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Rinden homenaje a la memoria de monseñor Oscar Arnulfo Romero y el padre Rutilio Grande, así como también a otros mártires del conflicto armado este evento fue organizado por miembros de las Comunidades Eclesiales de Base, de San Salvador. Foto Diario Co Latino/ Ricardo Chicas Segura

Es recordado por Comunidades Eclesiales de Base

Yanuario Gómez
@DiarioCoLatino

Decenas de fieles que integran las Comunidades Eclesiales de Base de San Salvador se dieron cita en el Monumento a La Memoria y la Verdad ubicado en el Parque Cuscatlán para desarrollar su acostumbrado encuentro martirial, un espacio destinado a recobrar la memoria histórica del pueblo salvadoreño.

Carlos Vázquez, animador pastoral de las Comunidades Eclesiales de Base explicó que este encuentro en el que, además, participan familiares de victimas del conflicto armado se lleva a cabo la primera semana de cada mes desde 2006 para recordar el martirio de quienes guiaron a la iglesia durante el conflicto y su mensaje de apoyo al pueblo.

“Queremos recoger el testimonio de los y las mártires que dieron su vida por lograr un cambio en nuestro país como lo es la libertad de expresión que es importante, velar porque el pueblo sepa lo que pasa en las comunidades, el derecho a organizarse, a pedir bienestar para las personas”, dijo Vázquez.

El animador pastoral externó que además de mantener viva la memoria histórica de la población, este tipo de encuentros sirven para retomar fuerzas y continuar la labor que emprendieron mártires como monseñor Oscar Arnulfo Romero y el padre Rutilio Grande, quienes escogieron a los pobres y su  bienestar como opción preferencial y dieron su vida por ello.

Para las comunidades de religiosos que participan mensualmente en el encuentro martirial, el Monumento a La Memoria y la Verdad tiene un enorme significado, ya que en el se registran los nombres de al menos 30,000 personas que sufrieron en carne propia la crueldad de un conflicto que les arrebató familiares, amigos y conocidos.

Uno de estos ejemplos es doña Hélida Hernández, una mujer octogenario que sufrió en 1980 la desaparición de su primer hijo Carlos Armando Contreras, quien en ese entonces contaba con 19 años, iniciando así una búsqueda intensa que se prolongó por más de un año y se tornaría angustiante al no arrojar resultados positivos.

“Ese día le puse su almuerzo, el salió a trabajar muy de mañana a Jardines de Guadalupe y no regresó más, ahí comenzó mi búsqueda, fui a derechos humanos, al Arzobispado de San Salvador y la Cruz Roja donde me dieron unas cartas para que me lo buscaran, intentamos durante más de un año pero fue imposible ya no lo encontré”, recuerda la anciana.

A cuarenta años de la desaparición de su primogénito, doña Hélida, si bien es consciente de que no existe probabilidad de encontrarlo con vida, aún abriga la esperanza de saber quienes lo asesinaron y donde están sus restos para recuperarlos y darles cristiana sepultura.

“Para mi es duro no saber donde se encuentran los restos de mi hijo y no tener un lugar donde llevar una flor y llorarlo, lo único que me queda es el  recuerdo de la ultima vez que lo vi salir a su trabajo”, afirmó entre lagrimas doña Hélida.

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