Oscar López
@OscarCoLatino
El Cardenal Gregorio Rosa Chávez, celebró la misa del Miércoles de Ceniza en la que instó a los feligreses a cambiar actitudes negativas que se toman en la vida diaria.
“No es fácil vivir como cristianos, debemos de convertirnos todos los días. Este es un tiempo santo, la Iglesia está hoy iniciando la Cuaresma. Necesitamos cambiar y podemos cambiar, somos gente que lleva una semilla de Dios en su corazón. El mensaje de la Cuaresma es ser hombres y mujeres nuevas en Cristo”, dijo el religioso.
El Cardenal también instó a los feligreses católicos a tener una actitud de cambio, “todos podemos y todos debemos cambiar”, ya que con los pequeños cambios que se realicen en la vida personal se pueden lograr cambios en la sociedad. “Uno puede ayunar de comida, pero eso no basta hay que ayunar de pecado, dejar de hacer el mal y eso es lo que más cuesta, el mal es lo que nos aleja de Dios, lo que ofende al prójimo”, dijo.
Rosa Chávez, indicó que el tiempo de Cuaresma supone para los cristianos católicos un cambio interior, con el objetivo de ser
“hombre nuevo y mujer nueva como Cristo nos enseñó”. El Cardenal afirmó que los católicos deben de vivir la Cuaresma con humildad,
recordando que los seres humanos no somos nada ante Dios, lo que representa la imposición de la ceniza en el inicio de dicho tiempo litúrgico.
“Lo que se la dicho a cada uno es Conviértete y cree en el Evangelio, está consigna queremos que acompañe este camino de 40 días a la Pascua de Cristo, que es cuando resucita en nosotros y nos hace capaces de cosas que parecen imposibles”, afirmó el Cardenal Rosa Chávez.
La Iglesia invita a los cristianos católicos a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. De igual forma, insta a vivir una serie de actitudes cristianas que considera ayudan a los católicos a parecerse más a Jesucristo. La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.