesas familiares
📍 A diciembre de 2024 la deuda pública total llegó a los 32,053 millones de dólares. Si uno toma en cuenta el PIB que puso el Ministerio de Hacienda para el presupuesto de 2024, de $35,737 millones, la deuda sería de aproximadamente el 89.54% del PIB salvadoreño en diciembre 2024.
Este desequilibrio entre ingresos y obligaciones financieras plantea serias dudas sobre la capacidad del país para saldar sus compromisos.
El modelo del FMI: ¿Solución o problema?
El Fondo Monetario Internacional (FMI) utiliza un modelo económico diseñado para que los países deudores cumplan con sus pagos. Sin embargo, economistas como Joseph Stiglitz, exfuncionario del Banco Mundial, han criticado duramente este enfoque, argumentando que impone ajustes económicos que asfixian a los países en desarrollo. Estas medidas suelen incluir recortes en gastos públicos, que golpean especialmente a la clase media y a los sectores más vulnerables.
En términos simples, según la teoría económica clásica, lo que un país puede ahorrar para pagar sus deudas depende del balance entre lo que gana (exportaciones e inversión extranjera) y lo que gasta (importaciones, pagos a acreedores extranjeros y salidas de capital). En el caso salvadoreño, este balance es extremadamente frágil.
Sacrificios sociales y consecuencias
Cuando un país prioriza el pago de su deuda, generalmente se recortan servicios esenciales como salud y educación, lo que profundiza las desigualdades. En El Salvador, bajo la administración de Nayib Bukele, ya se observan consecuencias de esta problemática, con una notable reducción en la inversión social mientras la deuda sigue aumentando.
Además, para evitar el incumplimiento, muchos gobiernos optan por adquirir nuevos préstamos para pagar los anteriores, perpetuando un ciclo de endeudamiento. Si un país incumple sus pagos con el FMI, enfrenta consecuencias como:
– Pérdida de acceso a futuros préstamos.
– Reducción de la confianza de los inversionistas internacionales.
– Presión política y económica de otras naciones.
¿Es viable no pagar la deuda?
A pesar de las consecuencias potenciales, existe la opción de no pagar la deuda. Esto podría liberar recursos para invertir en servicios públicos, programas sociales o infraestructura, mejorando la economía interna y la calidad de vida de la población. Sin embargo, esta decisión depende de la capacidad del gobierno para implementar políticas internas sólidas y sostenibles.
Aunque los economistas neoliberales suelen catalogar el impago como una «abominación», esta alternativa podría representar una salida al ciclo de endeudamiento y subdesarrollo en el que están atrapados muchos países del Tercer Mundo.
No pagar la deuda no es una solución fácil ni exenta de riesgos, pero debería considerarse como una estrategia viable para priorizar el bienestar de la población y romper con los patrones históricos de empobrecimiento impuestos por los organismos financieros internacionales.
