Wilfredo Mármol Amaya.
Psicólogo y escritor salvadoreño.
(Tomado de: Sin escapularios en los ovarios, 2012)
“Momento, esto es manipulación feminista”, musitó con el ceño fruncido y muy aseriado, el honorable Juez de Paz de un reconocido municipio del departamento central capitalino, agregando de inmediato la amonestación “no es posible cambiar las reglas y las normativas hasta ahora establecidas sólo porque un grupúsculo de mujeres con faldones multicolores, ataviadas de bisutería lo exijan en las calles, avenidas, en los atrios y salones del Congreso con grandes mantas y rótulos que se leen saquen sus escapularios de nuestros ovarios, exigiendo, además, igualdad entre hombres y las mujeres, esto es ir contra la historia natural de la humanidad”, asintió con toda su fuerza vital el señor Juez de Paz, conocido por sus argumentaciones en los medios de comunicación masiva, prensa, radio y televisión.
El Juez, con gestos de sobrada elegancia, volvió la mirada hacia la derecha, y expresó, ¿Entonces, quiénes tendrían la responsabilidad de administrar la justicia?, ya lo dice el axioma popular “cuando el Derecho entra en contradicción con la justicia, debe prevalecer la justicia” concluyó el veterano hombre del Derecho, con barba de filamentos plateados y evidente calvicie, en respuesta a las palabras de inauguración de la Magistrada de la Sala de lo Penal del Honorable Organismo Supremo de Justicia, en el seminario sobre LA MISOGINIA UN DELIRIO VIOLENTO DE LA MASCULINIDAD MUNDIAL. Las mujeres, ahí reunidas, se regalaron una sonrisa eterna, plácida y de compromiso de seguir adelante en la búsqueda de la equidad, de todas maneras las mujeres son la mitad de la raza humana, por lo tanto tienen pensamientos, actitudes y horizontes de la mitad humana, y eso no es para nada despreciable.
Un abrazo de entendimiento se hizo sentir en todo el auditorio de las buenas nuevas.
Los pocos hombres presentes, aplaudieron el gesto profundamente humano de las señoras presentes, menos el señor juez que se quedó sin entender lo que escuchaban sus oídos y veían sus conservadores ojos.
San Salvador, 8 de marzo 2012.
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